Valeria Castro actuará este 6 de junio en Baluarte tras haber sido reconocida con tres Premios de la Academia de la Música este miércoles y con más energía que nunca para presentar su segundo álbum, El cuerpo después de todo.
¿Cómo ha sido la preparación de este disco? Tengo entendido que pasó varios meses escuchando música con el productor para decidir el sonido que buscaban.
–Ha sido un disco cocinado a fuego lento, como se suele decir, y, sobre todo, con una primera intención de priorizar la música y el cómo íbamos a traducir lo que yo tenía en mi cabeza. Como bien dices, estuve seis meses quedando a diario con el productor, Campi Campón, para escuchar música que le ayudara a entender qué era lo que me inspiraba y qué era lo que me gustaba sentir con otras canciones para ver cómo íbamos a vestir las mías que estaban por llegar. Fue un proceso muy bonito, porque después de esos seis meses quisimos seguir jugando. Habíamos jugado a escuchar música y luego jugamos a tocar música, que es lo que inicialmente nos mueve a todos los que trabajamos en este arte. Queríamos hacer un disco que no iba a ser en directo, pero que tampoco queríamos grabar capa por capa. Nos juntamos en diferentes momentos con varios músicos a tocar las canciones y ver qué salía, y unos meses después tenemos el resultado que ha quedado en el disco, del que me siento super orgullosa.
Dice que tocó con distintos músicos; creo que primero montó una banda en México y luego con otra en Madrid. ¿Es así?
–Sí. Con este segundo disco tenía la pulsión de ver por dónde podíamos tirar. A mí siempre me ha inspirado mucho Latinoamérica y tuve la inmensa suerte de poder ir a México para ver qué salía al juntarnos con músicos de allí. Fuimos sin más pretensión que ponernos a tocar y salieron cosas maravillosas. Nos dedicamos a jugar, sin presiones de tiempo ni de ningún otro tipo. Viendo lo bien que salió en México, luego lo replicamos en Madrid, quisimos seguir disfrutando de este arte que nos conmueve tanto.
¿Todas las canciones son recientes? ¿O ha utilizado alguna que se quedó fuera del primer disco?
–Todas son recientes. Suelo tener muchas cosas en la recámara, pero siempre termino hablando de lo que siento en ese momento. Estas canciones han sido compuestas en los últimos dos años. Me parece bonito, porque luego tienes que representarlas y llevarlas al directo.
¿Y ha sentido presión al escribirlas? Dicen que el segundo disco es más difícil que el primero…
–Bueno, evidentemente, es mi segundo disco y ya hay algo en el mercado con lo que la gente lo va a poder comparar. Había cierta inquietud por ver qué pasaba, igual no gustaba… Pero muy pronto, en el proceso de composición, pude poner en mi mente el pensamiento de que si salía un disco más mediocre, tampoco pasaba nada. No estamos operando a corazón abierto. Quitándome esa presión, no hice un disco para gustar, sino de una forma más terapéutica; hago canciones para gestionar mi vida y luego resulta que pueden llegar a la gente. No tuve presión y he podido disfrutar del proceso, siendo consciente del privilegio que supone trabajar en algo que amas y te apasiona.
“No hice un disco para gustar, sino de una forma más terapéutica; hago canciones para gestionar mi vida y luego llegan a la gente”
El disco se titula El cuerpo después de todo y la palabra “cuerpo” aparece en varias letras. ¿Qué significado ha querido darle?
–Para mí, El cuerpo después de todo engloba varios pensamientos. Por un lado, evoca a cómo queda el cuerpo después de una serie de circunstancias. En cuanto la frase llegó a mi cabeza, vi que iba a ser el hilo conductor del disco; es en el cuerpo donde he sentido los nudos en la garganta y la presión en el pecho, cosas físicas. Se suele apelar al corazón, en el amor y el desamor, pero es en todo el cuerpo donde se sienten las cosas. También hay una sensación, quizás femenina, de esos complejos que sentimos por el propio cuerpo. El título engloba todos esas enfrentamientos internos que llevo, cómo las emociones recorren el cuerpo y cómo convivo con la imagen de mi cuerpo. Tengo que convencerme y reconvencerme de que, al final, su función es sostenerme. Gracias a este cuerpo que me sostiene estoy aquí, cantando. Quiero poner el foco en esto que luego tendré que repetirme, es un ejercicio de amor propio con el que poder auto defenderme.
Creo que el primer disco hablaba más de su tierra y de su gente, mientras que este tiene un tono más confesional y mira más hacia dentro. ¿Lo ve así?
