Hace 21 meses, el 1 de mayo de 2008, Edurne Pasaban superaba los últimos y desnudos metros de la complicada cima principal del Dhaulagiri -bastantes se quedan en la antecima o incluso antes-. Era su décimo ochomil, igualada entonces con la italiana Nives Meroi y a una cumbre de las 11 con las que contaba la austríaca Gerlinde Kaltenbrunner. Todo hacía indicar que una de estas tres mujeres sería la primera en conseguir ascender a los 14 ochomiles de la tierra, algo que entre los hombres consiguió el italiano Reinhold Messner en 1986.

El 1 de mayo de 2008, mientras Pasaban celebraba su ascenso, la surcoreana Oh Eun-Sun contaba con tan solo cinco ochomiles en su haber. Apenas 21 meses después, Oh Eun-Sun tiene 13 ochomiles. Cuatro cimas en 2008 y otras cuatro en 2009 la han colocado en cabeza de esta particular carrera y ahora es la mejor situada para llevarse la gloria que, se quiera o no se quiera, quedará para aquella que termine la primera. Desde entonces, Pasaban ha sumado dos más y tiene 12, mientras que Kaltenbrunner y Meroi han subido uno más cada una, hasta situarse con 12 y 11, respectivamente.

Con Meroi fuera del Himalaya al menos durante este 2010 a causa de la enfermedad que obligó a su marido Romano Benet a retirarse del Kangchenjunga y Kaltenbrunner retrasada ya que el K2 -uno de los dos que le faltan junto con el Everest- sólo es viable en verano, van a ser Oh y Pasaban las que se jugarán esta primavera el honor. ¿Cómo? A tope.

TEntativas

Tres semanas de adelanto

Oh Eun-Sun dispuso el pasado otoño de un par de oportunidades para cerrar el círculo en el Annapurna, pero las pésimas condiciones de la montaña y el mal tiempo le hicieron desistir a 7.400 y 7.000 metros de altura respectivamente y se vio obligada a posponer la empresa para esta primavera. Lo mismo le sucedió a Pasaban en su busca de la 13ª cumbre en el Shisha Pangma, puesto que la climatología adversa ni siquiera le dejó encaramarse a la parte más baja de la cara sur.

Por tanto, si Pasaban quiere empatar con Oh antes de que ésta se lance Annapurna arriba a finales de abril o primeros de mayo, ¿qué opción le quedaba? La que va a poner en práctica. Dirigirse a las faldas del Shisha Pangma a primeros de marzo -en principio sale de España el jueves 4- para tratar de subirlo antes del 15 de abril y, de allí, acudir al Annapurna, donde jugarse los 14 cara a cara con Oh y la vertiente norte. Si esto no es una carrera, aunque no todo valga en ella, que venga Messner y lo vea. En su perfecto derecho están ambas, por otra parte.

Es muy poco frecuente, por no decir extraño del todo, que en el Himalaya se registren cimas antes de mayo, aunque lógicamente las haya. Pese a que el invierno oficial finaliza el 21 de marzo, el volumen de precipitaciones es muy elevado hasta bien entrado abril, al igual que las bajísimas temperaturas. Por eso, lo habitual es llegar a los campos base como muy pronto a finales de marzo o primeros de abril, aclimatar, equipar la montaña si es preciso, comprobar que las laderas van perdiendo masa de nieve y tirar hacia arriba en busca de la cima en las dos primeras semanas de mayo. Hasta la última semana de ese mes, el Himalaya se muestra más o menos amable, pero a partir de ahí se vuelve a cerrar en banda con la llegada del monzón y las corrientes de chorro.

Edurne Pasaban, que en ningún momento ha negado que lógicamente le haría ilusión ser la primera pero no a costa de arriesgar más de lo que arriesgaría si no estuviese metida en esta situación, sabe que la única posibilidad que tiene para ser la primera es hacer lo que va a hacer. Para ello, acompañada por sus ya inseparables Asier Izagirre, Alex Txikon y Ferrán Latorre, va a intentar derribar la resistencia del Shisha Pangma, el ochomil más bajo -8.013 u 8.027 metros, según la fuente- pero el que más problemas le está creando, ya que ésta sería su quinta visita. Espera estar el campo base alrededor del 10 ó 12 de marzo, en concreto debajo de su cara norte.

El plan es seguir la ruta clásica hasta 7.400 metros, por la arista que conduce a la cima central -8.008 metros-. A partir de ahí, descender hacia la izquierda, hasta unos 7.200 metros, y subir por la nueva variante que abrió en 2006 Iñaki Ochoa de Olza, que conduce a la arista cimera que empalma con la cara sur, para luego continuar por la arista hasta la cima principal. De esta manera, evitarían la peligrosísima travesía entre la cima central y la principal que todos se ven obligados a encarar cuando se sube por la ruta normal y se pretende acceder al punto más alto, aunque por contra es un esfuerzo más exigente porque hay que perder 200 metros de desnivel y volver a ganarlos y la nieve suele ser más profunda. El australiano Andrew Lock y el Gales Neil Ward, el otoño pasado, ya eligieron esta opción, que en el caso de Lock le sirvió para culminar los 14, el 18º hombre en la historia en lograrlo -sólo 9 sin oxígeno artificial-. Se calcula que apenas un 10-15% de los escaladores que han llegado a la cima central han sido capaces después de llegar hasta la principal. El riesgo de avalancha es enorme.

El 14º ochomil

Annapurna, última estación

Si este primer paso lo salda con su 13º ochomil, estaría a tiempo de encontrarse con Oh en el Annapurna en la segunda quincena de abril y que a partir de ese instante sea la más osada, la más afortunada, la más fuerte o todo ello junto la que consiga la cumbre. Es prácticamente imposible, a no ser que se cometan serias irresponsabilidades -la cara norte del Annapurna es un almacén de nieve gigantesco, con sus subsiguientes avalanchas kilométricas-, que nadie intente el Annapurna hasta bien entrado abril, aunque visto el estilo previo de Oh -mucha cuerda fija, mucho sherpa y mucha, también, fortaleza- cualquier cosa puede haber sucedido para cuando la tolosarra llegue al base. De momento, la opacidad por no decir el mutismo absoluto rodean los planes de la surcoreana, de la que no se conocen aún ni fechas aproximadas de llegada, ruta elegida o compañeros de apoyo.

Eso sí, se podría dar la curiosísima circunstancia de que, dado que los días propicios en una temporada para intentar una cumbre no son muchos, guipuzcoana y surcoreana salgan hacia los 8.091 metros el mismo día, una al lado de la otra, vigilantes de los movimientos que llevan a cabo un equipo y otro. No es nada extraño que un ochomil sólo depare dos o tres días de cima por estación y que los escaladores reunidos en el base se copien unos a otros estrategias o, sencillamente, aprovechen los mismos días más o menos factibles e incluso sumen fuerzas para abrir huella.

¿Llegarían Pasaban y Oh a la carrera, como si de una final de 100 metros se tratara, o se daría un improbable pacto para una llegada al unísono y compartir la gloria? Si Pasaban mete pronto el Shisha Pangma en la mochila -que no es fácil, pese a llevar un gran equipo-, la solución en un par de meses. Eso sí, lo mismo ninguna puede con el coloso, Kaltenbrunner sí consigue esta primavera el Everest, suma 13 y en julio cierra el reto en el K2. Afortunadamente, la montaña es así de imprevisible.