Flaco y de pobre complexión atlética, carece de gran presencia física y fuerza. No tiene movilidad ni habilidad para librarse de la presión y tampoco un brazo fuerte. No es capaz de lanzar grandes distancias y es poco preciso en espacios reducidos. Se le presiona con facilidad y no cuesta demasiado derribarle”. Un informe tan rotundo sobre un quarterback (pasador) candidato a ser elegido en el draft de la NFL es digno de asustar a cualquier franquicia y también de deprimir a cualquier promesa juzgada con tanta dureza. Atendiendo al crudo análisis, en su día no fue de extrañar que el depositario de esas palabras, Thomas Edward Patrick Brady jr. (3-8-1977; San Mateo, California) no fuera elegido hasta el puesto 199, en la sexta ronda, del draft de 2000 por los New England Patriots, pero lo que no hizo fue minar la confianza del QB recién graduado en la Universidad de Michigan. Cuenta Robert Kraft, dueño de la franquicia patriota, que en el primer día de entrenamientos de cara al arranque de aquel nuevo curso, vio aparecer a Brady por las escaleras del viejo Foxboro Stadium con una caja de pizza bajo su brazo. “Vino a presentarse. Me dijo: Hola señor Kraft, y cuando estaba a punto de decirme quién era yo le conteste: ‘Sé quién eres; eres Tom Brady, nuestra selección en la sexta ronda del draft”. La respuesta de aquel chaval sigue muy viva en la mente del magnate: “Soy la mejor decisión que esta franquicia ha tomado en su historia”. Han pasado 19 años y Brady ha cumplido su palabra. A sus 41 años, liderará en la madrugada del domingo al lunes (0.30 horas) a los Patriots contra Los Angeles Rams en su novena aparición en una Super Bowl -plusmarca histórica-, de las que ha ganado cinco -solo Charles Haley ha llegado a esa cifra-.

Tras ingresar en la liga por la puerta de atrás, Brady, junto a su técnico de siempre Bill Belichick, (ambos han caminado de la mano por la exitosa dinastía de los Patriots inaugurada en 2001 y la grandeza de cualquiera de los dos no se entiende sin la aportación del otro), ha reescrito la historia de la NFL. No es solo que para muchos su nombre aparezca en la cúspide en las conversaciones sobre el mejor jugador de la historia del fútbol americano, sino que su figura ha trascendido más allá del deporte que practica. Aunque sea difícil de entender al no ser el fútbol americano un deporte de masas en la mayor parte del planeta, el debate que en Estados Unidos coloca a Tom Brady a una altura similar a la de Michael Jordan en la discusión sobre el mejor deportista de todos los tiempos sirve para calibrar su lugar en la historia. Por cierto, si gana esta Super Bowl, igualará los seis títulos de la NBA conquistados en su día por Air.

A diferencia de la gran mayoría de las leyendas del deporte, el caso de Brady es muy distinto al de la promesa al que todo el mundo auguraba gloria y éxitos prácticamente desde su adolescencia. En sus primeros años de high school actuó como suplente y él mismo editó cintas de vídeo con sus mejores jugadas para llamar la atención de las universidades ante la falta de ofertas. Una vez reclutado por Michigan, pasó en el banquillo gran parte de sus dos primeros cursos en la NCAA y en los dos últimos fue titular, pero tuvo que compartir minutos de juego con el otro QB del equipo. Sus estadísticas no fueron extraordinarias y tampoco brilló en las pruebas físicas previas al draft, por lo que tuvo que ver cómo 198 jugadores, entre ellos seis que actuaban en su misma posición, eran seleccionados antes que él.

