Antes de Nadal o Pau Gasol había un gran campeón, un navarro, Miguel Indurain. A principios de los 90 el gigante de Villava-Atarrabia dominaba el ciclismo mundial y causaba admiración al mismo tiempo por ser un campeón diferente, un ganador con el que otros también ganaban. La superioridad con la que conquistó cinco Tour de Francia aniquiló los sueños de sus rivales, a quienes Movistar+ ha dado voz en un nuevo 'Informe Plus' con el documental 'Víctimas de Indurain'.

El programa ofrece testimonios de grandes mitos ciclistas de la época que se retiraron sin lograr ganar el Tour de Francia a la sombra siempre del ciclista navarro. Sus grandes rivales recuerdan una época en la que ser segundo ya era una hazaña. 'Un corredor que ha ganado, pero no ha humillado, un campeón diferente'.

"Era un calculador increíble. Si Eddy Merckx era un caníbal que lo quería ganar todo Indurain era, de algún modo, un rey democrático" asegura el periodista Pier Bergonzi, una idea que secunda Claudio Chiapucci. "Dejaba ganar a otros; es otra manera de respetar rivales".

Para Alex Zülle, "era imposible ganarle", mientras que Gianni Bugno confiesa que intentó "vencer al miedo a Miguel Indurain. Comprendí que era casi imposible vencer a Miguel Indurain... Sí, probé un psicólogo".

'Víctimas de Indurain' se emitirá el jueves 3 de marzo a las 22 horas en #Vamos.

Hace ya más de 25 años desde que el 2 de enero de 1997, a la 1 de la tarde, Miguel Indurain cerrara su trayectoria profesional de 12 años, que le llevó a ser uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos. Indurain, que tenía entonces 32 años, dejaba atrás una temporada 1996 clave en su decisión: pese a su excelente preparación para intentar ganar su sexto Tour consecutivo, en la que ganaba las cuatro vueltas que disputaba Alentejo, Asturias, Bicicleta Vasca y Dauphiné Libéré, en la ronda francesa se tenía que conformar con el 11º puesto.

Después llegaría su última victoria como profesional el oro en la crono de los Juegos Olímpicos de Atlanta y la gran decepción final de su participación en la Vuelta a España, en la que se veía obligado a retirarse. La esperanza de los aficionados de que siguiera en activo se había desvanecido en las semanas anteriores por el deterioro absoluto de la relación con su equipo, el Banesto, y por la flojísima oferta económica que le había hecho la única escuadra, ONCE, que había mostrado su interés en contratarle.

Miguel Indurain continúa siendo el último ciclista que ha conseguido cinco victorias en el Tour tras Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Bernard Hinault y el único que las logró de manera consecutiva. Lance Armstrong reventó todos esos récords con sus siete triunfos consecutivos en la ronda francesa (de 1999 a 2005), pero fue desposeído de todos ellos por dopaje.

A sus 5 Tours, Indurain unió dos victorias en el Giro (1992 y 1993) para estar en la lista de siete corredores que han ganado al menos siete grandes vueltas Merckx (11), Hinault (10), Anquetill (8) y Coppi, Indurain, Contador y Froome (7). Sus otros grandes hitos, además de diversas vueltas por etapas de una semana, fueron el oro en la crono del Mundial de 1995; el oro en la crono de los Juegos de 1996; y dos platas y un bronce en la prueba de fondo de los Mundiales.

La clave de sus éxitos radicó en su calidad como contrarrelojista, quizás el mejor de todos los tiempos a tenor de las ventajas que obtenía ante sus rivales en la modalidad individual contra el crono. Además, para ser capaz de ganar en las grandes vueltas, fue capaz de superar el hándicap de su gran corpulencia sigue siendo el ciclista más corpulento que ha ganado el Tour (1,85 metros y 82 kilos de peso) para defenderse en la alta montaña ante los grandes escaladores de su época. Miguel dejó una huella en la historia del ciclismo y no solo por su calidad deportiva, sino también por su calidad humana. Un campeón diferente, un ganador con el que otros también ganaban.