El nuevo técnico del Helvetia Anaitasuna tiene muy arraigada la pasión por el deporte, algo que le viene de familia. Quique Domínguez es el segundo de 14 hermanos, todos con fuertes vínculos deportivos, y que incluso han llegado alto en esto del balonmano. "Cuatro hermanos, incluido yo, hemos jugado en la Liga Asobal, y otro estuvo en División de Honor Plata", explica. "Mi padre jugó en el Teucro y él fue quien nos inculcó el balonmano", añade el preparador gallego.

Dentro de su amplia familia, varios de sus hermanos y hermanas se han dedicado al tenis, "y aún siguen haciéndolo", incluso "también al pádel". Sin embargo, el balonmano ha estado siempre "muy presente". "Mi hijo también juega al balonmano, al igual que varios de mis sobrinos que, por cierto, alguno viene pisando fuerte", constata.

En una familia tan amplia, "muy bien avenida", los mayores debían asumir el rol de cuidar a los pequeños y acompañarlos a entrenamientos y demás. "Si no, para mis padres hubiese sido una locura". Aun así, la pasión por el deporte de los hijos dejaba su impronta en sus progenitores. "Las montañas de ropa para lavar y para planchar eran enormes. Mi padre trabajaba fuera y mi madre se encargaba de ello. Un trabajo ímprobo, pero la verdad es que la mujer lo hacía siempre con mucha paciencia, con una sonrisa y con un espíritu maternal increíble".