Joan Laporta (Barcelona, 1962) ha mostrado públicamente un tono comedido y relajado desde que presentó su candidatura al trono azulgrana en el Hospital Sant Pau de Barcelona, lejos de la contundencia y el desparpajo que le ha caracterizado siempre."Cuando acabó la presentación le dije que era la primera vez, desde que lo conocía, que hacía caso a sus asesores de comunicación", explica a EFE un exdirectivo suyo.

Es la misma persona que le considera un loco (como a cualquier otro de los precandidatos) por querer presentarse en una situación del club como la actual y que le recomendó que en la nueva directiva tuviese como mucho a un 40% de miembros que siempre le hayan acompañado.

Parece que Laporta le ha hecho caso en este segundo aspecto. Junto a los habituales Rafa Yuste, Maria Elena Fort, Xavi Puig (ya formaba parte de la candidatura del 2015), Josep Cubells, Alfons Castro y Josep-Ignaci Macià hay nueve caras nuevas en su directiva.

La que más destaca es la de Jaume Giró, director general de la Fundació Bancària La Caixa en el periodo 2014-2019 y quien será el hombre fuerte de Joan Laporta en el área económica si gana las elecciones de este domingo.

Durante la campaña, Giró ha sido el encargado de explicar la intención de hacer una emisión de bonos para conseguir liquidez a corto plazo, la cual ha provocado las críticas feroces de los otros dos candidatos, especialmente de Víctor Font, que consideran que conlleva el peligro de que el Barça se convierta en una sociedad anónima deportiva.

Gente de su entorno ve capaz a Laporta de convencer a Messi para que siga en el club azulgrana, algo que comparte él hasta el punto de decir en diferentes ocasiones que, si gana alguno de los otros dos candidatos, el crack argentino no seguirá.

Son las mismas fuentes que consideran que el expresidente tan solo podía encontrarse ante una clara opción de volver a ocupar el cargo si el Barça se encontraba en una mala situación deportiva como la actual.

¿Qué queda de aquel Laporta que vivía la vida como una trinchera? Algunos que le conocen desde hace años explican que el precandidato necesitaba enemigos para tener gasolina para funcionar. O estabas con él o estabas contra él. No había matices.

En cambio, en la presentación de su sede electoral en la Fábrica Moritz de Barcelona aseguró que quería ser positivo y no entrar en conflictos ni en juegos sucios con sus rivales para conseguir la silla presidencial del Barça.

Pero la enorme pancarta con su cara que colgó cerca del Santiago Bernábeu, la reprimenda al París Saint-Germain por las declaraciones sobre sus ganas de fichar a Messi el próximo verano y los ataques irrespetuosos a Víctor Font en el debate de TV3 demostraron que aún queda bastante del antiguo Laporta.

Esta vez el expresidente ha querido controlar muy bien los tempos. Aunque desde finales del pasado verano diferentes personas del entorno directivo del precandidato explicaron 'off the record' a algunos periodistas que era un hecho que el expresidente volvería a intentar el asalto al trono azulgrana después de la derrota del 2015, él lo negó públicamente hasta noviembre.

Por otro lado, durante la campaña han llamado la atención algunos tuits del entorno de JuntsxCat y de Carles Puigdemont respaldando la precandidatura de Laporta de forma directa o indirecta.

Sobre todo los de Pep Martí Colom, director de comunicación de Puigdemont; Joan Maria Piqué, director de comunicación del departamento de Interior de la Generalitat, estrecho colaborador de Puigdemont y antiguo jefe de prensa de Artur Mas; y Josep Maria Matamala, una de las manos derechas de Puigdemont.

Es la primera vez que Laporta se presenta sin tener un genio detrás al que hacerle caso, consideran personas de su entorno. Se refieren sobre todo a Johan Cruyff, pero también a un Ferran Soriano que le guíe en temas financieros o a un Txiki Begiristain que le marque el camino a seguir en el ámbito deportivo.

Ahora Laporta solo es Laporta. Sin ángel de la guarda. Para bien y para mal.