Jesucrista Superstar es el nuevo disco de Rigoberta Bandini; un álbum doble, un ambicioso proyecto de sonidos variados y exuberantes. El sábado lo presentará en el Navarra Arena.
El disco se titula Jesucrista Superstar, que remite a varias cosas: el musical, algo sagrado y religioso, otra parte más lúdica y frívola… ¿Por qué ha elegido ese título?
–Tiene todas esas partes que comentas. Lo he escogido porque representa, por un lado, la dualidad entre el propio título, que es Jesucrista, que representa la parte más intimista y espiritual, y Superstar, la parte más hacia afuera, más performer, más pavo real y más escenario. Siento que soy mucho las dos cosas, me siento muy dual; una sin la otra no podría vivir. Cuando apareció este título en mi cabeza, cogió todo el sentido, porque es cierto que muchas de estas canciones hablan de la dualidad y de contradicción, que es algo muy presente en muchas canciones de la historia de la música, no le he inventado yo. Pero en este álbum, descubrir esa imagen de dualidad en el propio título me ayudó a terminar de escribirlo y a generar el concepto global.
Es un disco doble, que, en los tiempos que corren, es ir contracorriente, ¿no?
–Bueno… Intento hacer lo que siento que tengo que hacer, en el sentido de que, en el proceso creativo, soy tozuda; si veo algo que me gusta, aunque no sea lo más conveniente a nivel de marketing, voy a por ello. Es lo que me pasó. En el proceso de composición, de repente encontré un camino con los veintidós arcanos del tarot, que me ayudaron también a componer, y ya no me puede olvidar de esos veintidós divididos en dos de once. Además, si nos ponemos redundantes, esa misma dualidad, el hecho de hacer dos álbumes de once para mí también me parecía interesante; creo que un álbum sería más Jesucrista y otro más Superstar, pero esto ya es como café para muy cafeteros, cosas muy de dentro. Sentí que este disco tenía que ser muy extenso. Había un punto también de sentir que me apetecía entregar mucha música a mi público. Siempre he sacado poca música; al principio, sacaba un single cada cuatro meses y cuando llevaba cuatro singles, la gente ya estaba comprando entradas para los conciertos. Quería devolver todo ese amor y regalar muchas canciones. Hay como una sensación de racanería, en plan “tienes que sacar un epé y mantener el público ahí”… Pues no, voy a entregar muchas canciones. ¿Qué puedo perder? No pasa nada, ya compondré otro. Cuando perdí ese medio, decidí seguir adelante.
El disco presenta una mezcla que me parece muy interesante entre sonidos acústicos, que pueden recordar a Cecilia, Mari Trini, Massiel o Juan y Junior, con otra más electrónica y contemporánea.
–Muchas gracias. Sí, creo que son mis universos internos musicales, lo que me ha influido a mí. Cecilia, Jeanette… incluso Los Brincos. Cuando estábamos haciendo Pamela, en el estudio, les puse Flamenco de Los Brincos y los productores fliparon, no se lo esperaban. Hay algo en esa guitarra que me emocionaba, nunca había tenido tiempo de explorarla. En la primera etapa, no me apetecían las guitarras. Cada vez que alguien sacaba una en el estudio, me daba mucha pereza. Pero en este sentí una sed de guitarras para muchas canciones, como Enamorados; sentía que necesitaban tener este ecosistema, un poco parecido al último disco de Jungle, que fue una referencia muy importante para algunas canciones. Luego hay muchas canciones que beben mucho de la antigua etapa porque me sigue emocionando la electrónica, no puedo huir de ella. Hay una intención de explorar nuevos territorios, pero también de honrar los territorios que me han traído hasta aquí.
El proyecto tiene ese punto retro que remite a décadas pasadas, pero el proyecto es muy actual, seguramente por los temas que trata y la forma en que lo hace. ¿Lo ve así?
–Claro. Es que bebe de la música de décadas pasadas es algo que siempre va a pasar. De hecho, en décadas pasadas también lo hacían. Es bonito sacar el estigma y entender que todo forma parte de una constante influencia entre unos y otros. Nunca me he casado con ningún género, nunca he sido purista ni he tenido miedos de ese tipo y siempre he manejado influencias de todo tipo, pero para este álbum sí que hubo una intención de homogeneizar; dentro de lo heterogéneo que parece, queríamos que tuviera sentido, que las canciones fuesen primas hermanas entre ellas. Pero no me obsesiona mucho la cosa del género o de si es actual o no. Solo por el hecho de haberlo compuesto en 2025, ya es actual, nadie me puede decir que no. Pero ya te digo que no me obsesiona.
