Pamplona - Landa mueve montañas. Se las sube a hombros. Por eso, en el Giro de Italia, la carrera que es monumento a las cumbres, Landa se siente feliz y libre. Porque el de Murgia, en realidad, no necesita más para disfrutar que soltarse y hermanarse con el cielo, su ecosistema. Landa es una cabra montesa. Con ese espíritu único, siempre dispuesto a la batalla, el indomable alavés, incandescente, como si en él estallara la pirotecnia de luz, color y trueno, incendió el Giro, que en dos días, en los que Landa removió sus cimientos, es otra carrera. El murgiarra se citó consigo mismo en el Lago Serrú para voltear la carrera italiana en un ascensión prodigiosa, solo al alcance del alado Landa, un dragón que escupe fuego. El ciclista que agujerearon las manecillas en Bolonia y San Marino es ahora un ciclista exuberante, repleto de vida, ambición y valentía. Landa no tiene vértigo en las alturas. Tampoco miedo. Landa tiene el lenguaje de ataque impreso en cada jirón de su piel. Dadme un punto de apoyó y moveré el mundo. Landa piensa en grande y por eso firmó una actuación colosal que reabre el Giro. “Estoy contento porque he visto cierta debilidad en los demás, he visto más asequibles a los rivales y eso nos da moral para seguir”. Desde las rocas de Lago Serrú, Landa imaginó la Arena de Verona.

En el Lago Serrú, en Gran Paraíso, Landa encontró su edén, un infierno para el resto, sometidos a los latigazos del alavés, que no sabe correr con retrovisor. Landa se desprendió de lo accesorio para arrugar a sus rivales, que palidecieron ante su jerarquía. Afilado y valeroso, Landa dio un tremendo bocado a los favoritos. El vasco metió 1:37 segundos a Primoz Roglic y Vincenzo Nibali; apabulló a Miguel Ángel López (2:56), que padeció una avería que le dejó grogui; y anestesió a Simon Yates (3:35), el lenguaraz inglés que llegó con la lengua fuera y la boca abierta de asombro. El paladar tenía el sabor de la derrota. No el de Landa, tercero en meta, ni el de Ilnur Zakarin, que se hizo con la etapa que disputó Mikel Nieve hasta los estertores. Al leitzarra, segundo en meta, le faltó el arsenal de Landa. El alavés es un polvorín de mecha corta, emoción y espectáculo. “Habrá que seguir atacando hasta que las piernas aguanten. Ojalá tenga fuerzas de llegar así a Verona, pero es pronto para hablar. El Giro cambia día a día muy fácil. La victoria ha sido difícil desde el principio. En cuanto a la general, somos muchos los corredores que queremos ganar y estamos solo en la etapa 13”, radiografió Landa.

En el ciclismo del cálculo, del potenciómetro y el pinganillo, Landa es un ser primitivo. Instintivo. Un ciclista analógico que corre por la sensación, insobornable, del deleite. Y con esa media sonrisa que gasta, insufló de vida al Giro, rehabilitado tras dos apariciones fulgurantes del Landa genuino que ha limado más de dos minutos en dos montañas. Amante del ciclismo que queda en la retina, que se guarda en los incunables de la memoria, Landa se la jugó otra vez. Desde lejos. Es su metodología. La corona de Lago Serrú, festeoneada por la nieve cana, apenas se intuía. Restaban algo más de 15 kilómetros y la carrera se repartía en dos frentes. Por delante, la fuga que adelgazó desde la veintena hasta quedar en Zakarin, Mollema, Nieve y sus desprendimientos: Amador, Carretero y Ion Izagirrre, situados estos en el tablero táctico. Por detrás, se arremolinaban Landa, Carapaz, Roglic, Nibali, Pozzovivo, Majka, Hamilton, Sivakov, Yates y Miguel Angel López. Era el panorama tras la batalla que provocó Pello Bilbao en las rampas de Pian del Lupo, donde todo se aceleró. En las faldas de Lago Serrú las piernas sonaban a madera. No las de Landa, de acero.

