“Es un tema complicado, pero, a título personal, creo que no se debería censurar un libro por la presión pública”. Es la opinión del librero Pablo Abarzuza sobre la polémica suscitada por El odio, volumen en el que Luisge Martín recoge la correspondencia y las entrevistas que mantuvo con el asesino José Bretón.
La Asociación de Librerías de Navarra no puede imponer ninguna directriz a las asociadas, de manera que, como indica Giorgia Saiu, “cada una decidirá de manera libre e independiente” si quiere o no vender este ensayo. Si es que la editorial lo vuelve a poner a su alcance, ya que este jueves 27 de marzo anunció que paralizaba la distribución indefinidamente. En concreto, Anagrama informó de que, “voluntariamente, respetará las medidas cautelares solicitadas por la Fiscalía”. Anagrama consideró que, en una democracia, “debe existir un equilibrio entre la libertad creativa como derecho fundamental y la protección de las víctimas”. Las obras que se inspiran en hechos reales requieren de “una dosis doble de responsabilidad y de respeto”, apuntó.
En Navarra, Abarzuza cuenta que en las librerías siempre existe una censura previa por la cual eligen qué exponer y vender y qué no, pero que el motivo no debería ser por imposición social. “Nosotros (Elkar Comedias) aun no hemos decidido qué haremos, y, aunque como lector no lo voy a leer porque no me interesa nada, no soy quien para decirle a alguien qué debe y qué no debe leer; ahí debe decidir cada persona. Es que si censuramos este libro por estos motivos, mañana podemos hacer lo mismo por otros... Es complejo”, admite.