zumarraga - Con el tiempo, juez supremo e insobornable, la Itzulia, la gran carrera de Euskal Herria, que se disputará del 8 al 13 de abril con salida en Zumarraga y llegada en Eibar seis etapas después, corría peligro de convertirse en relato sin más emoción que el final, el que se redactaba en la contrarreloj individual de cierre, donde se repartía la gloria. Todo para el final, como en esos telefilmes que inundan las sobremesas los fines de semana y que invitan al sueño porque nada ocurre hasta el final, solo una concatenación de bostezos y cabezadas. Ante la nada, uno puede despertar y que todo quede resuelto en un par de escenas y algunas frases inconexas. Para acabar con ese tic que lastraba a la Itzulia hasta paralizar la trama, la organización de la prueba entró en el laboratorio de ideas el pasado año con el objetivo de voltear una dinámica viciada, que vaciaba de contenido las etapas precedentes a la contrarreloj de cierre y hacía languidecer el interés de la prueba. “Había que darle una vuelta a la Itzulia”, expuso Julián Eraso, presidente de Oceta, organizador de la cita, dispuesto a adelantar el reloj de la Itzulia para darle cuerda a la carrera.

El despertador suena con fuerza en la Itzulia, que huye de la autocomplacencia para vitaminar la carrera. En su primera gran actuación sobre el orden del recorrido, quisieron lo ideólogos de la Itzulia no irse al extremo y situaron la tradicional crono de clausura a modo de bisagra, en mitad de la carrera para que la impulsara. “Había que dar una vuelta de tuerca más. El modelo de la crono en el final estaba agotado”, descubrió el exciclista Pedro Horrillo, director técnico de la carrera y el encargado de los recorridos de la Itzulia. El invento funcionó a medias porque la orografía de Lodosa, donde se disputó la crono en 2018, no daba para más. Sin embargo, adelantar las manecillas contribuyó a dar más vuelo a la Itzulia y desbloquear la prueba en las siguientes etapas. Con la idea de agitar el avispero y otorgar más interés a la prueba, la Itzulia estruja la idea. Para revitalizar la prueba, apuesta definitivamente por cambiar el orden de los factores y poder así alterar el producto.

“Poner la crono el primer día es otro experimento para otorgar más aliciente a la carrera”, analizó Horrillo en Zumarraga, donde se activará la Itzulia con una crono de 11,3 kilómetros y que determinará la ascensión a La Antigua: una subida de 2,3 kilómetros de longitud, un desnivel de 225 metros y una pendiente media del 9,7%, con una rampa que alcanza el 21% de desnivel. “Será un quebradero de cabeza a la hora de elegir los desarrollos”, dijo Horrillo, que despiezó el trazado al detalle, con el rigor de un médico forense. “La crono servirá para hacer las primeras diferencias”, se congratuló Eraso.

Ese es el plan y la clave de bóveda que sostendrá el entramado de la Itzulia a la espera de concretar el cartel de las luminarias que desembarcarán en la prueba WorldTour. La crono, que definirá la general, debería generar un efecto dominó en el resto de jornadas en una edición que dará por concluido el ciclo de cuatro años de Eibar como punto final. En la Itzulia, donde se repartirán bonificaciones en meta: 10, 5 y 4 segundos, además de en los esprints especiales: 3, 2 y 1 segundo, respectivamente, asomarán las pistas de tierra y permanecerá el hormigón en algunas subidas. El sterrato brotará en la segunda jornada, que Horrillo definió como “pestosa”. Esa etapa, entre Zumarraga y Gorraiz, de 184,8 kilómetros, sumará 4,8 kilómetros por grava y 4,1 por cemento. La tercera etapa unirá Sarriguren con Estibaliz, en Álava, y será la etapa más larga, con 191,4 kilómetros. El viento puede ser el mayor problema.

camino de la montaña El primer puerto de “entidad” de la Itzulia surgirá en el cuarto día de competición entre Gasteiz y Arrigorriaga. El alto de Bikoitz Gane, de primera categoría, y una “trampa” en la ascensión a Zaratamo antes de bajar a Arrigorriaga marcarán una etapa que “podría dejar alguna diferencia”, según calculó Horrillo. La acumulación de montaña quedará reservada para las dos últimas jornadas alrededor de Eibar en el último homenaje a la localidad armera. Entre Arrigorriaga y Arrate, uno de los santuarios del ciclismo vasco, el pelotón afrontará siete puertos en 149, 8 kilómetros para acumular un desnivel de 4.800 metros. “Puede ser una jornada decisiva. Dura y clásica”, estableció Horrillo. La traca final se encenderá en Eibar, remate de la Itzulia, con una etapa muy corta, apenas 118,2 kilómetros, pero plagada de puertos: seis, en concreto. Entre ellos, Karakate de Primera, en Soraluze, una de las novedades de la carrera. “Es una subida con 1,5 kilómetros de cemento y 2 de asfalto, aunque sin rampas imposibles. La dificultad es que se trata de una subida estrecha y habrá pelea por la colocación”, definió Horrillo. En Zumarraga se adelantará el reloj. El despertador suena para la Itzulia.

La participación: A falta de confirmación, la Itzulia espera a Mikel Landa, Nairo Quintana y Marc Soler (Movistar); los Izagirre, Pello Bilbao y Omar Fraile (Astana). La Itzulia quiere contar con Geraint Thomas, campeón del último Tour. Primoz Roglic (Jumbo) defenderá el título de la Itzulia. Los puertos: El recorrido sumará 784,3 kilómetros. En ese recorrido, serán 22 las cotas puntuables en la presente edición de la carrera. Cinco de ellos de primera categoría, dos de segunda categoría y quince de tercera.

Bonificaciones: Las bonificaciones estarán presentes tanto en las llegadas, salvo la crono, y en los esprints especiales. En meta se repartirán 10, 5 y 4 segundos. Los esprints especiales otorgarán 3, 2, y 1 segundos.