Las canciones están llenas de referencias pop, como Jesucristo Superstar, Franco Battiato, Sara Montiel, Maluma o Pamela Anderson, que ubican a una autora que pertenece a una época contrata. ¿Cómo diría que es el público de Rigoberta Bandini? ¿Es más o menos de su edad, o más intergeneracional?
–Hace mucho que no hago conciertos, pero lo que me gustaba mucho en la gira que terminó en 2022 era que el público era muy variado. Había saltos generacionales loquísimos, en primera fila una familia con dos niños, una mujer de 70 años, chavales super jóvenes… Eso me gusta mucho. Siento que mi proyecto tiene esa cosa ecléctica, y siento que mi público también lo tiene. Además, me gusta mucho la sensación de unir con la música. Es muy variado: hay un público femenino, hay un público gay que es el principal. Mujeres y gays son una parte muy importante dentro de mi público, y ese es el mejor público que puedes tener. También hay un público muy familiar, hay gente de todas las edades. Hoy mismo, me iba a comer un menú después del ensayo y me ha parado un señor que no sé cuántos años podría tener, un señor señor, y me ha parado, me ha dicho que le ha gustado mucho el disco. Me ha hecho muchísima ilusión ver que ese hombre, que aparentemente no tiene nada que ver conmigo, ha conectado con las canciones. Eso me encanta.
Ahora que dice que le han parado por la calle, con su anterior álbum decía que tenía una fama cómoda, en el sentido de que podía actuar en lugares grandes, pero también pasear por la calle tranquilamente sin que la molesten. ¿Sigue siendo así?
–Sí, tengo una fama muy cómoda. Puedo hacer conciertos muy grandes y tener público y que el proyecto tenga unas dimensiones, pero puedo hacer mi vida muy tranquila. En mi día a día, evidentemente, hay gente que me para por la calle y me dice que le gusta mi música, pero de una manera muy relajada. Además, me hace ilusión. Normalmente, las personas que me paran me cuentan cosas bonitas y ese contacto tan directo con el público también me nutre como artista. Si no pudiese salir a la calle, entiendo que no me nutriría porque perdería mi vida, pero como es algo como con cuenta gotas, me resulta cómodo.
En su canción Si muriera mañana habla de que son las pequeñas cosas las que más valor dan a su vida. Sin embargo, en la música de hoy en día, tienen mucha importancia las cifras: seguidores, escuchas, venta de entradas… ¿Qué importancia tiene el éxito y reconocimiento profesional en su felicidad personal?
–Es que cuando soy más feliz es cuando estoy creando las cosas. Obviamente, cuando salen, si llegan a más personas, si la gente conecta, sin compra entradas… es una felicidad multiplicada. Tengo la suerte de que, desde que nació, el proyecto conecta con la gente, así que es algo por lo que no me tengo que preocupar, pero mi máxima felicidad es cuando estoy en el estudio, componiendo, o ahora, que estoy ensayando y preparando los shows. Esa sensación de estar cocinando cosas para el público, esa emoción de preparar y de crear es mi motor.
¿Y cómo van a ser esos shows que está preparando? Porque el disco es muy variado. ¿Cómo lo va a trasladar al directo?
–Estamos preparando un show ecléctico, pero con algo que lo une, que es una escenografía maravillosa, una apuesta estética muy en la línea de lo que venimos haciendo con el álbum, pero aun más elevada. En ese sentido, es un concierto mucho más ambicioso que los de la anterior gira, en la que iba componiendo canciones y canciones y las iba sumando al set list. Ahora tenemos la intención de ir generando micro mundos. Está el micro mundo de las canciones de la antigua Rigoberta, otro micro mundo más teatral… Hay partes que son muy locas. Voy con cinco coristas, voy con mi prima, voy con cuatro músicos… Hay más música en directo.
Vamos, que no va a ser por falta de medios.
–(Risas). No, van a pasar muchas cosas.