Los trabajadores y trabajadoras no reciben aplausos como algunos deportistas por el simple hecho de hacer su trabajo. Tampoco el mundo laboral otorga premios a los currelas. Sin embargo, eso de los premios está a la orden del día en el ámbito de la comunicación. Otra cosa es que la mayoría de ellos vayan a parar casi siempre a los mismos y, puede, que alguien ingrese en esa nómina si decide morirse. Por ejemplo, esta semana se coló en los Ondas a Carlos Herrera y compañía, Camilo Sesto. Camilo Sesto premio Ondas 2019 por la de veces que pudo ganarlo y no lo hizo; o Camilo Sesto premio Ondas ahora que ya está muerto. Seguramente, poco le puede importar a Camilo este galardón, aunque el día 14 de noviembre alguien lo levante hacia el cielo como si estuviera ahí sonriendo. Pero bueno, los premios, son así: los ganan unos, casi siempre los mismos, y el resto se queda silbando como quien le da igual el tema. A Buenafuente y Berto también les dieron un Ondas por la “novedad” de su programa de improvisación que tienen los sábados en la Ser. Teniendo en cuenta que llevan improvisando más de una década en televisión, la novedad yo diría que es relativa. A no ser que la creatividad en la radio y en la tele tengan ritmos separados, que esto también podría ser. Cualquiera de nosotros como currelas podemos estar a tiempo de escribir el Un, dos, tres para la radio y el año que viene recibir un premio Ondas con Pepa Bueno por su gran trabajo en Hora 25 a pesar de que la hayan recolocado en los confines de la madrugada a recitar haikus de poesía japonesa. Bueno, ya acabo y lo hago con Carlos Alsina, que ha recibido un Ondas por salir un día con el micrófono a la calle y comprobar, después de muchos años, que el directo existe y que él puede hacerlo. Sufro por los testimonios, imágenes y sonidos recogidos estos días por los periodistas en Barcelona. ¿Paliarán los premios tanto dolor vivido en directo? Enhorabuena a todos. A ti también, Camilo.