- Las estadísticas aportan datos para penetrar por algunos de los caminos que llevan a la explicación de los partidos. Los números y porcentajes no son la explicación, pero forman parte de la documentación necesaria para los análisis completos. Generalmente, los buenos guarismos van asociados a idénticos resultados, aunque como el fútbol es un juego y este es un factor incontrolable en sus variables y consecuencias -Roberto Torres puso por delante a su equipo en una aparición fulgurante cuando el Levante ya era el jefe-.

En lo bueno y en lo malo, Osasuna es un equipo claro, trasparente. El equipo rojillo quiso en El Sadar ser el de siempre en su casa, atrevido, ambicioso y protagonista del partido, intenso y generador de fútbol cerca del área contraria, y no le salió nada. Al contrario, el Levante le arrebató el papel principal y se convirtió en el protagonista. Comportamiento y datos señalan a un equipo más dispuesto y activo para el cometido final, la consecución de los puntos. El Levante tiró más veces entre los tres palos, cinco veces por cuatro Osasuna; sacó el doble de córners, seis, y también se desparramó en muchos más en centros sobre el área: 34 balones puso sobre el rectángulo de Sergio Herrera, por tan solo 19 los rojillos. No sólo el fútbol sin contemplaciones anduvo mejor el rival del domingo, sino que también se apuntó los datos estadísticos de quien ejercer un mando sosegado y largo. El Levante dio más pases, 434 por 295 Osasuna -más de cien que los de Arrasate-, y elevó al 59% la posesión del balón en el partido, un porcentaje alto siempre, y más aún para quien ejerce de visitante.

Sin partidos en casa esta temporada con los que comparar -el más próximo fue el último de Liga con el Mallorca (2-2) y entonces estaba todo resuelto-, sólo en la derrota frente al Atlético de Madrid en El Sadar (0-5) se observan datos similares. El Atlético en aquella goleada disparó siete veces entre los tres palos y tuvo una posesión de la pelota del 52%. Los mismas señales llevan a similares conclusiones, si bien ante el conjunto madrileño tres de los cinco goles llegaron en nueve minutos -del 79 al 88-, cosa que engañó el marcador. Lo del Levante, fue menos voluminoso, pero se veía venir.