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"Brillante, consecuente y humilde"

"Brillante, consecuente y humilde"DNG

Un suceso imprevisto, una desgracia no esperada, una sujeción que falla cuando ya casi se adivinaba el final de la aventura y el cuerpo de Félix Iñurrategi (Aretxabaleta, 1 de abril de 1967) que se despeña por un barranco en el descenso del Gasherbrum II. Al otro lado de la cuerda, como en los once ochomiles anteriores, estaba su hermano Alberto, incapaz de provocar un giro del dramático acontecimiento que sobrecogió al municipio guipuzcoano, al montañismo y a todo el deporte vasco hoy hace diez años.

El 29 de julio de 2000 falleció Félix Iñurrategi y con su muerte se interrumpió una historia de superación, de valentía, de originalidad, de pureza, a la hora de afrontar la montaña.

Una década después, su figura y sus logros deben ser rescatados en unos momentos en que el alpinismo transita por caminos demasiado concurridos y expuestos al barullo y a la polémica. "Claro que hay que reivindicar su figura, qué voy a decir si me consideraba su amigo. Para mí, Félix era una persona muy querida, sobre todo eso. Pero era más cosas: era un alpinista muy destacado y era un hombre muy consecuente con lo que hacía, con una enorme generosidad e, igual que su hermano Alberto, con una humildad fuera de lo común".

Quien así habla es Juanjo San Sebastián, montañero que compartió con Félix y Alberto Iñurrategi la amistad, algunas expediciones, una manera de pensar y ese afán divulgativo que terminó por acercar la montaña, la más alta y la más baja, a esos Mahomas que prefieren quedarse en la comodidad de la cota cero. "Yo ahora no siento pena por Félix. En su momento fue un golpe traumático, pero ahora recuerdo a Félix como un hombre sincero, alegre y generoso. Brillante en su entorno y cultivado en lo que afectaba a la montaña porque estaba muy al tanto de todo lo que se hacía fuera de aquí y tenía elementos de comparación", explica San Sebastián, que define a Félix Iñurrategi como una persona "en las antípodas de la autocomplacencia, como ahora su hermano. Siempre decía que había que mirarse menos al ombligo y más mirar hacia afuera en las cuestiones de la montaña, y eso ya es un valor en sí mismo".

Juanjo San Sebastián recuerda su primera salida con los hermanos Iñurrategi al Monte Cook de Nueva Zelanda en 1997: "Yo tenía ya 40 y tantos y él me aseguraba que no iba a estar en el monte a esa edad, que buscaría horizontes nuevos. En ese sentido, era muy lúcido y poco amarrado a esas cosas que al principio te enriquecen, pero luego te pueden lastrar. Veía las cosas con todo el desapego de alguien lleno de lucidez. En aquella expedición sufrimos el desprendimiento de un serac y Alberto y yo nos quedamos enterrados en la nieve, él parcial y yo totalmente. La primera cara que vi al volver al nivel de tierra fue la de Félix, que vino a todo correr a rescatarnos".

la cordada perfecta Los dos hermanos aretxabaletarras formaron una cordada de un nivel excepcional, una de las mejores de la historia, en lo físico y lo mental, que sumó doce ochomiles e innumerables ascensiones utilizando un estilo alpino que les hizo ganarse respeto y prestigio dentro del montañismo mundial. "A veces pensamos que un gran equipo deben formarlo ocho, once, o 23 personas, pero dos pueden hacerlo también. Formaban un equilibrio perfecto en la montaña. Algunos hermanos se matan, pero ellos se complementaban, eran amigos, cómplices... Como decía Alberto en el documental Hire Himalaya, los dos eran mucho más que dos, eran un equipo perfecto", asegura San Sebastián.

Diez años después de su muerte, Félix Iñurrategi debe seguir siendo una referencia obligada dentro del montañismo vasco por esa manera de hacer las cosas que ha prolongado Alberto, por ejemplo en su reciente triple reto en el Broad Peak. "El alpinismo ha variado de rumbo. Alberto se refería el otro día a que algunas de las mejores actividades del alpinismo vasco se remontan a los años 80, que no era otra cosa que inspirarse en el modelo británico de los 60 y 70. En ese sentido, todo esto se ha abandonado en busca de cuestiones más vulgares, por así decirlo. Se están perdiendo las iniciativas innovadoras o audaces, salvo en el caso de lo que está haciendo Alberto y lo que ellos dos hicieron mientras estuvieron juntos", reflexiona el veterano montañero que advierte de que "la última actividad de Alberto, Juan Vallejo y Mikel Zabalza es brillantísima, pero de ahí a considerarla un hito... No es casualidad que los mejores logros recientes del alpinismo vasco, que tienen que ver con lo que está haciendo Alberto, sean cosas ya hechas hace 20 ó 30 años. Hechas, pero no repetidas, ojo, lo que habla de un alpinismo de altísimo nivel en el contexto internacional".

El legado de Félix Iñurrategi, construido desde la humildad de quien no quería cumplir retos "a cualquier precio", quedó reflejado en sabias palabras, bellísimas imágenes, una honradez a prueba de éxitos y escasas concesiones a una fama "que a veces llega a abrumar". "Nosotros sólo subimos al monte y cada vez que salimos de casa nuestro objetivo es volver", dijo Félix en una de sus últimas entrevistas.

Aquel 29 de julio del año 2000 no volvió del Gasherbrum II. Su cuerpo se quedó para siempre en el Himalaya. El montañismo y la vida no han sido lo mismo, pero han seguido sin Félix Iñurrategi. Porque él mismo lo decía: "Bihar ere argituko du. Mañana también amanecerá".