Que nadie espere ver un documental sobre fútbol. Los Williams es mucho más. El cineasta navarro ha realizado una historia que habla de fútbol pero, ante todo, de esperanza, de la familia, de la vuelta a las raíces y de los sueños. Para ello ha seguido durante dos años a los futbolistas del Athletic de Bilbao Iñaki y Nico Williams, filmando sus vidas desde el Mundial de Catar hasta la Eurocopa y que se ha desarrollado durante 16 semanas por tres continentes: Europa, África y Asia.
El resultado es un documental sobre sus vidas, sus partidos en San Mamés, la Copa, sus entrenamientos en Lezama y grandes competiciones internacionales, pero también sobre sus orígenes, la historia de sus padres, que salieron de Ghana a pie, atravesaron el desierto del Sáhara, saltaron la valla de Melilla y llegaron a la capital vizcaina para vivir una vida mejor. “El fútbol es un gran altavoz para hablar de las desigualdades, de la migración, del racismo”, explica el cineasta navarro,
El documental abre la sección Zinemira.
—Para nosotros ese es el gran premio, un gran honor. Estábamos en Colombia cuando nos lo comentaron y nos pareció increíble. Hace casi 20 años tuve la suerte de estrenar mi primera película, Nömadak TX en el Zinemaldia y fue el comienzo de mi carrera profesional. Lo cambió todo.
"El fútbol resulta un gran altavoz para hablar de las desigualdades, de la migración, del racismo"
El proyecto le ha llevado dos años...
—Es que en este tiempo las cosas han cambiado mucho, arrancamos con la historia de dos hermanos que toman caminos diferentes, uno elige jugar con Ghana, el país de sus padres, y otro jugar por España, el país al que llegaron. ¡Pero fíjate todo lo que ha cambiado en estos meses! Yo tenía a los Williams en el punto de mira hace mucho tiempo, me parecían muy interesantes porque me hacían volar y viajar a esa África en la que siempre me he movido con muchísima pasión. Y les veía jugar en el Athletic de Bilbao, dos jugadores de raza negra; además me encantaba la relación que tienen entre los dos hermanos. Yo jugué al fútbol hasta los 20 años y luego lo dejé, apenas veía ningún partido, pero cuando tienes hijos, todo cambia y mi hijo mayor estaba loco por el fútbol, jugábamos mucho. Y, de repente, pensé en esos hermanos Williams, en África, en mi hijo, en Catar... Me parecía una historia interesante.
Una historia que le ha servido para tratar los temas que siempre le han interesado, el trabajo infantil, la identidad, el racismo, la inmigración...
—Así es y además pensé que también podía servir para mostrar referentes negros para todos los inmigrantes africanos que se juegan la vida y consiguen llegar a nuestro continente. Poder mostrar a los Williams con orgullo creo que podía ser bonito. Nos hemos movido con mucha población afro y todos nos hablaban que para ellos son una referencia. Dos referentes vascos africanos, además hermanos, que crean el caos entre la defensa rival en San Mamés, me parece legendario. Los Williams son como dos espadas que atraviesan el campo y rompen la estructura del equipo contrario. Me gustaba verles en un equipo que juega solo con vascos, ellos son negros vascos.
¿Cómo consiguió convencerles para que participaran en su documental?
—En este caso, tengo que dar las gracias a su representante, Félix Tainta, que es a quien yo me dirigí en un primer momento para plantearles el proyecto de esta película. Al principio, Nico me dijo que estaba un poco cansado con tanto foco y tanta cámara, que apenas tenía libertad y le daba un poco de pereza. Pero Félix le dijo: Escucha a Raúl porque creo que te está proponiendo algo muy interesante. Fuimos Amaia Remírez (la productora) y yo a un restaurante a San Mamés para hablar con ellos. Aparecieron los dos, simpáticos como siempre, les contamos la historia y empezaron a sonreír. Creo que percibieron que iba a ser una película honesta y que iba a mirar a África y nos dijeron que sí.
"Era importante en el documental mostrar a dos referentes vascos africanos como los Williams"
Ghana tiene mucha presencia en el documental.
—Me interesaba mucho que la tuviera, tenía que ir allí y contar historias de ese país y allí, de aquí. Ellos tienen mucha relación con su abuelo, con su familia, con su gente... En Ghana estuvimos filmando con el abuelo de los Williams, con sus familiares, y también en el lago Volta, donde viven los niños pescadores, que son los alter egos de los Williams. ¿Qué hubiera sido de ellos si sus padres no hubieran llegado hasta aquí? Me interesaba mucho grabar historias de niños en Ghana, nos fijamos en la de dos que son pescadores en ese lago. Cuando se enreda una rama en una red bucean a pulmón. En ese fondo, antes había un bosque, que el gobierno inundó de agua. Me di cuenta de que todas las creencias africanas, los espíritus, el diablo, que yo había tratado en algunos de mis otros trabajos, existía allí. Los niños temían al diablo, a esa oscuridad, tenían la creencia de que cuando una persona moría en el Sahara para llegar a Europa, el desierto se lo tragaba, lo expulsaba y lo echaba al fondo del lago. A los niños les da mucho miedo meterse al fondo porque creen que están esas almas perdidas. Esa fusión que son los Williams, son los vascos y africanos. Y el fútbol ha sido casi un altavoz para grabar esas historias, que pueden llegar a más gente gracias al poder mediático de este deporte.
Su ama y su abuelo, que murió durante el rodaje, son personajes con mucha fuerza en su documental.
—Los Williams no es la historia de Nico e Iñaki sino de toda una familia. El abuelo nos contó que cuando era joven era futbolista, que siempre marcaba el primer gol y que estaba muy orgulloso de sus nietos. Y María, su ama, es la gran heroína, la que mete un gran gol. No es una película en la que haya una gran presencia femenina, pero todo el interés dramático y narrativo está concentrado en María, es quien saca a la familia adelante, quien lucha por sacar a todos de la pobreza.
El documental acaba con la frase de Iñaki: “Queremos dar visibilidad a todas las personas que se juegan la vida para llegar hasta aquí”.
—La migración se aborda de una manera colateral pero el foco está puesto allí, en la secuencia final vemos un rescate en el mar. La última frase que dice Iñaki tiene que ver con eso, es el mensaje fundamental de la película, ellos son un referente, un altavoz para dar voz a toda la gente que llega a Euskal Herria, a nuestra tierra para intentar una vida mejor y aportar al desarrollo de este país. Y también se muestra lo que supone ese gran drama, esa gran fosa común que es el Mediterráneo; al igual que el lago Volta que según las creencias está lleno de almas, el mediterráneo también.