El paso del tiempo, siempre una constante en la obra de Miguel Echauri, ha impuesto su lógica y, a punto de cumplir 97 años –iba a celebrarlos el próximo 23 de septiembre–, el pintor pamplonés, figura referente del arte en Navarra, se ha ido dejando tras de sí un importante legado y toda una vida dedicada a la creación.
Pintor del tiempo y la luz, Miguel Ángel Echauri Culebras (Pamplona, 1927) ha fallecido la pasada noche del miércoles a los 96 años. Sufría Alzheimer y, aunque esta enfermedad le había robado los recuerdos, no impidió al artista disfrutar hasta el final del regalo de estar vivo y de ver vivo también su legado, que conserva la Fundación que lleva su nombre en la calle San Antón de Pamplona.
Una obra atemporal y con un estilo muy personal, inconfundible, que los responsables del centro, Emilio Quintanilla y Mercedes Sagüés, esperan y desean que siga disfrutándose. “Ese es el sentido de esta Fundación. Se nos va un gran artista de aquí, muy nuestro, y nos deja un legado muy personal que ojalá la gente siga conociendo y disfrutando”, ha comentado Mercedes Sagüés este jueves por la mañana tras conocerse la noticia de la muerte de Miguel Echauri.
Un pintor hecho a sí mismo, apasionado de los paisajes secos y los bodegones, que participó en más de un centenar de exposiciones y cuya pintura imprime grandeza a lo cotidiano, vuelve excepcional lo sencillo y austero. Los cuadros de Echauri son un canto al amor por lo humilde y lo cercano.
El dibujo y la pintura, su vocación temprana
El artista pamplonés se introdujo en la pintura figurativa con Javier Ciga Echandi, de quien recibió sus primeras clases. El vínculo con su ciudad natal lo llevó dentro en los años que vivió en el extranjero, primero en La Habana (Cuba), luego en Estados Unidos, y ya de manera más estable, en Uruguay, donde residió 14 años.
Sin cumplir los 18 fue a La Habana a prepararse para llevar negocios familiares allá, y estuvo cinco años entre Cuba y EEUU, aprendiendo inglés. Pero enseguida se dio cuenta de que los negocios no eran lo suyo y decidió marcharse a emprender una vida más volcada en su vocación: el dibujo y la pintura. Desde pequeño Miguel dibujaba.
En Uruguay comenzó a realizarse en el mundo del arte, mientras dirigía una escuela de dibujo y pintura en la que daba clases. Su pintura era allí muy apreciada, se exponía en galerías, y de hecho le hizo merecedor en aquella época de seis premios nacionales importantes. Pero el artista renunció al éxito y la vida ya asentada en Uruguay para regresar a sus orígenes.
Pamplona, la elección
En 1965, Miguel Echauri volvió a Pamplona y comenzó a trabajar de nuevo, conectando directamente con el paisaje natural y urbano que ya era motivo de sus pinturas. En ese momento contó con el apoyo de su hermano Fermín –fallecido el pasado abril a los 89 años–, galerista con el que formó un tándem inseparable. A partir de entonces su estilo se hizo austero, trascendente, cercano a la abstracción, en la línea de los pintores informalistas de su generación, y centrado en la representación de figuras femeninas trascendentes.
“Se nos va un gran artista con un legado muy personal que queremos que se siga disfrutando”
También en lugares de su tierra, como pueblos de Navarra abandonados por el inicio de la industrialización, que impresionaban entonces mucho al pintor, cuyo arte pronto empezaron a reclamar potentes galerías de Madrid, Barcelona, Donostia o Bilbao. Lo vendía todo. De aquellos años, la familia no conserva nada.
Pero cuando a Fermín Echauri le llegó la oportunidad de dirigir la galería de arte Parque 15 –que se ubicó en la Vuelta del Castillo–, la obra de Miguel conectó todavía más con Pamplona y su público amante del arte, y él, encantado con la acogida, decidió renunciar a trabajar con galerías de fuera, a vender fuera, y se volcó en su ciudad con la idea de dejar su legado aquí.
Luces y sombras
En 1984 comenzó una nueva evolución estética con la introducción de rocas en su obra, que se convirtieron en un rasgo distintivo de su pintura, centrada en los géneros del paisaje y la naturaleza muerta, y atenta a los colores de la tierra y a los contrastes de luces y sombras.
La obra de Echauri está presente en más de 30 museos, centros e instituciones. En 2009, el Museo de Navarra dedicó una antológica a su obra.
En 2010 se puso en marcha la Fundación Miguel Echauri, en el número 6 de la calle San Antón, con el objetivo de aglutinar su obra en el centro histórico de Pamplona. Allí puede disfrutarse este legado atemporal.
El funeral para despedir a Miguel Echauri se celebra este viernes a las 19.00 horas en la iglesia de San Nicolás de Pamplona.