–Efectivamente. Son huecos que he ido llenando con mi escritura. El hueco la herida abierta de mi tierra, en el primer disco, se llenó con canciones como La raíz o Un hogar. Una escribe desde las necesidades, y en este disco necesitaba mirar hacia dentro. Con todo lo bonito que pasó con el primer disco, la gente veía una artista a la que las cosas le iban muy bien, pero también convivo con otras circunstancias, como todo el mundo. Me parecía mucho más interesante hablar desde la introspección, que siendo individual se convierte en colectiva, pero que nace de un momento íntimo y, como bien dices, confesional. Quería que esas confesiones tuvieran hueco, porque siempre solemos esconderlas, pero me apetecía tener la valentía de sacarlas, hacerles hueco en las canciones.
Otro tema que aparece en el disco es el de la pérdida y la separación. Muchas veces, en la música, se abordan esos episodios desde el drama o el despecho, pero usted lo hace desde un punto de serenidad. Eso que canta en Honestamente: ojalá tengas suerte, te quieran y te vaya bonito.
–Qué bien que lo sientas así… Yo tenía mucho miedo a escribir de desamor. Analicé cómo quería mostrarme al mundo y era contando mi punto de vista y mis sentimientos. Me parecía bonito enfocarlo en cómo se queda una, pero no echando más leña al fuego, sino mostrando la ternura, que es un arma que siempre he usado en mi día a día, y también en el amor y en las despedidas.
“Esta profesión te da un privilegio maravilloso, que es poder vivir y pagar tu alquiler haciendo lo que te apasiona”
En el disco canta una canción con Sílvia Pérez Cruz. ¿Cómo se gestó esa colaboración y qué ha supuesto para usted? Creo que son dos artistas con bastantes cosas en común.
–Esta colaboración es un sueño cumplido. Siempre he reconocido que, para mí, Sílvia ha sido, musicalmente, mi mayor referente. En todo momento me ha parecido una artista que ha sabido controlar la emoción, la escritura y la forma de transmitir. Siempre he querido aprender de ella. En este disco, el final de esa canción, la parte del “lalalalala” me recordaba a ella. Eso fue lo que me hinchó de valentía para proponerle que la cantara conmigo, y tuve la surte de que aceptó. Pude aprender con ella dentro del estudio, porque hasta ahora solo lo había hecho como oyente. Estuvimos juntas en el estudio y la cantamos una enfrente de la otra.
El disco habla también de la importancia de cuidarse a uno mismo. ¿Cómo lo compagina con las exigencias físicas y mentales de su profesión, con tanto viaje, tanto concierto, tanto comer fuera de casa, tanta exposición mediática y tanta presión?
–Bueno, no es fácil, pero creo que tampoco es fácil la vida de mi madre, que es médico. Todos tenemos nuestras partes buenas y nuestras partes malas. Esta profesión te da un privilegio maravilloso, que es poder vivir y pagar tu alquiler haciendo lo que te apasiona, que eso no lo puede decir todo el mundo. Pero no hay que esconder el desgaste físico y mental que conlleva. Lo que tienes que hacer es rodearte de gente que te ayude a que la vida sea más amable; buscar los principios que a mí, por suerte, mis padres me inculcaron en mi tierra cuando era pequeñita. Y mantener los pies en el suelo, como dicen mi madre y mi abuela siempre.
Respecto a eso: ¿le ha resultado sencillo mantener los pies en el suelo? El primer disco tuvo muchísimo éxito…
–Tengo la suerte de tener muy bien anclados los principios y la educación que me dieron. No he sentido que haya perdido el norte en ningún momento. Tengo mucha gente que, si viera que lo pierdo, me ayudaría a volver. Además, si una está en la tierra, se disfruta más si está en las nubes.
Este disco es más rico en cuanto a sonido, con violín, metales… ¿Cómo va a trasladarlo al directo?
–Pues efectivamente, con cuerdas y metales. Estoy muy contenta de que pueda ser así. En los directos siempre se readaptan las canciones, pero está siendo muy emocionante, hemos conseguido mantener esas secciones que se veían en las canciones nuevas. También está esa parte más sintética, dentro de lo orgánico de una guitarra. Ha quedado un show del que me siento muy orgullosa, ojalá la gente quiera venir a verlo, es muy emocionante. Llevo una banda maravillosa que hace que las canciones crezcan y se sientan muy dentro.
La gira va a pasar por Europa y América…
–Sí, en septiembre vamos a Europa y en diciembre, a América, tanto Estados Unidos como Sudamérica. Es un reto nuevo que me ilusiona. Me conecta con la niña que soñaba con viajar por el mundo cantando sus canciones, dentro de la madurez que, poco a poco, los años van trayendo. Aún me queda mucho, tengo 26, pero es bonito volver a sentir esa ilusión infantil.