Saluda chocando puño contra puño, se somete primero a la sesión de fotos y dice luego, al ser consultado, que prefiere hacer la entrevista en castellano, pese a que se le ofrece la posibilidad de contestar en francés. Aparentemente tímido y reservado de inicio, se abre durante la conversación cuando habla sin tapujos, por ejemplo, de sus complicado aterrizaje en la Real y en Gipuzkoa. Aquello sucedió hace cinco años, en verano de 2016. Un lustro después, Robin Le Normand pasa revista al crecimiento que ha experimentado y mira también a un futuro que, aún con el mercado abierto, él solo contempla en clave txuri-urdin.

¿Olvidado ya lo del Camp Nou?

—Fue duro, pero ya le hemos dado la vuelta. Ahora lo importante es pensar en el Rayo Vallecano y en prepararnos para el partido del domingo.

¿Qué pasó en Barcelona?

—¿Que qué pasó? Bueno, pues que jugábamos contra el Barça. Y que son todos muy buenos. Nosotros también tenemos un gran equipo, pero ellos fueron mejores en muchas facetas del juego y merecieron ganar. Toca mejorar en aquello en lo que no estuvimos acertados: agresividad, fortaleza en los duelos... Y también quedarnos con lo bueno: pienso que mostramos carácter para reaccionar y marcar dos goles en el Camp Nou.

Agresividad, duelos, intensidad... Imanol se refirió a todo ello tras el partido.

—Son cosas buenas que hemos mostrado durante los últimos años y que no hemos perdido. Siguen ahí. Tenemos mucha confianza en volver a ponerlas sobre el campo.

¿Pero no hubo nada más? Griezmann recibió muy solo ante su zona, a la espalda de Merino.

—Sí. Pero Braithwaite o Memphis Depay se ocupaban de fijarme y así impedían que saltara a la ayuda. Está claro que los rivales nos analizan y tratan de aprovechar nuestras debilidades. Y a nosotros nos toca ajustar cosas como la que comentas.

La falta del 1-0 de Piqué la defendieron en zona, ¿verdad?

—Sí. Ellos lo hicieron muy bien. Pero en esa acción nosotros podíamos haber estado mejor, yo el primero. Es importante no encajar goles a balón parado, y este es otro de los puntos en los que debemos progresar.

¿Le está costando arrancar al equipo en materia defensiva esta temporada?

—Bueno... Todavía es pronto. Solo hemos jugado un partido oficial. Hay que mejorar, cierto, y vamos a trabajar para hacerlo. Estoy seguro de que lo vamos a conseguir. Pero todavía quedan 37 partidos de Liga, más los del resto de torneos. Aún no se pueden sacar esas conclusiones.

Los futbolistas siempre sostienen que defender es una cuestión de equipo, no solo de los zagueros, pero... ¿se sienten más señalados quienes juegan atrás cuando el rival golea?

—Somos defensas y aceptamos que hay cosas que forman parte de nuestro trabajo. A partir de ahí, todos los futbolistas, no solo los que formamos la zaga, sabemos en qué debemos mejorar en cada jugada en concreto, para corregir desajustes y mejorar la manera de evitar que el rival nos haga daño.

¿Jugar de defensa en la Real es más exigente que en otros equipos?

—Sí que es exigente, porque actuamos con muchos metros de campo a nuestra espalda y porque tenemos que apretar muy arriba. Pero en ello se basa la apuesta futbolística del club y del entrenador. Y nosotros estamos convencidos. Es nuestra manera de jugar, es lo que nosotros queremos, y debemos seguir en esa línea.

Les toca sacar el balón jugado, apretar como describe y quedar muchas veces tres para tres atrás, porque un lateral ha saltado más arriba. ¿Qué es lo que más cuesta?

—Es un poco todo. Pero repito que esta es solo una manera de jugar. Supongo que el resto de estilos o de ideas implicarán otras dificultades para los defensas. Distintas, pero dificultades al fin y al cabo. Ya te digo que a nosotros nos toca aceptar la propuesta del míster, porque es la nuestra y además es la que queremos poner en práctica.

¿Cuánto le afecta jugar habitualmente en el perfil zurdo pese a ser diestro?

—No creo que haya tanta diferencia entre un perfil y el otro. Yo siempre he alternado ambos y he tratado de hacerlo lo mejor posible en los dos. Es cierto que en la derecha puedes salir en mayor medida con tu pierna buena, pero actuar en la izquierda también te permite hacer otras cosas. No me afecta mucho en qué lado situarme.

¿Cómo tenía de interiorizados todos estos conceptos cuando debutó con el Sanse en septiembre de 2016?

—(Ríe) Contra el Albacete, ¿verdad? Cada vez que piso ese campo (señala con la mirada el Z7, el más alto de Zubieta) me acuerdo de aquel partido. Y del de la semana siguiente. Volvimos a jugar en casa, contra el Real Unión. E Imanol volvió a sustituirme, esa vez en el descanso. El camino de un futbolista no siempre es recto ni está exento de dificultades. Uno puede encontrarse obstáculos. Pero el míster siempre fue justo conmigo. Cuando me quitaba, era porque no rendía. ¿Y además sabes una cosa? Después de quitarme, no me dejaba de lado. Intentaba ayudarme a mejorar.

¿Cómo?

