no era la luz idónea, lo sabían los dos equipos, los espectadores de los pinares cercanos (que no pagaron), los 1.200 que pagaron o entraron con invitación y los pilotos de los 3 ó 4 aviones militares que pasaron de noche pero sobre todo, los cámaras que con sus teleobjetivos se afanaban en sacar la luz máxima de las jugadas que se disputaban en las áreas dejando de lado las del medio campo. Todo se desarrolló sin problemas, mucho mejor de lo que podía parecer para el público que, en ocasiones con dificultad, pugnaba por diferenciar los dorsales más alejados. Pero en medio de todo, el CD Tudelano brilló con luz propia ante todo un Albacete que a punto estuvo de ascender a Primera la temporada pasada. Los de Lumbreras volvieron a encontrarse con su público, reaparecieron las banderas del Tudelano y los aplausos del equipo desde el centro del campo ante una afición que se entregó en cuerpo y alma, sobre todo en la segunda parte.

Curiosamente, a partir de que se fuera la luz del estadio en el minuto 55 (la que es propiedad del club, no la alquilada) los blanquinegros brillaron con todo el potencial que tienen dentro, jugando el balón desde abajo, creando ocasiones, "un Tudelano que había tiempo no se veía", dijo su entrenador. Recordó al estadio de las grandes ocasiones que encandiló a sus seguidores y que llegó a llenar el Ciudad de Tudela.

Cuando volvió la luz de las torres y del marcador (que también desapareció durante unos minutos) hubo que ajustar el cronómetro, tal y como mandaron los árbitros ya que hacia el minuto 70 faltaban 3 respecto al reloj del colegiado. Finalmente la luz quedó en anécdota para la historia, pero la afición recuperó al Tudelano que desde hacía tantas jornadas quería ver.