CONCIERTO DE RAÚL VITAL

Fecha: 10/08/2023. Lugar: Terraza del Caballo Blanco. Incidencias: Mucho público, como siempre. Raúl Vital (guitarra y voz), Misael Narros (guitarra), Carlos Beroiz (batería), y Lucas (bajo). Les acompañaron excepcionalmente Nuria Echarri (voz y coros) y Javi Úcar (teclados).

Casi no cabían en el escenario, de tantos y tan buenos músicos que allí se habían dado cita. Y es que al cuarteto que habitualmente acompaña a Raúl Vital hubo que añadir dos incorporaciones para la ocasión, Javi Úcar en teclados y Nuria Echarri en voces y coros. Las novedades se hicieron notar desde el comienzo, cuando el órgano sirvió de colchón al poema con el que dieron la bienvenida a su espectáculo. Sin más preámbulo, despacharon el que fue primer single del disco, Carnaval, que el autor compuso en homenaje a sus padres, y Sofocao, versión del clásico de Barricada.

Más allá de los coros, Nuria se encargó de la voz en Asomado al precipicio, en preciso dúo con Raúl, rodeadas sus voces de un suave acompañamiento country. Esta fue, al margen de las versiones, la única canción que no estaba en su primer álbum, ese Desvelos y contraindicaciones con el que llevan año y medio girando. Le siguió otro tema especial, Sirenas, escrita y dedicada a sus hijas, que comenzó a piano y voz, de nuevo a dúo con Nuria, y terminó con toda la banda sonando con una solemnidad marcial, marcándose entre todos una balada canónica que enlazaron con Puñaladas, otro medio tiempo de cadencia stoniana. Con ella concluyó el descanso, pues para Nudos en la garganta Raúl volvió a colgarse la eléctrica y regresó la distorsión al Caballo Blanco.

Lo que vino después fueron tres homenajes: el primero, a Boni, en cuyo honor cantaron la ya mítica Bajo control, uno de los tantos himnos que dejó esculpidos en la piedra roseta de Barricada; el segundo, a Ariel Rot, que hace años tocó en aquel mismo escenario y del que versionaron la muy guitarrera Baile de ilusiones; y el tercero, relacionado con el anterior, Me arde, de don Andrés Calamaro. El recitado de esta canción salió a cantarlo uno de los mayores expertos en la vida y milagros de estos dos argentinos, don Alfredo Domeño Ibarrola, alias Eldomeño, músico y responsable de este imprescindible ciclo de conciertos que lleva más de dos décadas alimentando la vida cultural de Pamplona en verano.

Con un solo disco en la calle, es normal que Raúl tenga que recurrir a versiones para completar los repertorios de sus actuaciones, pero la elección de las mismas dice mucho de la raigambre musical de esta banda, que toma prestada la contundencia del rock urbano y el gusto por las melodías de otros artistas más eclécticos. Concluyeron con un tridente de canciones propias, a cada cual más poderosa: Sin sonrisa, Náufrago y Chándal de tactel. Esta última pieza es una de las más logradas de su álbum, con su letra llena de vivencias personales y, también, generacionales. De eso se trata cuando uno hace música o cualquier otra disciplina artística, de pasar de lo individual a lo colectivo. El jueves pasado, lo colectivo, es decir, el público que llenaba el Caballo Blanco, disfrutó de un gran concierto en el mejor escenario posible, y así lo hizo notar con la prolongada salva de aplausos con la que despidió a los músicos. l