Raúl García es de esos que uno siempre quiere a su lado. En las buenas y en las malas. Porque no se doblega. Porque jamás se rinde. Porque su espíritu es inflexible. Porque nadie se resiste a su imponencia. Porque ninguno priva su dominio físico. Porque no se arruga. Porque acapara los espacios. Porque contagia a su atmósfera. Porque demuestra que no hay pena que lamentar sino gloria por conquistar. Porque cada minuto puede ser un tesoro. Porque cada instante es decisivo. Porque hace magia en noches oscuras. Porque es un ganador nato. Porque su remate es de antología. Porque su poderío en el vuelo es de aerolínea. Porque si es necesario muta en delantero. Porque a sus 34 años el derroche es propio de un juvenil que debuta. Porque en el minuto 110 corre como si no hubiera un mañana. Porque su ilusión es de un imberbe aunque su barba es poblada. Porque hace creer cuando las luces se apagan. Porque devuelve la esperanza cuando el colegiado echa mano del silbato.

Raúl García. El gran Raúl García. Ese que ha rejuvenecido con la llegada de Marcelino García Toral, que en ocho partidos otorgando confianza al navarro este ha pagado con creces merced a sus seis goles y una asistencia.

En los cuartos de la Copa, obró cuando el Athletic enfilaba el cadalso. Cuando los aficionados cogen el mando dispuestos a pulsar el botón rojo. Minuto 94. El último. Iñigo Martínez sale de la jaula. Hay premura. Tic, tac.. En el área dos jugadores béticos encierran a un rojiblando; uno por delante y otro por detrás. De pronto emerge una camiseta rojiblanca. Asoma una cabeza. Un rascacielos. El balón impacta en la testa dulcemente acompañado de un latigazo del cuello hacia la derecha. Balón abajo. Lecciones de la escuela. Ante la duda, rematar abajo. Joel se estira. Pero la precisión se impone. El Athletic se va a la prórroga. Raúl García ha vuelto a hacer una de las suyas. De esas que le otorgan prestigiosa reputación. Talentoso e infatigable en su empeño.

Durante los primeros 90 minutos, el de Zizur Mayor partió de delantero, pero se transformó en un sherpa capaz de guiar a los suyos por la tenebrosa línea de los tres cuartos. Cayó a recibir balones. Buscó la participación, la asociación con el resto de los leones. Porque el ataque se vio desasistido por tanto balón largo fruto del temor a asumir riesgos excesivos.

Trató de alumbrar en la oscuridad del vacío dejado por la ausencia de Iker Muniain y el atenazamiento que provocó una gran cita. No brilló el juego del Athletic. Pero Raúl se encargó de aportar esas dosis contagiosas de rabia y ambición. Rebelde como es. "Siento orgullo del equipo. Demostramos que tiene coraje, va para adelante y confía en lo que hacemos incluso en una situación complicada", expresó. Porque el Betis, dijo, "ha hecho un gran partido, ha sido un rival que nos lo ha puesto muy complicado". "Pero confiamos en nosotros y no cambiamos el chip. Queremos mantener la línea durante los 90 minutos y es lo que nos está dando estos resultados", añadió.

En la prórroga se desgañitó, protegiendo a la manada. Como una madre defiende a su camada. Como punta de lanza o escudo ante los embistes rivales. Y así se fue el encuentro camino de los penaltis. Esas tandas en las que los lanzadores predilectos de penas máximas suelen ponerse a la cola, a la altura de la cuarta o quinta pena. Raúl disparó el primero para desatorar los nervios, para soltar a los suyos. Como un día hizo Francesco Totti. "Yo voy a hacer la cuchara", dijo el italiano en una situación semejante, para liberar a los suyos dejando al guardameta estirándose de los pelos. Guerra psicológica. Así lanzó Raúl, con una especie de Panenka.

Joel adivinó el lado del lanzamiento, pero la elevación a media altura de la portería dejó sin efectividad la estirada del arquero. Luego todo vino rodado. Williams, Morcillo y Yuri sentenciaron. Sin fallos, impulsados por ese carisma que hace camino al andar, que conduce almas. "Tenemos mucho aprecio por esta competición. La queremos. Es muy bonita y ahora con este formato aún más. Hay que valorar lo que hemos hecho, alcanzar las semifinales, pero queremos llegar a la final". Palabra de Raúl García, el comandante de este vuelo.

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