LOS primeros síntomas ya le habían aparecido un poco antes de llegar al campo 2 del Nanga Parbat, pero fue en plena ascensión por el muro Kinshofer cuando Miguel Ángel Vicente Zunzarren comenzó a perder sangre por vía urinaria y fecal. Fue algo similar a lo que le ocurrió dos años antes en el Gasherbrum y como entonces, optó por abandonar, consciente de lo que podía suponer para él aventurarse por otra alternativa distinta. Decidió bajar desde los 6.200 a los 4.900 metros donde estaba instalado el campo 1, después de rapelar los 1.000 metros de desnivel del corredor Kinshofer. Subir en estilo alpino a los 8.156 metros del Nanga Parbat por la ruta Kinshofer, en la pared del Diamir (Oeste). Ése era el sueño que se había dispuesto a cumplir Miguel Ángel Vicente Zunzarren, asesor de empresas y vecino de Liédena de 36 años.

Como disponía de tiempo suficiente, y por precaución, siguió esa misma tarde hasta el campo base. Pese al mal tiempo, no tuvo problemas en el descenso y pudo llegar al refugio de la tienda. La noche, sin embargo, no sirvió para mejorar porque su estado seguía deteriorándose y entendió lo que tenía que hacer. "Tras pasar una noche muy mala en el campo base y al ver que la pérdida de sangre no remitía, al contrario, aumentaba, y tras valorar la situación, recogí mis cosas y con dos porteadores emprendí viaje el regreso".

Era el 1 de julio. Tras una pequeña odisea atravesando Pakistán -una circunstancia nada sencilla a la vista de la situación interna que se vive en el país- y tras cambiar todos mis vuelos, llegaba a su casa en Liédena a mediados, lo que supuso el fin de una aventura que Vicente comenzó en junio en compañía del alavés Alberto Zerain y el guipuzcoano Juan Carlos Txingu Arrieta con el objetivo de alcanzar en estilo alpino y por una vía inédita la cumbre del Nanga Parbat, la novena cima más alta del planeta con 8.215 metros.

No les fue mejor a sus compañeros de cordada, que han tenido que desistir por culpa de la climatología, la peor que se recuerda en los últimos años: tormentas de nieve, granizo y avalanchas sin parar. "Sobre las 11 de la mañana, cuando estábamos en medio del corredor que antecede al muro Kinshofer ha caído una estruendosa avalancha de nieve junto a nosotros que nos ha dejado los pelos de punta. Caían piedras por todas partes, así que a la dificultad de superar esos 1.000 metros muy muy verticales, se unía la preocupación de protegerse y saber por dónde venían las piedras", escribía.

Por otra parte, los únicos 200 metros de cuerda que pusieron en la pared el 2 de julio para facilitar sobre todo el descenso en ese tramo tan aéreo están enterrados bajo una gruesa capa de hielo. El objetivo de Zerain, tratar de superar con la ayuda de Cuny la parte más comprometida de esa vía y seguir solo desde el campo 2 hasta arriba. Pero como dice el montañero alavés, el Nanga Parbat "no nos deja, ella manda, no podrá ser este año". Ya no quedan casi días, la licencia termina el 24 y la montaña les regala una densa niebla que se levanta desde el Campo Base hasta casi los 7.000 y un calor en su interior que provoca las avalanchas continuas que descargarán durante días la nieve que ha caído hasta ahora. Tocaría quedarse en el Base a esperar de nuevo.

No niega que la decisión fue difícil, pero no se arrepiente. "Las prioridades estaban claras, El Nanga puede esperar, pero mi salud no". No le cuesta, por tanto, aceptar que dadas las circunstancias es seguro que no volverá a intentar una ascensión a esas altitudes, en las que su cuerpo ya le ha demostrado por dos ocasiones que no se adapta bien.

Tampoco es que se agobie por eso ni que esté decidido a dejarlo todo, pero es consciente de que hay determinados organismos incapaces de soportar la alta altitud y que el suyo es uno de ellos. "Iba muy bien preparado y me encontraba muy fuerte, pero es evidente que si te pasa el mismo episodio dos veces es como para pensártelo". Para alguien como él, que continuamente sube y baja montañas, no supone más que dar un pequeño paso hacia atrás, porque las montañas, grandes o pequeñas, siempre tienen un hueco para su gente.