—Analizábamos los partidos, comentábamos en qué había fallado, veíamos en qué podía progresar... Poco a poco, me fui haciendo a su propuesta y a la del propio club, muy diferente a la que conocí previamente en Francia. Y he terminado disfrutando de este estilo de juego.

Me cita sus inicios en Francia. ¿De dónde salió Le Normand?

—Cuando me fichó la Real tenía 19 años para 20 y el Brest, en cuya cantera me formé, decidió no renovarme el contrato. Jugaba en su filial y también había disputado un par de partidos con el primer equipo, en la segunda división francesa. Digamos que mi caso estuvo bastante en el aire: algunos en el club querían que continuara y otros preferían prescindir de mí. Finalmente decidieron que saliera. Y vine a Zubieta recomendado por Éric Olhats. Estuve una semana a prueba a las órdenes de Imanol, hasta que decidieron que me quedaba en la Real.

¿Qué conocía de la entidad txuri-urdin?

—Sobre todo, que en la temporada 2013-14 había jugado la Champions, eliminando en la previa al Olympique de Lyon con aquel gol de Griezmann. Entonces no podía ni imaginar que terminaría vistiendo la camiseta blanquiazul. No ya en el primer equipo, sino incluso en el filial, en el Sanse. Le estoy muy agradecido al club por aquella oportunidad. Y también a toda su gente por la ayuda y el apoyo que me proporcionó en los malos momentos.

¿Malos momentos?

—Sí, son cosas que pasan. Ten en cuenta que, cuando das un paso así, entran en juego muchos factores. Para empezar, te alejas de tu casa: en el Brest la tenía a hora y media, y en la Real a ocho. No tienes a mano a la familia. Y sufres la dificultad del idioma. Fueron varias cosas. Pero a la vez lo tenía claro: para mí esto suponía una especie de segunda oportunidad. Y la tenía que aprovechar trabajando sobre el campo.

Los malos momentos, entonces, se dieron más en lo personal que en lo deportivo.

—Bueno, en lo deportivo también los hubo. ¿En cuántos partidos me sustituyó Imanol durante aquel primer año?

Luego lo miro y lo pongo en la entrevista (fue titular en 23 encuentros y le cambiaron en nueve, completando trece y siendo expulsado en el restante).

—El caso es que también viví malos momentos deportivos. Pero, como te decía antes, los asumí como parte del camino y los acepté. Cuando fallas o no estás bien, lo realmente importante es lo que haces después, cómo te levantas. Haber tenido a Imanol al lado durante todo este proceso es algo que siempre agradeceré, porque hablamos de un entrenador que exige pero que también busca la mejoría de sus futbolistas.

Curiosamente, el entrenador que le dio la alternativa en el primer equipo fue Asier Garitano. Otro técnico e incluso otra idea de juego, distinta a la que venimos describiendo.

—Es verdad. Asier me dio la oportunidad de debutar (en diciembre de 2018, en Sevilla contra el Betis). Y me pedía cosas distintas. Por ejemplo, jugar algo más en largo. Lo que pasa es que enseguida subieron a Imanol al primer equipo, y sí que es cierto que con él tuve una referencia más clara de lo que el entrenador iba a querer de mí.

Casi tres años después de aquello, se dice de usted que es un central de 30 millones de euros.

—Son solo cifras. Es bonito que hablen bien de uno y que le valoren así , pero si te digo la verdad no me suelo fijar mucho en estas cosas. Yo me centro en lo que pasa ahí (señala al césped del campo José Luis Orbegozo), para seguir progresando y convertirme en un futbolista cada vez más sólido.

¿Recuerda usted a Musacchio?

—¿A quién?

A Musacchio. Jugó varios años en el Villarreal, de central. Y en el estadio ponían siempre la misma pancarta: "Sabella (el seleccionador), Musacchio es argentino". ¿Habrá una igual en Anoeta para Deschamps?

—No lo sé (risas). Yo no voy a pedir nada desde aquí, solo voy a trabajar para que luego venga lo que tenga que venir. ¿Jugar en la selección francesa? Claro que es un objetivo para mí. Pero lo único que está en mi mano para conseguirlo es entrenar a tope día a día. Al fin y al cabo, todo pasa por lo que haga en la Real.

Tiene contrato hasta 2024 y una cláusula de 50 kilos , pero los centrales andan muy cotizados en el mercado. ¿Podemos estar tranquilos hasta el 31 de agosto?

—Yo me siento muy bien en la Real. Es el club que me ofreció la oportunidad en su día. Y trato de devolverle todo lo que me ha dado. Estoy cómodo aquí. Dejo atrás dos años increíbles, durante los que he vivido cosas que hace nada no podía ni tan siquiera imaginar. Y ahora iniciamos una temporada muy ilusionante.

¿Ilusionante y difícil?

—Sí, difícil también, porque repetir clasificación europea o levantar un título no son cosas que puedan hacerse año tras año. Pero también te aseguro que lo vamos a dar absolutamente todo para conseguir lo máximo que esté a nuestro alcance.

El domingo viene el Rayo.

—Desde fuera quizás parezca un partido sencillo. Pero quienes vivimos todo esto desde dentro conocemos muy bien el nivel que tiene esta Liga. Ganar partidos cuesta mucho. Y el del domingo será muy complicado.