siempre landa En esa calma extraña, la de las miradas desconfiadas, cuando no se sabe qué va a suceder, ocurrió Landa. El alavés se puso de pie y comenzó su baile. ¡Danzad malditos! Landa fue un cañonazo que desplomó de inmediato a Yates, con más voz en el micrófono que en la carretera, donde solo se le escuchó el quejido de la derrota. No tuvo respuesta Yates. Tampoco Miguel Ángel López. Al colombiano, compañero de aventuras de Landa camino de Pinerolo, le fustigó la desdicha. Una avería mecánica en pleno descorche del vasco le descatalogó en una montaña que no hizo prisioneros. La altitud, casi 2.300 metros, fue un sigiloso asesino. Ahogamiento y pulmones de arena. Landa despiezó a todos. Fue un chupinazo que tomó vuelo ante la mirada lejana de Roglic, que solo tenía ojos para Nibali. El Tiburón trató de calentar al esloveno, pero Roglic, un témpano, no se movió ni un ápice. Su Giro en las montañas se mide en pulgadas. El de Landa, en saltos. El murgiarra enlazó con Carretero, uno de los peones de Movistar, y después con Amador, que también contribuyó a la escalada mágica de Landa. “Estoy muy contento y muy orgulloso de mis compañeros. Han hecho un trabajo fantástico”, indicó el alavés. Pozzovivo, el alfil de Nibali, era el contrapeso al magnífico movimiento realizado por Movistar. El pequeño escalador mantuvo las constantes vitales de Nibali, Roglic, Majka y Sivakov.

La balanza, sin embargo, se decantó por el alavés, que en solitario, fue un trallazo de rock&roll. Por delante, Zakarin, Nieve y Mollema pleiteaban por la etapa, si bien el ruso y el holandés discurrían por asaltar el rosa que mantuvo en un acto de supervivencia Jan Polanc. En la soledad de la montaña, Landa escuchó a su corazón, un doble bombo en una subida tremenda. Desencajado Pozzovivo, Majka y Sivakov dejaron a Roglic y Nibali, que compartieron sidecar. El esloveno no se alteró y el siciliano siguió con su esquema. Landa los había roto. El alavés no cabe en una hoja de cálculo. Es etéreo, volátil, fugaz. Escalador inaccesible, sosteniendo el manillar por la parte baja, las gafas en el casco, Landa quería completar su obra maestra sin que le molestara una pantalla. Voraz, se comió con los ojos la montaña, que aplaudió su arrojo kamikaze, la aventura de quien parte hacia lo desconocido con el petate de la inconsciencia. Landa buscó el más allá. “Ataqué de lejos y, entre los kilómetros que quedaban y la altitud, he llegado fundido”. Fuego y nieve. Roglic y Nibali, de la mano en meta tiempo después, supieron que Landa, una bestia en libertad que ve debilidad en los otros, está dispuesto a mover montañas. Landa dinamita el Giro.

13ª etapa

1. Ilnur Zakarin (Katusha)5h.34:40

2. Mikel Nieve (Mitchelton)a 0:35

3. Mikel Landa (Movistar)a 1:20

4. Richard Carapaz (Movistar)a 1:38

5. Bauke Mollema (Trek)a 1:45

151. Enrico Barbin (Bardiani)a 49:53

General

1. Jan Polanc (Emirates) 54h.28: 59

2. Primoz Roglic (Jumbo-Visma) a 2:25

3. Ilnur Zakarin (Katusha) a 2:56

4. Bauke Mollema (Trek)a 3:06

5. Vicenzo Nibali (Bahrain-Merida) a 4:09

6. Richard Carapaz (Movistar)a 4:22

7. Rafal Majka (Bora) a 4:28

8. Mikel Landa (Movistar)a 5:08

9. Pavel Sivakov (Ineos) a 7:13

10. Tanel Kangert (Education First) a 7:52

14. Mikel Nieve (Mitchelton)a 8:52

151. Sho Hatsuyama (Nippo)a 2h.38:18