La explosión Y su primer curso como profesional tampoco hacía presagiar lo que estaba por llegar. Era el cuarto QB de los Patriots, jugó un solo partido y completó un único pase. Su vida cambió el 23 de septiembre de 2001, en el tramo inicial de su segundo año en la NFL. En los compases finales del duelo entre los Patriots y los New York Jets, Drew Bledsoe, titular indiscutible en el puesto de pasador, cayó lesionado y Brady se vio de golpe y porrazo como titular. Sus dos primeros encuentros fueron normalitos, pero en el quinto lideró una remontada en la prórroga ante San Diego Chargers, fue elegido mejor jugador de la semana de su conferencia y la historia de la NFL sufrió una sacudida radical. Los Patriots, un equipo perdedor hasta entonces, no solo ganaron once de los catorce duelos de temporada regular en los que Brady fue titular, sino que fueron sorprendiendo a propios y extraños en los play off hasta dar la gran campanada ante los Rams en la Super Bowl y llevarse el trofeo Vince Lombardi con Brady como MVP del encuentro. Mientras el californiano sigue en la brecha, el resto de los componentes de la plantilla de New England que firmaron aquella gesta llevan retirados un mínimo de cinco cursos.

Con Brady ya a los mandos sobre el césped y Belichick en el banquillo, los Patriots se convirtieron en dominadores. Jamás han protagonizado una campaña en la que hayan sumado más derrotas que victorias, han ganado el título de su división en 16 de 18 temporadas, las últimas diez consecutivas, en ese periplo han llegado a la final de la conferencia AFC en trece ocasiones, de manera interrumpida entre 2011 y 2018, y han ganado nueve. Quarterback y técnico han sido las constantes en esta sucesión de éxitos, el resto del personal ha ido cambiando en un proceso de constante reciclaje extraordinariamente meritorio. Y en el plano individual, Brady siempre ha brillado con luz propia. Tres veces MVP de la NFL (2007, 2010 y 2017), cuatro veces mejor jugador de la Super Bowl, elegido para la Pro Bowl en 14 ocasiones, poseedor de infinidad de plusmarcas, sobre todo en play off y en la Super Bowl?

De los nachos al agua Porque hay dos aspectos de su juego que destacan por encima de los demás: su capacidad para dar lo mejor de sí mismo en los momentos de mayor presión (son míticas sus remontadas en los finales de partido) y su extraordinaria longevidad. En esto último ha tenido mucho que ver su cambio en cuanto a hábitos de alimentación y descanso. Él mismo ha reconocido que en su primer año en la NFL se alimentaba a base de nachos los días de partido y que durante el resto de la semana las pizzas y los aros de cebolla eran habituales en su dieta. Adoctrinado por su preparador personal, Alex Guerrero, lleva años apostando por costumbres radicalmente distintas. Asegura que se acuesta a las 20.30 horas para levantarse a las 5.30 de la mañana, bebe un mínimo de 25 vasos de agua al día y antes de cada sesión de trabajo (nada de pesas, sustituidas por trabajo con bandas de resistencia) ingiere un batido a base de moras, plátanos, nueces y semillas por su alto contenido en proteínas y calorías. Ni siquiera toma Gatorade en la banda durante los partidos (lo sustituye por una bebida con limón y electrolitos) y se obliga a practicar juegos mentales en su iPad en su tiempo libre.

Casado desde 2009 con la top model brasileña Gisele Bündchen, toda franquicia de la NFL no radicada en New England espera su retirada para ver caer la dinastía de los Patriots. Esta misma semana le preguntaron si existía alguna posibilidad de que dijera adiós tras esta Super Bowl. Su respuesta, un jarro de agua fría para sus haters: “Cero”. Palabra de Brady.

Duelos de ‘play off’. Brady jugará ante los Rams su partido número 40 de ‘play off’. 18 de las 32 franquicias de la NFL no llegan a esa cifra en toda su historia.

Pases de ‘touchdown’. Brady lleva 73 en ‘play off’. El segundo es Joe Montana, con 45.

El peor rival. Solo hay un equipo ante el que Brady tenga un balance negativo de triunfos y derrotas: Denver Broncos (8-9).

Polémica. Fue castigado sin jugar los cuatro primeros partidos de la campaña 2016 por el ‘Deflategate’, un polémico caso en el que se acusó a los Patriots de jugar con balones ligeramente desinflados de manera deliberada en la final de la Conferencia AFC de la temporada anterior ante los Indianapolis Colts.