Convengamos en dos verdades de Perogrullo, la primera es que los seres humanos, incluidos los jugadores de fútbol, poseemos unas extremidades superiores compuestas por brazo, antebrazo y mano; la segunda es que las Reglas de Juego, tomando la parte por el todo, consideran una infracción por mano que los jugadores, con la salvedad de los porteros en sus áreas, jueguen el balón con dichas extremidades. Claro es que resulta inevitable que el balón toque a menudo en las manos de los jugadores y las Reglas se ven obligadas a definir cuándo esta circunstancia es tolerable y cuándo debe ser considerada una falta que en todo caso se sancionará con un tiro libre directo o penalti si sucede dentro del área del equipo defensor. La interpretación de estas normas cambia a menudo y los árbitros deben conocer las que rigen en cada temporada y aplicarlas con el mejor criterio posible. Durante toda la historia del fútbol se había considerado que una mano no deliberada nunca era sancionable, sin embargo esta temporada se ha hecho constar en el texto reglamentario que si se produce una mano no deliberada que consigue un gol en la portería contraria o genera una ocasión de gol el árbitro deberá sancionar la falta. Podrá darse la circunstancia de que el portero lance el balón con su mano, este golpee en el brazo de un delantero que esté de espaldas y la pelota entre en la portería, esta jugada que siempre habría sido gol será sancionada ahora con tiro libre directo. Por supuesto seguirán sancionándose todas las acciones de jugar el balón de manera voluntaria con las manos y se hará especial hincapié en esas situaciones en las que el jugador agranda su silueta colocando sus brazos de modo antinatural y ocupando un espacio excesivo, por ejemplo cuando los brazos se sitúan por encima de los hombros. No se sancionará como falta cuando el jugador cae al suelo y el balón le golpea en el brazo de apoyo o cuando la pelota le rebota viniendo directamente de su cabeza o cuerpo o de los de un compañero. Tampoco se considera infracción cuando la mano o el brazo están cerca del cuerpo y no se encuentran en una posición antinatural con la que consigan ocupar más espacio. En la práctica es inevitable que surjan situaciones intermedias que quedarán, no hay más remedio, a criterio del árbitro que en categorías profesionales dispondrá de la inestimable ayuda del VAR.

El autor es vocal de Formación del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol.