Fermin Muguruza se despide de los grandes escenarios en el Navarra Arena
El músico de Irun pondrá el fin a la exitosa celebración de su 40º aniversario de carrera este sábado en Pamplona
Después de once meses en la carretera, Fermin Muguruza llega este sábado al Navarra Arena para poner fin a la gira con la que ha querido celebrar el cuadragésimo aniversario de su carrera musical. En total, casi medio centenar de actuaciones que comenzaron en diciembre de 2024 y con las que ha recorrido Europa (con citas en París, Londres, Zurich o Roma, entre otras), América (con paradas en Montevideo, Buenos Aires, Bogotá o México), e incluso Asia (con tres concierto en Tokyo y Naeba). El concierto de Pamplona tendrá un fuerte sabor a despedida, porque, además de finiquitar la gira, el músico de Irún ha anunciado que será, también, su último concierto multitudinario y el adiós a un repertorio que le ha acompañado durante las últimas décadas.
Aunque la primera maqueta de Kortatu vio la luz en junio de 1984, las raíces del grupo hay que buscarlas unos pocos años antes, concretamente el 2 de mayo de 1981, la noche que The Clash actuó en Anoeta (San Sebastián). Un jovencísimo Fermin Muguruza (acababa de cumplir 21 años) presenció aquel concierto y abandonó el velódromo donostiarra con una única idea en su cabeza: tenía que montar una banda. No descansó hasta que lo hizo, tres años más tarde, junto a su hermano Iñigo (bajo) y Mattin (batería). Este último sería sustituido por Treku Armendariz y, a partir de 1988, Kaki Arkarazo también formaría parte del combo. Aunque las primeras canciones del grupo podían parecer más lúdicas y hedonistas, rápidamente fueron adquiriendo un carácter más político, acorde con la mirada que sus autores arrojaban sobre los tiempos que les había tocado vivir. Fieles a su discurso, abandonaron las letras en castellano para terminar cantando solo en euskera, lo que no les supuso ningún obstáculo para ganar seguidores en toda España y empezar a tocar en distintos países del mundo.
‘Azken guda dantza’
Aunque el éxito del grupo era imparable, en 1988, con una intensísima carrera concentrada en poco más de cuatro años, la banda anunció su disolución con el disco en directo Azken guda dantza, grabado en el pabellón Anaitasuna de Pamplona. Ahí terminó Kortatu, pero la música continuó con su nuevo proyecto, Negu Gorriak, en lo que significó un tránsito desde el punk hasta el rap y el hip hop. Continuaron también las letras comprometidas y las giras internacionales, y llegó la autogestión cuando salieron de la discográfica de sus primeros trabajos (el sello navarro Soñua de Marino Goñi) para lanzarse a la autoedición, algo que por entonces era mucho menos habitual que hoy en día. Y, como ha sido una constante en toda su carrera, no les faltaron las polémicas. La más sonada se produjo a raíz de la canción Ustelkeria, que formaba parte de su segundo álbum. En su letra, el grupo acusaba al por entonces teniente coronel Rodríguez Galindo de tráfico de drogas. El mando de la Guardia Civil demandó a Negu Gorriak, que estuvo inmersa en un largo proceso judicial; finalmente, siete años más tarde, la Justicia absolvió a la banda, que ya se había disuelto. Sin embargo, quisieron celebrar su triunfo en los tribunales con varios conciertos “póstumos”.
Para entonces, Fermin había emprendido ya una carrera en solitario que le ha hecho viajar por todo el mundo y empapar su música de diferentes estilos y sonoridades: hip hop, reggae, soul, electrónica… Ni siquiera el séptimo arte le ha sido ajeno, con las dos películas que ha dirigido (Black is beltza I y II). A lo largo de estas cuatro décadas, el de Irun siempre ha mantenido un fuerte compromiso político que le ha hecho adherirse a cuantas causas ha considerado justas. Algunas de ellas eran ciertamente controvertidas, lo que ha envuelto su nombre en infinidad de polémicas; una de las últimas se originó en la cárcel de Martutene, donde ofreció un concierto el año pasado en el que interpretó Sarri Sarri, una vieja canción de Kortatu que narra la fuga de prisión de dos miembros de ETA. Cuando se conoció el hecho, colectivos de víctimas del terrorismo y el propio Gobierno Vasco mostraron su protesta.
Tan músico como activista, Muguruza ha sido alabado, criticado, abucheado, versionado, tomado como referente, aplaudido, insultado, ensalzado, amenazado, e incluso censurado. Por encima de otras disquisiciones políticas y éticas, nadie podrá discutir que la figura de Fermin Muguruza es esencial para comprender la historia de la música vasca del último medio siglo. El sábado, en Pamplona y con las entradas agotadas desde hace meses, se despedirá de los grandes escenarios.
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