vitoria - Solo hay sitio para uno. El renacido baloncesto turco ha conseguido colar a dos de sus representantes en esta Final Four pero el siempre caprichoso destino ha querido que deban protagonizar un duelo fratricida de alto voltaje esta tarde en el arranque de la competición para jugarse el único billete disponible para continuar peleando por el ansiado título y, además, situar en las manos del vencedor la supremacía en el basket otomano. De esta manera, Fenerbahce y Anadolu Efes vivirán un choque repetido nada menos que hasta en seis ocasiones ya este curso y que ofrece un equilibrio máximo por ahora con tres victorias para cada uno.

Se trata, en definitiva, de un espectacular juego de tronos en el que, por primera vez en mucho tiempo, el aspirante parece disponer de opciones reales de destronar al viejo monarca. Un papel que, evidentemente, recae en el combinado que adiestra Zeljko Obradovic. La llegada del inigualable técnico serbio al banquillo amarillo -acompañada de una ingente cantidad de millones para invertir- hace unos años supuso el salto definitivo del Fenerbahce a la élite del baloncesto continental, culminado con la conquista del único título de campeón de Europa que posee un club turco.

Con su irrupción tomó el relevo precisamente de su adversario de esta tarde, que en los albores del siglo XXI se había codeado con los mejores del Viejo Continente para después caer en una prolongada depresión. Bajo el yugo de su gran rival en la competición doméstica los últimos años, el Efes también se benefició de la importante entrada de capital en el baloncesto turco pero, un año tras otro, sus carísimos proyectos terminaban estrellándose con la imposibilidad de llevarlos a buen término deportivo. Hasta que, por fin, este curso parece haber dado con la tecla para conjugar con éxito ambos aspectos.

Tras verse obligado a disputar un quinto y dramático encuentro ante el Barcelona para certificar su presencia en el Buesa Arena, el plantel de Ergin Ataman se presenta en Vitoria sin la más mínima presión y con todo por ganar, al ser el único de los contendientes que no contaba con el título continental como gran objetivo el pasado verano. Una ausencia de responsabilidad que le convierte en más peligroso y que choca frontalmente con el estado de ánimo que presenta su oponente.

Porque para el Fenerbahce los ocho largos meses de competición que se han completado hasta el momento no pasan de ser casi un mero entrenamiento para afrontar lo que, en su caso, es el epicentro de su temporada. Dos partidos, el de hoy y la final del domingo si se clasifica, que determinarán si su trabajo recibe una matrícula de honor o un suspenso. No hay espacio apenas para los términos medios y, precisamente en este momento de la gran verdad, el cuadro turco se ha topado con la desgracia en forma de lesiones. Y es que Obradovic no podrá contar en esta Final Four con dos de sus principales armas, el italiano Gigi Datome y el francés Lauvergne.

Dos ausencias destacadas que confieren un aspecto más humano a un conjunto que, de otra manera, se convierte en prácticamente inaccesible para cualquiera. Si a eso se le añade que el Anadolu Efes ha completado una temporada en clara progresión y alcanza esta cita en su mejor momento, resulta evidente que la confrontación, ya de por sí equilibrada, se presenta más abierta que nunca.

En consecuencia, todo apunta a que la suerte de la contienda se decidirá en los detalles que inclinen los múltiples duelos individuales que se vivirán de un lado u otro. Empezando por el del banquillo. Cualquier otro equipo afectado por los problemas del Fenerbahce parecería herido de muerte pero la presencia del mago Zeljko en la banda hace que todo sea posible. Y es que su inigualable palmarés con nueve títulos de campeón de Europa le convierte en un factor determinante. Otro estará en el timón de ambos conjuntos, en el que Sloukas y Dixon por un lado y Micic y Larkin por el otro protagonizarán un duelo clave. En las zonas, Vesely y Melli se las verán con Dunston y Moerman.