Sin los medios humanos y materiales necesarios, sin la armonización de las legislaciones de cada país, y luchando a menudo contra auténticas bandas multinacionales y hasta contra países que no dudan en institucionalizar las trampas, la Agencia Mundial Antidopaje está perdiendo la guerra contra el fraude deportivo. Pero aún es humillante la derrota de varias federaciones internacionales (con las del fútbol y el tenis a la cabeza) ante las tramas -no menos internacionales- de amaños de resultados para apuestas ilegales. El deporte de elite está tocado y en horas bajas, y ya casi el menor de sus problemas son esas competiciones que sus dueños manipulan a placer -caso paradigmático son muchas modalidades de automovilismo, comenzando por la Fórmula 1 y el Dakar-. Mal panorama para los aficionados que quieren disfrutar con algunas competiciones, hasta que descubren que están más trucadas que el wrestling.