En el año del centenario de su nacimiento, Néstor Basterretxea se acerca a Iruñea en una exposición en pleno centro de la ciudad, a pie de calle, como seguramente a él, tan amigo de lo cercano, le habría gustado.

El espacio Apaindu de la calle Curia acoge hasta final de abril Collage, una muestra que realza el arte del polifacético creador vasco en esta técnica por la que no es tan conocido pero que cultivó constantemente a lo largo de su trayectoria.

"Pamplona tenía que estar en el centenario"

Conocido sobre todo como escultor, y también como pintor y director de cine, Néstor Basterretxea (Bermeo, 1924 - Hondarribia, 2014)​ fue un artista multidisciplinar, poliédrico, dispuesto a transitar y explorar todo lenguaje artístico y a expandir a través de la creación el pensamiento y el conocimiento. “Le interesaban los caminos que, como él decía, llegan a la belleza, a las conclusiones finales, al objeto. Y él entendía que esos caminos estaban dentro del diseño industrial, el cine, la fotografía experimental, la escultura por supuesto, la pintura, el diseño gráfico... Transitó muchos lenguajes”, cuenta Gorka Basterretxea, uno de los cinco hijos del artista.

El collage fue una de las técnicas que cultivó, “siempre le gustó, y a veces la trabajaba para desinhibirse o relajarse, cogía los papeles, recortaba, pegaba, construía, y si no le gustaba cambiaba; le parecía una técnica de expresión muy inmediata”, dice su hijo. Y ha sido la elegida por Gorka y Jonan Basterretxea para esta exposición.

Pamplona tenía que estar en el programa del centenario. Si algo era aita era vasco, era muy de aquí. Y entendía el País Vasco como Euskal Herria, con Iparralde, con Navarra. Así que cuando supimos que el Festival Punto de Vista, que arranca este lunes, iba a programar un ciclo con varias de sus piezas cinematográficas, que se proyectarán en la Fundación Museo Oteiza de Alzuza (sabado 16 de marzo), dijimos: ¿por qué no completar ese ciclo con una exposición en la ciudad? Apaindu nos pareció el sitio, y el collage la técnica, por ser muy visual, muy cinematográfica”, cuenta Gorka Basterretxea.

Collages, escultura y proyección audiovisual

Una quincena de collages de diversas épocas –el más antiguo, Eguzki-Lore, es del año 75, y también hay varios del 87, de los 90 y del año 2000– lucen en el espacio de la calle Curia junto a la escultura Soles para un ocaso (1992), realizada en madera y aluminio y perteneciente a la serie Homenaje a la América Primera, a esos pueblos de Centroamérica y esas culturas primigenias, precolombinas, que luego fueron devastadas y arrasadas por el imperialismo y el colonialismo, y cuya mitología Néstor Basterretxea puso en valor a través de su arte.

“A nuestro aita le interesaban los caminos que, como él decía, llegan a la belleza”

Gorka Basterretxea - Hijo de Néstor Basterretxea

Junto al collage más antiguo, Eguzki-Lore, la exposición reúne otros de la serie Las Edades de la Luz, uno dedicado A Kafka, otro a México y otros titulados Del mar, Cantera, Tríptico Ronda, Homenaje a los exploradores y Ángulo. Muchos de ellos reflejan la vinculación de Basterretxea con artesanos del papel, en concreto de la empresa de producción Paperki, con los que colaboraba para la creación de sus obras. “Tenía una relación directa con los artesanos que fabricaban el papel y nuestro aita les daba instrucciones de lo que le interesaba: degradados de grises, ocres, relieves en el papel..., que los artesanos hacían en el taller estando aita delante, y sobre eso luego él creaba, dibujando, pegando, interviniendo así en el fondo. Era un diálogo entre artista y artesano”, cuentan Gorka y Jon Ander, quienes han inaugurado este viernes por la tarde en Pamplona esta muestra, que acoge además la proyección audiovisual de una entrevista a Basterretxea realizada por Fernando Golvano junto con estudiantes de la facultad de Filosofía de Donostia.

Centenario extenso y diverso

El programa de actividades por los cien años del nacimiento de Néstor Basterretxea se ha iniciado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao con una exposición sobre diseño industrial y volumetrías, llega ahora a la capital navarra con Punto de Vista y esta exposición en Apaindu, y se extenderá a lo largo de este 2024 por numerosos espacios y ciudades: Irún –donde vivió y creó en su casa-taller compartida con Oteiza, y que acogerá después de Semana Santa una exposición comisariada por Fernando Golvano–, Hondarribia –donde Basterretxea vivió y murió–, Bermeo –donde nació–, Durango –con actividades en la Azoka y exposición en el Museo de la Historia–, Donostia –donde estará presente en el Zinemaldia– Vitoria, Baiona, Elgoibar, y más allá, en Buenos Aires (Argentina) o Reno (Nevada, EEUU)... 

Basterretxea fue un artista total y universal, renovador, comprometido, volcado en sus 90 años de vida a dotar de una nueva mirada a cuestiones ancestrales.

“Con Oteiza, los dos juntos eran dinámicos, divertidísimos; para Irún fueron un revulsivo”

Gorka Basterretxea - Hijo de Néstor Basterretxea

Universal y cercano a un tiempo. “A él le gustaba mucho acercarse al pueblo, a la gente. Si costaba por lo que sea ir a un museo, una galería o un espacio cultural, él decía: vamos a acercarnos nosotros. Y en el espíritu de este centenario está eso. Es una forma de reconocer que a él le gustaba acercarse a la gente, acercarse a todos los lados para enseñar...”, comenta su hijo Gorka.

De la vinculación de su padre con Oteiza, guarda muy gratos recuerdos. “Eran muy amigos. Yo nací en la casa de Irún donde nació el Grupo Gaur, de hecho Oteiza es mi padrino y su mujer, la tía Itziar, mi madrina. Por eso me llamo Gorka, Jorge. Vivimos juntos en la casa de Irún hasta que yo tenía 11 años. Y les recuerdo juntos divertidísimos. Era una casa increíble, muy dinámica, en un barrio de Irún algo alejado, cerca de la muga, al lado había una fábrica de hielo, una fábrica de pan... Y pasa el tiempo y todos se acuerdan de cuando estuvimos allí. Cómo no, era una casa-taller, tenían los estudios mi aita y Oteiza, y por ahí pasaba todo el mundo de la cultura, hablamos de las décadas de los 50, 60, 70, el franquismo, la falta de libertades... era una casa muy comprometida, y en Irún fue un revulsivo. El tema del cinefórum allí lo crearon ellos, la filmoteca, cosas que hoy siguen vivas”, recuerda Gorka.

Un legado vivo

El hijo del escultor y pintor vasco también celebra la “bonita conexión” de las nuevas generaciones de artistas con el legado de su aita. “Los nuevos artistas se acercan a su figura y su obra. Ahora de hecho Ibon Aranberri se ha llevado una pieza expuesta en Artium al Reina Sofía para una exposición. Ibon tiene un proyecto para la antigua central nuclear de Lemoniz, donde proyectó un museo de las ciencias, hizo una maqueta, y se ha interesado por una escultura de Néstor. Otros artistas han intervenido en sus esculturas de la presa de Arriaran (Beasain)... La memoria y el legado de aita están vivos; se reinterpretan, interesan, inspiran... y eso es muy bonito”, valora Gorka Basterretxea.