el Villarreal preguntó el pasado lunes al juzgado número 6 de Lliria (Valencia) que lleva el caso si el defensa portugués Rubén Semedo, de 24 años, puede salir del territorio español para jugar como cedido en este mercado invernal en otro estado. El Villarreal no sabe qué hacer con este futbolista, fichado en 2017 por 15 millones de euros al Sporting de Portugal, cedido el pasado verano al Huesca y devuelto hace una semana por el club alto aragonés harto de su indisciplina y poca implicación en un equipo que lucha por evitar el descenso. En cierto modo, Semedo ha tirado por la borda esta nueva oportunidad que le brinda el fútbol, la posibilidad de redimirse en un entorno espartano como el que le brindaba el Huesca y ahora se ha convertido en un problema para la entidad castellonense, que cuando contrató al espigado zaguero luso estaba convencido de haber captado al sucesor de Eric Bailly, el central marfileño traspasado un año antes al Manchester United por 38 millones de euros.

Semedo abandonó en el pasado mes de julio el centro penitenciario de Picassent en libertad condicional, tras el pago de una fianza de 30.000 euros, y está pendiente de juicio. El defensa portugués fue acusado de los delitos de homicidio en grado de tentativa, lesiones, detención ilegal, amenazas, tenencia ilícita de armas y robo con violencia, causas por las que estuvo en prisión 141 días. El 21 de febrero del pasado año era conducido a las dependencias de la Guardia Civil de Valencia tras ser detenido en su domicilio de madrugada por delitos de lesiones y retención ilegal, sumadas a las de robo. Pero su ficha policial ya estaba abierta cuatro meses antes, cuando fue detenido a la salida de una discoteca valenciana por agredir a un joven con una botella de cristal. Episodios similares se repitieron con asiduidad.

Porque Semedo trabajaba en la apacible Vila-real, pero se instaló a una hora de coche, en una urbanización próxima a la bulliciosa Valencia donde acogió también a una cuadrilla de amigos del barrio, en Amadora, un arrabal próximo a Lisboa donde creció en unas duras condiciones, con su padre en la cárcel. Los colegas, auténticas sanguijuelas, desaparecieron en cuanto la Guardia Civil detuvo a Semedo, pero antes se esforzaron para que el futbolista de origen caboverdiano pudiera disfrutar de una rica vida nocturna, que solía comenzar en el propio sótano del chalet alquilado, previamente convertido en discoteca.

El caso fue que Semedo no levantó cabeza. Tuvo numerosos problemas físicos y a los tres meses de su fichaje tuvo que ser operado del recto anterior de su pierna derecha. Sin embargo, la convalecencia no le privó de entregarse a la juerga. Internacional sub’21, nadie dudaba en un principio que Rubén Semedo estaría con la selección lusa en el Mundial de Rusia. El acontecimiento lo pudo ver desde una celda desde el centro penitenciario de Picassent.

Tras pasar cinco meses en prisión preventiva, el Villarreal decidió apartar al jugador. Una decisión nada sencilla, teniendo en cuenta que firmó un contrato hasta junio de 2022. No hubo mercado ni ofertas tentadoras, pero había que buscarle una salida. El Huesca, que por vez primera en su historia estaba en Primera División, vio una oportunidad única. Semedo, de 1,89 de estatura, buena técnica y la energía de sus 24 años, tenía una pinta estupenda para reforzar la línea defensiva del equipo bajo la tutela de Leo Franco, que sustituyó a Rubi en el puesto de entrenador. Además estaba la otra vertiente, de sesgo humano. Recuperarle para el fútbol y también para la sociedad. “Todos nos hemos equivocado y ahora tiene una segunda oportunidad para demostrar que es un jugador de primera línea”, afirmó Emilio Vega, director deportivo del club oscense, al tiempo que pedía respeto y comprensión hacia el joven futbolista.

Sin final feliz La historia sobre una redención pintaba bien, pero tampoco ha tenido un final feliz. Rubén Semedo llegó a disputar doce encuentros con el Huesca. De vuelta a la competición tras el parón navideño, Francisco Rodríguez, que sustituyó el 9 de octubre a Leo Franco en el banquillo del equipo, fue muy claro en su exposición. “Creo que el equipo debe tener unos valores de vestuario y entiendo que Rubén no aporta esos valores. Hay que ser realistas, somos profesionales. Creo que no debe seguir en este equipo y así lo he hecho”, sentenció el técnico almeriense. Se refería, sin mentarlo, a gruesos errores que llevaron a derrotas, súbitas desapariciones de la concentración cuando el equipo jugaba como visitante y un desinterés evidente.

El Maritimo de Portugal, el Reading inglés o el Besiktas turco, entre otros conjuntos, han preguntado en las últimas semanas por el controvertido defensa luso. El Villarreal aguarda impaciente que la decisión judicial llegue antes del cierre del mercado invernal.