En un párrafo

omo todo gran personaje del deporte, Pep Guardiola tiene sus fans -alguno más canso que Manolo el del bombo- y sus odiadores. Es algo que va con el sueldo y que le añade sal y pimienta al fútbol. Y entre estos últimos se puede incluir -con escasísimas excepciones- a todo el periodismo deportivo que se hace en Madrid. Será porque le mojaba la oreja al Real Madrid con el Barça de Messi, Xavi, Iniesta y compañía. Será porque se ha ido convirtiendo en uno de los mejores técnicos del mundo. Será porque se proclamó independentista (es digno de estudio sociológico que todo periodista madridista es tan de derechas que parece una parodia). Será porque su falsa modestia cae a menudo en lo repelente. O porque volvió a cruzarse ante el Madrid con el Bayern y ganó. O porque volvió a hacerlo con el City y ganó. Y a saber qué pasa esta vez. Solo una cosa es segura: lo odian tanto que, con motivo o sin él, volverán a darle hasta en el carné.