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Gaztaroa, una acampada de 35 años

El club de montaña del barrio de san jorge cumple su aniversario convertido en una referencia entre sus vecinos

Gaztaroa, una acampada de 35 añosFoto: cedida

En sus inicios estaba integrado por un grupo de amigos del barrio que encontraron en las excursiones de fin de semana a la montaña su mejor forma de diversión; treinta y cinco años después, aunque sus integrantes ya no sean los mismos, sigue manteniendo la misma filosofía. Porque Gaztaroa es ante todo un club de barrio, nacido para la gente de San Jorge, que con el paso de los años ha acabado convertido en una referencia comunitaria para todos sus vecinos y uno de los clubes con más cantera y participación de Navarra.

Ahora tienen su centro social en un local municipal, que comparten con una ludoteca, desde el que planifican las actividades que año tras año llevan a cabo. 2011 es un tanto especial por eso de que cumplen su trigésimo quinto aniversario, pero su razón de existir no ha variado en lo sustancial. "Lo nuestro es la montaña de a pie, la del día a día, nada de subir a grandes altitudes, porque para tener una aventura no es imprescindible ir a un "ochomil". Cada uno nos podemos montar nuestra aventura particular".

Quien así se expresa es Iñaki Merkapide, uno de aquellos chavales que con 11 años comenzó a revolotear cerca de aquel club de montaña y que 28 años después ahí sigue. "Los inicios fueron difíciles. Hubo años al principio que el club tenía pocos socios, pero después hemos mantenido estable el número". En estos momentos son 80, más otros 120 federados de la mano de un club que a base de esfuerzo y dedicación consigue mover cada año a más de 250 personas en las distintas actividades que organiza. La última fue este domingo con la salida al Gabardito, a la que acudieron 40 personas con la única intención de meterse entre pecho y espalda una caminata de 8 horas. Casi nada. "Lo mejor es que vinieron ocho chavales jóvenes por primera vez". El relevo parece estar por tanto asegurado.

A principios de la década los noventa Gaztaroa dio un giro a su filosofía, una decisión en lo que sin duda tuvo mucho que ver la evolución de los propios montañeros del club. Se pasó del autobús lleno de escolares para las excursiones naturalísticas a organizar marchas para gente joven-adulta y con una cordillera como objetivo: el Pirineo. "Querían crecer como montañeros, mejorar, hacer otras cosas y se lanzaron a ello porque lo anterior se les quedaba un poco corto", comentó esta semana otro integrante del club, Juan Diego Vives, de 50 años, que como él dice forma parte de la sección de veteranos.

Por lo general sus excursiones, a diferencia de las que llevan a cabo otros clubes, duran todo el día, de 6 de la mañana a las 7 de la tarde, por lo que tienen fama de ser salidas exigentes en lo físico, no aptas para principiantes, aunque el club no cierra la puerta a nadie que con una cierta preparación quiere pasar un buen día de montaña.

Su forma de organización permite dividir a los excursionistas en grupos en función de las capacidades montañeras de los participantes. Nadie se queda atrás, pero tampoco -sobre todo en las marchas con mayor dificultad- se permite que alguien sin la preparación adecuada pueda arruinarles una marcha programada con mucha antelación.

Organizan dos excursiones al mes, generalmente al Pirineo, pero si las condiciones no aconsejan acudir a la zona (sobre todo en enero y febrero, cuando el riesgo de aludes aumenta) buscan nuevos destinos. Lo que se trata es de andar, preferentemente hacia arriba, y pasar un buen día en el monte con la gente del barrio.

Si ven que a una excursión no va gente muy preparada bajan el pistón y listo; si hay riesgo de algún tipo a la vista, siempre se busca una alternativa que lo evite. "En el club aplicamos la norma del riesgo asumible, pero luego hay factores que no se pueden controlar, como la luz o la niebla. Vamos a montañas de 2.000 ó 3.000 metros como mucho, con hielo y nieve, por lo que la seguridad nunca puede ser completa", comentó Iñaki. Por si acaso toman sus precauciones, y aunque no son monitores ni pretenden serlo, cada cierto tiempo organizan cursillos en el barrio para que los principiantes se familiaricen con los materiales que se necesitan en la montaña, nociones básicas (de progresión en nieve y hielo, el uso de crampones y piolet así como técnicas de autodetención y seguridad en montaña) que pueden venir muy bien ante cualquier imprevisto.

Como no podía ser de otra forma dados los tiempos que corren, el aspecto económico constituye el auténtico talón de Aquiles para este club, cuyo principal gasto viene motivado por el alquiler de los autobuses que cada quince días lleva y trae a los montañeros. "Por salida supone 650 euros y hay mucho chavales del barrio que no tienen los 20 ó 25 euros que les cuesta cada excursión", aseguró Merkapide.