Johann Wolfgang von Goethe, uno de los padres del Romanticismo, quedó subyugado, enamorado de la belleza de Agrigento, embaucado por la colina de los templos griegos que camuflan su egregio perfil con el de las puestas del sol. En medio del sol brilló Diego Ulissi, irresistible, en la cota que embocaba la segunda etapa del Giro. El italiano sumó su séptimo triunfo de etapa en la carrera italiana. Es su coto de caza. Ulissi derrotó a Sagan y Honoré en Agrigento, uno de los puntos más calientes de Europa, donde Filippo Ganna no se derritió. El joven italiano continúa siendo el líder a la espera del Etna, donde su sueño se congelará.

En el Valle de los templos el mármol enfatiza el dorado del sol y contrasta con el azul del mar y el verde de los árboles. La estética es la clave de bóveda de Italia. Tal vez por eso la UCI sancionó al Education First por ese maillot extraño, farandulero y llamativo que han estrenado en el Giro. A modo de campaña de marketing, la vestimenta funciona. Lo hortera también tiene su público, más si cabe en medio del histrionismo de la fast fashion.

Esa polémica que en realidad no lo fue, alumbró un día negro para Vlasov, que se retiró debido a dolencias estomacales. El Astana ha perdido a dos puntales en apenas un día de competición. El luto del conjunto kazajo, en los huesos, contrastó con el solaz general, representada por la escapada de Ben Gastauer, Mattia Bais, Alessandro Tonelli, Etienne Van Empel y el infatigable Thomas de Gendt, el hombre en fuga. Un buen plan para pasar la tarde.

Nunca falta el sol en Sicilia, una isla que decían tenía contratado a un tipo con un escobón para retirar la nieve de la carretera, aunque se desconoce cuál era su función. Los misterios de una isla gesticulante. Salvo el fogoso Etna y el interior, el frigorífico de la ínsula, Sicilia es un reclamo soleado, una invitación a la hamaca y las chancletas, un souvenir del buen tiempo también en octubre, por donde discurre el Giro que no pudo ser en mayo.

A pesar del almanaque, es tan suave el clima en la isla cuando esquiva el Sirocco, el viento africano que la achicharra y la enloquece, que el pelotón jugó a la espera, mirando de lejos la rampa que estrecharía la mano de Agrigento. Amortizada la fuga, se afilaron los colmillos, antes dientes de leche, para afrontar la subida en paralelo al Valle de los Templos.

La ascensión era tan templada que incluso Filippo Ganna, el líder colosal, pudo mantener la magia rosa sin demasiados sofocos. Ese era el deseo del joven italiano. El de Diego Ulissi era imponerse en Agrigento, un lugar de culto que había señalado con equis. Ulissi se puso en pie y solo Sagan y Honoré pudieron encolarle. Fue un instante antes de que el italiano, feroz y ambicioso descargara su voltaje para abrazar Agrigento.