¿Cuándo empezó a dar forma a estas nuevas canciones?

–Empezaron a nacer en cuanto terminé el anterior disco, entre concierto y concierto. En diciembre del año pasado ya empezamos a darles forma y a pensar en un disco. En un principio presenté a la banda quince o veinte canciones y empezamos a jugar con ellas. Al final se han quedado en diez. Sacar un disco es para mí como recoger la cosecha de lo mejor que he escrito en los últimos meses.

En esta ocasión, la cosecha ha salido más eléctrica.

–Sí. A mí siempre me ha gustado el rock, pero no me salía esa rabia que necesita el rock distorsionado. Ahora, Los Tripulantes, mi banda, me van pidiendo darle otra vuelta a las canciones. En esta ocasión me animaron a colgarme la guitarra eléctrica, y muy bien. He salido de mi zona de confort y hemos quedado muy satisfechos con el resultado. Hemos cogido mucha confianza en estos años que llevamos tocando juntos, quizás por eso estas canciones tiran más hacia un trabajo de banda que de cantautor.

El disco se llama ‘Inercia’. ¿Por qué?

–Hay una canción, El movimiento, que habla de lo que creo que podría ser el hilo conductor de este disco, que es cómo veo que estamos los músicos de mi generación y de mi división, 3ª división, que seguimos grabando discos un poco por inercia. Yo ahora he grabado este disco porque mi vida, desde los años 2000, me ha llevado a tener un estudio de grabación, a ser técnico de sonido y a estar rodeado de amigos que tocan música; igual que alguien podría montar un campeonato de pádel porque lleva toda la vida jugando, yo puedo grabar discos con mis amigos. Tengo esa inercia gracias al movimiento que cogí en los 2000, en El Color de la Duda, en Barracus, en los bares que había antes y te impulsaban a seguir adelante… Mi inercia viene de veinte años atrás. No sé si dentro de veinte años habrá chavales que hayan cogido inercia hoy en día.

“En los últimos años la escena musical tan rica que había en Pamplona y en Navarra, de la que nos enorgullecíamos, se está perdiendo”

Lo preguntaba porque el título, en una de sus acepciones, significa rutina, desidia. Sin embargo, el tono de las canciones apunta hacia la lucha y la pelea. ‘No se cansó de cantar el cantante’, dice en uno de los textos. ¿Qué razones tiene un cantante como Gussy para seguir cantando?

–Supongo que algo tiene este oficio tan horroroso y tan bonito a la vez. Es cierto que la inercia puede ser desidia, pero mi inercia es energía contenida; la energía que me han dado mis primeras canciones. Ahora igual no tengo la frescura que tenía antes, pero tengo la veteranía, el oficio. Nos gusta y seguimos haciéndolo. No es que nos estemos dejando llevar, en absoluto, sino que seguimos el impulso.

A usted parecía que la vida le iba a llevar por otros derroteros, porque estudió Arquitectura. Dedicarse a la música fue una decisión muy consciente.

–Sí, estudié Arquitectura técnica. Es una decisión consciente, no sé si poco meditada (risas), pero consciente. Tengo que agradecérselo a mi entorno, que siempre me ha apoyado, y a la vida, que me ha permitido comer todos los días haciendo música. Me siento muy afortunado. Lo aposté todo, o casi todo, por hacer lo que me gusta, que creo que es a lo que hemos venido todos aquí: a disfrutar, en la medida de lo posible.

En esa misma letra dice que tuvo días de barro y diamantes. ¿Qué abunda más?

–Visto desde fuera, habría más barro, pero yo veo los diamantes escondidos en el barro. Igual estás pasando un mal momento creativo o incluso económico de que no salen conciertos, pero tienes un concierto de barro en un garito y pasas una de las mejores noches de tu vida. En una carrera musical, el barro y los diamantes son inseparables.

¿Y a qué se refiere con eso de que “ya nadie va a escuchar lo que le dicen los cantantes”?

–Entiendo que soy un viejo musical y que hablo como hablarían nuestros padres cuando salió Barricada y pensaban que eranruidosos. Te diría que valoro casi más la letra que la música. Igual hay un músico que apenas toca tres acordes, pero si sus canciones dicen maravillas, me puede gustar. Ahora, con la inteligencia artificial, en tres minutos tienes una canción y te ríes con tus amigos, ya nadie piensa en el mérito que tiene hacer eso. Pero la música hecha por personas tiene algo diferente, la imperfección y el mensaje. Faltan mensajes en las canciones, letras que sean bonitas. Escribir una canción es una búsqueda humana de la belleza, no es algo mecánico. El valor de la música, de crear una canción o de tocar un instrumento, se está perdiendo.

