- César Azpilicueta (Pamplona, 28 de agosto de 1989) es otro de los deportistas navarros en el extranjero, recluido también por las medidas de control que está imponiendo en todo el mundo la pandemia. El futbolista de Zizur, capitán del Chelsea, asume con la responsabilidad que corresponde a todos los ciudadanos estos días de confinamiento y de horizonte todavía difuminado que ofrece el desarrollo de esta crisis sanitaria. Azpilicueta es uno de los capitanes de los equipos de la Premier League que se han unido para buscar formas de realizar donaciones dirigidas al NHS, sistema sanitario público del Reino Unido.

“En mi caso, tomamos medidas con mucha antelación porque tuvimos un caso de coronavirus en la plantilla -Hudson Odoi, el 13 de marzo- y nos obligaron a estar en cuarentena. Se han adoptado muchas precauciones”, explica. “Estamos parados desde el 13 de marzo. No se sabe cuándo se puede volver a jugar porque estamos viendo que casi se va día a día en esta crisis. Ya veremos en qué momento se puede retomar la actividad, pero es difícil hacerse una idea. Toca pasar estos días de la mejor manera posible”.

Azpilicueta vive la reclusión en su casa con su mujer y sus tres hijos, dos niñas de seis y cuatro años y un niño de dos. “Aburridos no estamos”, bromea. “En mi caso, aprovecho para estar mucho más tiempo con los críos, ayudándoles con algunas tareas, jugando. Los futbolistas estamos acostumbrados a estar todo el año compitiendo y de viajes, ahora es una oportunidad de hacer otras cosas”.

“Me lo estoy tomando como un tiempo para dedicarme totalmente a la familia”, añade. “No cabe duda de que también es un cambio psicológico importante para todos, porque estar encerrado en casa todo el día obliga mucho”.

Como todo deportista profesional, la actividad en la reclusión del domicilio supone un indiscutible factor en contra. “Es una situación completamente extraña y nueva para todos. Intentamos sustituir la actividad haciendo bicicleta y otros ejercicios de forma individual. Pensamos en volver en el mejor estado de forma posible”, comenta. “Hacemos algo de trabajo en el exterior, lo que podemos en el jardín, y estamos en contacto permanente con los técnicos del equipo para que nos resuelvan cualquier duda. Estamos conectados con videollamadas y también por teléfono”.

“Se nota no poder entrenar de forma normal”, prosigue. “Estamos acostumbrados a una preparación al máximo nivel y, aunque tenemos estos planes de entrenamiento y de cuidado para el día a día, está claro que entrenamiento diario no se puede sustituir con estos planes individualizados. A ver cuándo volvemos y esperemos que no sea por mucho tiempo”.

César Azpilicueta expresa un deseo para el que no se pueden poner fechas. “Se hablan de muchas fechas para volver a jugar pero son especulaciones porque todo cambia mucho. Lo que está claro es que lo principal es la salud de todo el mundo, que se controle la enfermedad y después se verá cómo quedan el resto de cuestiones”, afirma. “La realidad es que estamos en abril y esto, en principio y salvo cambio, termina en el mes de junio. No queda mucho tiempo, pero dependemos de cómo se desarrolle la enfermedad, de que se solucione el problema y, a partir de ahí, de las decisiones que se tomen en el terreno deportivo”.

A la preocupación por el desarrollo de la pandemia, a los quehaceres de una vida obligatoriamente doméstica, Azpilicueta y su mujer unen las preocupaciones por los familiares, en este caso, por todos los que están en Pamplona. “Estamos siguiendo todo muy cerca por todos los amigos y familiares que tenemos ahí. Estamos pendientes de cómo se va desarrollando la situación en España, cómo se van tomando medidas y cómo van los casos”. Con semejante panorama, no saben cuándo volverán por aquí. “No sabemos el futuro y cuándo podremos viajar en condiciones. Lo principal es la salud, que se arregle todo”.

“Seguimos muy de cerca lo que pasa en Pamplona, nuestra familia está ahí”

“Estamos en abril y las competiciones terminan en junio, esperamos decisiones”

Capitán del Chelsea