pAMPLONA - “El año que viene nos vemos otra vez aquí”. Eso es lo que aseguraron los mandatarios del Euskadi-Murias en la cena de cierre de la Vuelta a España en Madrid ante los corredores, auxiliares, técnicos y demás staff del equipo vasco. Con esa frase, muchos de los presentes respiraron tranquilos. Escuchar esas palabras era, sin duda, la mejor de las victorias de la formación vasca, la más deseada, desde luego. Aquello era el discurso de la esperanza y la calma tras una semanas convulsas en las que la inquietud y la incertidumbre planeó con la mirada aviesa sobre la estructura vasca. La carrera finalizó el pasado 15 de septiembre con Primoz Roglic como campeón y el optimismo instalado en el tuétano de las filas de la formación vasca, que celebraba un triunfo inmejorable: el del futuro. La espléndida victoria de Mikel Iturria en Urdax desató la euforia y el inminente cierre del patrocinador, algo que anunció el propio Jon Odriozola, mánager del equipo, que serviría para apuntalar el proyecto de cara el próximo año, dibujó una amplia sonrisa en los integrantes del equipo, que antes de la Vuelta solo percibían nubarrones negros.

Aparentemente solo faltaba la rúbrica con el esponsor que certificaría la continuidad del Euskadi-Murias en la carretera tras un arduo proceso negociador. Sin embargo, la tan anhelada firma, que hace algunos días parecía un mero formalismo, si acaso una cuestión de tiempo, aún no ha llegado y no existen visos de que esta se concrete. El peor de los escenarios envuelve en estos momentos al Euskadi-Murias. El desánimo ha tomado el corpus del equipo y salvo un cambio radical en las próximas horas, la desaparición del Euskadi-Murias es un hecho a falta de la comunicación oficial. La fecha límite para decretar el cierre es mañana. Los corredores de la estructura ya han sido informados vía correo electrónico tal y como ha podido saber DEIA.

Los ciclistas conocen de primera mano la delicadísima situación por la que atraviesa la formación y desde la dirección del equipo les han dado vía libre para incorporarse a otros proyectos. Dos semanas después del esperanzador anuncio y a las puertas del cierre de plazo de inscripción del equipo en la UCI, previsto para el 1 de octubre, -si bien después de esta fecha, pagando una multa de 500 francos suizos por día de retraso la formación puede inscribirse- al Euskadi-Murias solo podría salvarle un milagro en forma de inyección económica de ultimísima hora, un escenario que no se contempla ahora mismo.

vía libre a los ciclistas El optimismo reinante ha virado irremediablemente hacia el pesimismo. La pasada semana estaba prevista una rueda de prensa para dar a conocer el acuerdo con el nuevo patrocinador, pero esta quedó aplazada sine die ante la falta del sí definitivo del esponsor, que finalmente no se incorporará al proyecto. El tiempo corre en contra del futuro del equipo y desde la dirección del mismo ha instando a los corredores a que aten su porvenir ante la imposibilidad de garantizarles un curso más en la estructura. En el Euskadi-Murias han agotado todas las vías de negociación posibles para la incorporación de un patrocinador que diera vida al proyecto, pero finalmente se ha impuesto la dura realidad. El único equipo vasco de la categoría Continental Profesional no rodará la próxima campaña. El sueño del Euskadi-Murias ha acabado en pesadilla ante la imposibilidad de seguir creciendo.

De hecho, son varios los ciclistas del Euskadi-Murias, entre ellos, Mikel Iturria, Mikel Aristi, Julen Irizar, Gari Bravo y Mikel Bizkarra que ante la agónica situación habrían puesto rumbo a la Fundación Euskadi, que el próximo curso dará el salto de categoría para acceder a la categoría Continental Profesional, el estatus que ahora dispone el Euskadi-Murias. A diferencia del Murias, la Fundación Euskadi tiene asegurado el porvenir financiero. Mientras el desembarco en el equipo naranja continúa, el calendario ahoga sin remisión al Euskadi-Murias para encontrar un apoyo económico que devuelva la vida al equipo, a punto del desahucio. A pesar de lo angustioso de la situación, la firma de un esponsor desatascaría de inmediato el riesgo de desaparición del equipo, pero no es un escenario probable. Si bien en los pasados días la firma del patrocinador parecía un simple ritual que remataría las negociaciones, en las últimas horas esa oportunidad se ha desvanecido por completo y el colmillo frío del cierre del equipo es una realidad que solo un milagro podría salvar.