“Entiendo que soy un viejo musical y que hablo como hablarían nuestros padres cuando salió Barricada y pensaban que eran ruidosos”

Lo que dice en otra de las canciones (‘La boca del lobo’): “Vengo a desnudarme para ti”.

–Esa canción tiene ese mensaje, sí. Una máquina puede hacer una canción perfecta, pero para mí, el encanto viene de saber que eso lo siente alguien real. Igual ahora somos simples artesanos de canciones y nos juntamos en ferias de artesanía. Igual volvemos a cuando empezó Dylan.

Este es su proyecto en solitario, pero, ¿qué papel juega su banda, Los Tripulantes?

–Juegan un papel muy importante. Primero me dejan hacer, que no es fácil. Yo les dejo hacer a ellos, intento que se sientan en un grupo. Tengo la suerte de contar con Sergio Izquierdo en la batería, que nos conocemos de toda la vida y tenemos muchísima complicidad, es un gran batería de rock y también de country, aunque esa faceta se conozca menos. Tote Garjón, que es una maravilla como compañero, bajista, guitarrista y lo que le echen. Mi hermano Jon en la guitarra; obviamente tenemos mucha confianza y ha mamado la música que escuchábamos juntos en casa, hemos ido a la misma escuela. Y tenemos la magia de Carlos Colina, que es el musicazo de la banda y tiene la virtud de saber tocar los silencios; tiene un talento increíble y está en una banda haciendo colchoncitos con los teclados y manteniéndose en su sitio, es una maravilla. Estoy encantado con el conjunto que formamos. No son mi banda: yo soy el cantante de su banda.

En este disco ha habido varias colaboraciones.

–Sí. Carlos Lorente ha tocado la guitarra en El cantante, que era de su estilo. Raúl Elizalde es compañero de trabajo y de música de toda la vida, siempre le invitamos y esta vez ha grabado en El movimiento. Con María Mateo, de Lilo, ya había colaborado en el disco anterior. Teníamos una canción que pasaba un poco desapercibida. Le llamamos, tradujo una estrofa al euskera, cantó y la canción ha crecido, la hemos elegido de segundo single. A Kutxi lo conozco desde antes de dedicarme a la música, siempre hemos coincidido y no habíamos colaborado, tenía esa espina. Este disco era más rockero, tenía una canción que hablaba de la buena gente, y Kutxi es una de las mejores personas que he conocido en el mundo de la música, así que era la persona idónea para cantarla. Para mí es un lujazo y, sobre todo, una espina que me quito, porque somos amigos y no habíamos colaborado.

Dicen que cada vez hay menos lugares para tocar…

–Desde mi punto de vista, en los últimos años la escena musical tan rica que había en Pamplona y en Navarra, de la que todos nos enorgullecíamos, se está perdiendo. En 2007 me hice una gira con El Color de la Duda por garitos; garitos en los que te pagaban, era sostenible, porque te daba para pagar el kilometraje y el alojamiento, las bandas podían crecer en ese circuito underground. Ahora se dan subvenciones a la cultura, pero todo va de un nivel para arriba. ¿Dónde puede tocar ahora un grupo que empieza? Los doscientos conciertos que hice con El Color de la Duda ya no serían posibles. Me da pena que no haya esa base para las bandas jóvenes. Creo que las ayudas deberían destinarse también a crear una base, a un circuito subterráneo de lugares en los que poder tocar. Antes existía, podías ir subiendo escalones y haciendo tu camino, con el barro y los diamantes de los que hablábamos antes.

Pero a Gussy no le faltan escenarios.

–En ese sentido, me siento un privilegiado también, porque después de tantos años, cuando saco discos, me va sonando el teléfono. Tampoco pretendo hacer giras de cien conciertos al año. Soy feliz con lo que hago: me invento mis canciones, las enseño en los conciertos y la rueda puede seguir girando. Ahora vamos a hacer más conciertos con banda, tenemos varios cerrados para este verano. Seguiré con los acústicos, que suelo ir solo, pero con este disco hemos ampliado el formato y llevaremos batería, bajo, acústicas… A la banda le apetece, tengo esa fortuna. La puesta de largo en Pamplona será el 22 de agosto en el Caballo Blanco.

El viernes 21 salió el disco en las plataformas. ¿Hay edición física?

–Sí, si alguien lo quiere en CD, lo puede conseguir en mi Bandcamp o en los conciertos.