- En el baúl de la memoria del Euskaltel-Euskadi se acumula el álbum de fotos naranja que decoró la aventura del equipo ciclista vasco a través de las arterias de la Vuelta a España entre 1999 y 2013. Después de ocho años sin imágenes que coleccionar, sin momentos que grabar en la piel, el recuerdo transita entre Roberto Laiseka, embrión del descorche del Euskaltel-Euskadi en la Vuelta, e Igor Antón, el muchacho que en la Gran Vía de Bilbao cerró el arco del triunfo en 2011. Dos campañas después, en Madrid, aquella huella naranja y profunda que enfatizó durante dos décadas el ciclismo vasco se quedó sin territorio Vuelta. En Burgos, el Euskaltel-Euskadi seguirá el rastro de los días de gloria. El rito iniciático, la liturgia con la victoria, prendió con Roberto Laiseka, el hombre que siempre vistió de naranja, el hilo conductor del Euskaltel-Euskadi aún cuando la formación no respondía al color corporativo de la compañía de telefonía y se denominaba Euskadi a secas.

El vizcaíno encendió la primera luz del Euskaltel-Euskadi en la Vuelta. Todavía reverbera el bautismo de la formación vasca. Roberto Laiseka elevó al altar del triunfo al Euskaltel-Euskadi. Lo logró en Abantos en 1999. Fue el descorche de champán que acompañó a la escuadra naranja en su periplo por la carrera. Laiseka volvió a saborear la gloria en 2000, en Arcalís. Laiseka, un ciclista a contracorriente, venció cuesta arriba. Sus triunfos en la Vuelta otorgaron otra dimensión al equipo naranja. "Si un equipo profesional no corre una vuelta grande, se queda cojo. La gente está pendiente, es el mejor escaparate posible", expone Laiseka, una de las vigas maestras de aquel equipo. "Estar en carreras así es un gran paso para el futuro de los chavales. Aprendes a ser ciclista de verdad, ves tus límites. El primer año que corrí la Vuelta las pase negras porque iba al límite. Una carrera de tres semanas no tiene nada que ver con las carreras de cinco días", resume el vizcaíno.

Una vez abierta la vitrina, con la marea naranja convertida en institución, Unai Etxebarria tomó el relevo de Laiseka con un triunfo de etapa en 2003 en Burgos, donde el sábado partirá la Vuelta de la presente edición. El Euskaltel-Euskadi, que no fue un equipo rematador, sumó dos dianas más un par de cursos después. Samuel Sánchez, en la cima de La Bien Aparecida, y Laiseka, en la cumbre de Cerler, triunfaron en 2005, cuando el equipo poseía hueso y músculo. El asturiano repitió sonrisa en Cuenca en 2006 y al contador de victorias se sumó el galdakoztarra Igor Antón, que izó su bandera en el observatorio astronómico de Calar Alto. Un lugar que mira al cielo. "Que Euskaltel-Euskadi esté en la Vuelta es una noticia muy buena. Es un aliciente para soñar con cosas más grandes. Es un equipo que depende de la masa social y estar en la Vuelta servirá para sembrar de cara al futuro. En estas carreras es donde te haces ciclista. Sirve para crecer y evolucionar", agrega el vizcaíno.

El protagonismo en la Vuelta de 2007 recayó casi en exclusiva sobre Samuel Sánchez, que enlazó tres victorias en la carrera. El asturiano inició su colecta en Granada, continuó la suma en el alto de Abantos, allá donde se destapó el equipo vasco con Laiseka, y remató su portentosas prestaciones en la contrarreloj individual de Villalba con una actuación mágica. Aquel año, el Euskaltel-Euskadi pisó el podio de la Vuelta por vez primera con la tercera plaza de su líder en el recuento final en Madrid. El asturiano, mascarón de proa de la naranja en la Vuelta, mejoró plaza en 2009, cuando fue segundo en el podio definitivo tras Alejandro Valverde.

Esa fotografía pudo ser más impactante un curso después, un óleo triunfal, cuando Igor Antón, líder sólido de la carrera, optaba a la gloria. Con dos triunfos de etapa en las alforjas, una caída le arrancó de cuajo de la Vuelta que gobernaba camino de Peña Cabarga. Una rama hizo crujir la esperanza de Antón, que se astilló. La mala ventura le mordió con saña. Dentelladas de dolor. Tuvo que abandonar. Con él se apagó la luz que alumbraba el camino hacia el cielo. Mikel Nieve honró al líder caído con una victoria, la tercera del Euskaltel-Euskadi en esa edición, en el Alto de Cotobello. Igor Antón cerró el balance de victorias de la formación naranja con un triunfo lisérgico en la Gran Vía de Bilbao en septiembre de 2011. El de Galdakao voló en El Vivero, una de los puertos de su infancia, y aterrizó en la capital vizcaína, que celebró la hazaña del vizcaíno, el hombre que pudo reinar un año antes. Antón cicatrizó las heridas con la costura de la felicidad. Dos años más tarde, el Euskaltel-Euskadi caminó hacia el ocaso en La Castellana de Madrid. Cerró su aventura. Ocho años después amanece en Burgos con la idea de seguir enviando postales naranjas desde la Vuelta.