En ese codicioso afán de seguir exprimiendo un calendario ya saturado, va siendo hora de que la FIFA y la UEFA repartan mejor los esfuerzos, y que no vaya a parar todo a las piernas de los mismos futbolistas, que con tanto partido se acaban rompiendo. Y, por eso, no podemos menos que aplaudir y animar la iniciativa –o idea, o ensoñación, que no sabemos en qué fase está– de los Mundiales o los Europeos de Países Pequeños.
El fútbol fomenta tantas pasiones que tal vez nos llevemos una sorpresa con las audiencias globales de, por ejemplo, un duelo de cuartos de final entre San Marino y el Vaticano, que para colmo es (más o menos) derbi. Y si se pone el límite en un millón de habitantes hay más de 80 países, para hacer incluso una buena fase de clasificación. ¿Aburrido de ver siempre a las mismas selecciones en las grandes citas? Gibraltar, Chipre, Islandia, Monaco y Antigua y Barbuda piden paso.