o tiene que ser fácil estar estos días en el pellejo de quien tiene que tomar decisiones importantes y sin embargo, es curioso que todos los que no toman esas decisiones son los que más clarito lo tienen todo. Que les voy a contar que no sepan.

Después de 35 días mirando por una ventana nos empezamos a dar cuenta que este mundo no es solo de los adultos y que bajo nuestros hombros existen unos personajillos llamados niños que dependen de nosotros.

Además de cómo van a acabar su curso, que sin duda es importante parece que por fin alguien se está dando cuenta que para que también les vayan bien los próximos cursos e incluso su futuro hay que empezar a dejarles los primeros minutos de calle. Con orden, eso está claro.

La primera orden desde arriba parece que será ir acompañado de un adulto y me parece razonable. No tengo ninguna duda que la segunda orden se la pondrán ellos mismos y será ir también acompañado de un balón.

Más de 50 días sin ver un balón por las calles de nuestros pueblos y ciudades se me antoja un error, y no hablo solamente de fútbol, sino de jugar en la calle algo que por muchos sobresalientes que tengas también se necesita para todo en la vida.

Ninguna pega a las autoridades sanitarias pero creo se necesitan pronto balones por las calles, niños que de acera a acera se miren cada uno con su balón en la mano o en el pie y sepan que se ve una luz de fondo.

Les tocará a los padres o madres correr detrás de ese balón cuando se les escape la primera vez porque ellos estarán temerosos. Seguro que para la segunda vez ya sus piernas marcharan solas y con una sonrisa traerán ese balón al redil. Le pegaran patadas mientras pasean, harán puntería contra una farola o le meterán de lleno en la luna del coche del vecino pero esos balones harán que los niños poco a poco vuelvan a ser niños.

Si yo fuera un niño haría esta misma carta aunque sin darme cuenta igual todavía lo soy porque yo también muero de ganas de salir con mi balón.

El autor es técnico deportivo superior