PAMPLONA. Osasuna volvió a ser un equipo con dos caras para, en el trajín de máscaras, finalmente, mostrar la peor, la de la mueca, la del susto, la del espanto, la del dolor. El equipo de Jagoba Arrasate no acaba de ofrecer una imagen homogénea y esta vez fue el Nàstic, un rival quizás de menor nivel que los rojillos, pero más impetuoso y con mayores dosis de pasión y orgullo, el que se llevó la victoria. En otro encuentro montados en el tiovivo, con subidas y bajadas pero sin terminar de encontrar un salida, Osasuna volvió a perder fuera de El Sadar y suma tres encuentros con otras tantas derrotas.

Tristemente para Arrasate y los suyos, con menor fogosidad en el juego de ataque y continuidad inferior que en la Copa, se repitió el guión del partido de ante el Reus de hace unos días, y a una versión más o menos correcta de Osasuna durante unos minutos siguió otra horrenda, de conjunto superado, incomodado, molesto hasta que llegó el gol. En la diana del Nàstic mediaron errores individuales, de la defensa y del portero, pero incluso a los rojillos no les ayudó siquiera el momento del tanto de Manu del Moral, porque el partido entraba en su recta final y las prisas tampoco les echaron una mano.

El campeonato va avanzando y la sensación de vulnerabilidad y de falta de cohesión se siguen imponiendo en este Osasuna por encima de las virtudes. El estado de forma sorprendentemente desigual de los futbolistas, la ausencia de una continuidad en el juego, están pasándole una factura altísima al equipo, que sólo lleva sumados cuatro de quince puntos posibles en la Liga y suma un fiasco en la Copa. En este campeonato larguísimo pero muy igualado, los rojillos comienzan a necesitar una urgente reacción si no quieren verse succionados por el tren de cola del torneo, de donde es muy difícil escapar.

Osasuna va sumando sus encuentros por rarezas -casi no le ha salido uno decente- y ayer le costó entrar en el partido. La disposición nueva del equipo, con guardaespaldas para los laterales, en una defensa de cinco sin balón, tres con él, no redundó en ninguna calma mayor. Al contrario, el Nàstic, un equipo mediano, se hartó de centrar sobre el área de los rojillos que fueron asediados por igual desde los dos flancos. En este tramo de dominio local, Osasuna también perdió a los diez minutos a Xisco por lesión, siempre un contratiempo remover el banquillo tan pronto.

Pasado el cuarto de hora, los rojillos por fin entraron en el partido con autoridad, enseñando una tarjeta de visita esperanzadora. Rubén García se quedó solo delante del portero tras un pase de Brandon y el portero del Nàstic salvó a su equipo in extremis. Osasuna cambió desde ese momento, el minuto 18, la carga del partido hacia su lado y, por fin, comenzó a crear con más asiduidad algo de juego, a pisar las zonas de peligro de su rival. Brandon, Rubén García y Nacho Vidal crearon varias ocasiones que, más que claras, sí trasladaron una inquietud evidente en el Nàstic, muy justo en defensa, definitivamente haciendo aguas por las bandas en cuanto había un par de apoyos y triangulaciones.

Osasuna había labrado de sensaciones positivas el final del primer tiempo e incluso mejoró en su puesta en acción en el segundo, donde se erigió en dominador absoluto de los primeros minutos. Todo parecía que podía ir sobre ruedas hasta el accidente. El accidente lo protagonizaron dos jugadores del Nàstic, Fali y Abraham, que chocaron sus cabezas con tal ímpetu que acabaron en la banda atendidos de sus brechas. Entre que el equipo local, con nueve jugadores en el campo, ralentizó esos momentos de juego, hizo algunos cambios, se pararon minutos entre los lances y demás, el hecho es que a Osasuna le debieron cortar el rollo, se quedó frío con el chaparrón o le dio un mal aire porque ya no volvió. El Nàstic comenzó a imponer un ritmo creciente, a ser más combativo, a estar más cerca de la portería rojilla, a crear más ocasiones, a dar señales de reanimación. Las oportunidades de Sebas dos veces, Fali, Luis Suárez o incluso un remate de Albentosa fueron el prolegómeno del gol de Manu del Moral. Hubo en él falta de contundencia en el centro del campo, de viveza en la defensa y de colocación del portero, porque el disparo raso se coló por su poste más próximo, a Aridane el ganaron en la carrera en diagonal y en los medios Tete salió indemne entre centrocampistas rojillos. Osasuna terminó con prisas, buscando sin éxito soluciones a la tremenda en el cuarto de hora que le quedaba de vida al partido. Pasadas las prisas, ahora llegan las urgencias.