donostia - El beisbol, el fútbol sala, el patinaje o incluso el kárate, que dejará de ser olímpico en cinco años, no tienen hueco en París 2024. En cambio, un baile surgido de las entrañas del Bronx entre los jóvenes marginales de los 70 sí. La capital gala ha propuesto el breakdance como deporte olímpico y todo apunta a que será aceptado. Pero, ¿estamos realmente ante un deporte o solo es un baile?

“Si preguntan: ¿Meterías la salsa como deporte? Todos dirían no, pero el breakdance es técnica y acrobacias, es mucho más que lo que la gente cree”, responde el b-boy (como se conoce a los bailarines de esta modalidad) Ibon Taboada.

El desconocimiento sobre el breakdance es tal, que incluso el término que se usa para referirse a él es incorrecto. En realidad, el baile urbano que comenzó en la década de los 70 en los barrios marginales de Nueva York es el breaking. Los jóvenes debían improvisar movimientos a partir de quince segundos de canciones conocidas que un DJ pinchaba al momento. Cuando el éxito de esta cultura rompió todas las barreras, la industria se apoderó del concepto rebautizándolo breakdance.

Los organizadores de París 2024 quieren volver al origen del baile y, de paso, hacer atractivo los Juegos Olímpicos para los más jóvenes. “En los últimos años el breakdance se ha diversificado. Hay gente que canta, otros que quieren bailar funky y luego está la entrada del trap, que ha comercializado todo”, explica Harri Da Silva, uno de los organizadores del campeonato Irun Break.

La línea que divide el breakdance entre deporte y baile es muy fina y además está entremezclada. En esta tesitura, para que finalmente sea olímpico es necesario diseñar unas reglas que, no obstante, “pueden romper su esencia”. “Por ejemplo, siempre se ha juzgado el ganador a mano, pero desde hace unos años se ha creado una manera de puntuar a través de la técnica, la improvisación, el ritmo... lo que ha generado que algunos estén a favor y otros en contra”, cuenta el zarauztarra Taboada.

En los campeonatos que se realizan actualmente por todo el mundo conviven dos modalidades. Por un lado, la conocida como break escénico, en la que grupos de bailarines realizan un baile que han trabajado previamente; y por otro, las batallas, donde los b-boys y las b-girls (las bailarinas) compiten en uno contra uno, en dos contra dos, en tres contra tres y hasta grupo contra grupo.

La propuesta para París 2024 pasa por los duelos de uno contra uno, en el que los bailarines irán pasando rondas y descubrirán la música del DJ al momento de comenzar su actuación. De este modo, los tradicionales corrillos y la capacidad de improvisación pasarán de las calles de las ciudades a los estadios de los Juegos.

“Ser capaz de improvisar es algo muy importante. La gente se piensa que el breakdance son chavales haciendo el robot cuando detrás existe una formación muy grande. Ya es hora de que podamos mostrar lo que de verdad es”, apunta Marta Olalde, organizadora junto a Diego Picamills (b-boy Stamer) y Maider Hermosa (b-girl Smile) de uno de las competiciones pioneras de Gipuzkoa, la donostiarra Urban 13.

conseguir un circuito profesional Estamos, por lo tanto, ante un deporte que ha ido superando barreras década a década, de ser considerado un arte menor para jóvenes marginales a estar a punto de dar el salto a unos Juegos Olímpicos. Sin embargo, ¿se puede vivir del breakdance?

“No, así de claro. Hay que dar clases, hacer exhibiciones... y aún así. La situación en Gipuzkoa es bastante floja, las competiciones son muy esporádicas y no hay continuidad”, explica Olalde.

Para Da Silva la clave está en generar “un circuito profesional” que permita a abrir la puerta a los jóvenes a un deporte del que poder vivir.

“Si sufres una lesión, no puedes hacer exhibiciones y de los ensayos no cobras, ¿qué haces? No somos futbolistas, lo hacemos por amor al arte. La parte positiva de que se haga olímpico es que puede generar dinero a su alrededor, que los bailarines tengan fisioterapeutas y masajistas. La negativa es que se comercialice del todo”, apunta Taboada.

La mayoría de los bailarines del territorio tienen que salir al extranjero para competir y formarse ante la falta de oportunidades. Gipuzkoa cuenta con torneos importantes en Donostia, Irun y Eibar y en Bilbao se lleva a cabo cada año el Break On Stage que reúne a artistas vascos y de nivel internacional, pero no es suficiente para generar una base sólida.

Justo lo contrario de lo que ocurre precisamente en Francia, donde el breakdance tiene un gran calado entre los más jóvenes. “Allí están los mejores de Europa y seguro que arrasan en sus Juegos. Para muchos ya no es un simple baile, es una forma de vida”, indica el irundarra Da Silva.

No obstante, la competencia por las medallas será amplia. Estados Unidos, como país originario del deporte, también tendrá muchas papeletas para ganar -“Allí hay campeonatos en los que incluso ganas dinero solo por participar”, apunta Taboada-, al igual que Corea del Sur, donde el breakdance arrasó en la década de los 2000 entre los más jóvenes y llegó a equipararse al fútbol en importancia. “Los coreanos lo están rompiendo y además lo viven mucho. Lo que hacen ahí es otro nivel”, explica la organizadora de Urban 13.

Entre los países con mayor proyección, los tres breakdancers citan a Rusia, donde los bailarines suman cada nuevo torneo acrobacias “más y más espectaculares”.

A pesar de no llegar al nivel de estos cuatro países, los tres también auguran buenas posibilidades para España. “Hay mucho nivel, sobre todo grupal, por lo que existen capacidades muy altas para competir”, prevén.

Por el momento, el breakdance en el Estado carece de estructura federativa. El anuncio de su inclusión como deporte olímpico -a finales del próximo año se anuncian todos los seleccionados- parece una buena oportunidad para ponerse las pilas y apostar definitivamente por ese baile de los jóvenes marginados del Bronx.

Barrios marginales. El breakdance surgió bajo la denominación breaking en las calles del Bronx y de Brooklyn en Nueva York en la década de los 70.

El breakdance cuenta con dos modalidades, por grupo o batallas. A priori la segunda sería la olímpica mediante batallas de un bailarín contra otro. El ganador iría avanzando fases hasta la final.

Aunque en el origen del breakdance el ganador se elegía a mano alzada, desde hace unos años se ha creado una manera de puntuar a través de diferentes conceptos como técnica, ritmo o improvisación. Este concepto se trasladaría a los Juegos Olímpicos.

Francia. El breakdance tiene gran tirón entre los jóvenes franceses y buena prueba de ello es que los organizadores de París 2024 lo han propuesto como deporte olímpico. Si al nivel formativo y de competición que ya existe en el país galo se le suma ser los anfitriones, son los favoritos para alzarse con las medallas.

Estados Unidos. Son los creadores de este deporte. El breaking surgió en la década de los 70 en las calles del Bronx, por lo que no podían no ser favoritos. Las competiciones son de tal nivel allí, que en algunas los bailarines consiguen dinero solo por participar.

Corea del Sur. El boom que vivió Corea del Sur con el breakdance en la década de los 2000 lo aupó hasta situarlo al nivel del fútbol. Capaces de unir las grandes acrobacias con la mejor técnica del baile.

Rusia. Es el país con mayor proyección. El breakdance ha calado hondo entre las nuevas generaciones de rusos y sus bailarines se han convertido en los principales ganadores de las competiciones internacionales.