Se llama Nando de Colo y tiene cara de no haber roto un plato en su vida, pero detrás de esa apariencia tan tierna se esconde un verdadero fuera de serie capaz de desastibilizar por sí solo a cualquiera a simple golpe de talento. Al Baskonia le ha acribillado en numerosas ocasiones cuando vestía la elástica del CSKA, pero nada comparable con la masacre de ayer (39 puntos) en la que se ensañó hasta límites insospechados con un visitante nuevamente melancólico, frágil e inestable cuando la velada se puso caliente.

El equipo vitoriano puso la mejilla con una defensa por momentos de plastilina y el mago francés no desaprovechó la ocasión para golpearle una y otra vez con un incesante recital de canastas. La sangría se detuvo, a la postre, en 44 créditos de valoración, suficientes para hacer trizas el objetivo azulgrana de dar la campanada en un Ulker Sports Arena con el miedo metido en el cuerpo durante tres largos cuartos. No le llegó el oxígeno al cerebro a un Kirolbet que, si bien compitió con decoro y dignidad durante gran parte del choque, terminó hincando la rodilla con relativa facilidad.

Se mantuvo una jornada más la dinámica derrotista. No hay manera de ver la luz al final de un túnel oscuro. Pese a que un envenenado calendario no ha dado ningún respiro con infinidad de partidos lejos del Buesa Arena, algo chirría alrededor de un Baskonia con multitud de jugadores incapaces de abandonar la mediocridad y soltarse. Es tan inestable el edificio que al menor soplido del rival acaba derrumbándose y reducido a escombros. Al Fenerbahce le bastó la inmensa clase de su fichaje estrella de cara a este curso para, sin apenas despeinarse, meter la directa en pos de su primera victoria en la Euroliga.

Con semejante discontinuidad, no se pueden pedir milagros. Todo corazón, pundonor y deseo, el Kirolbet volvió a purgar en la capital turca sus carencias, especialmente en un juego interior cogido con alfileres. Eric y Fall quedaron retratados en un partido de caza mayor. El primero pecó de blandura y el segundo reincidió en su incapacidad para evitar las faltas absurdas. Si de algo no puede presumir el azulgrana es de ser un grupo redondo y en el que todas las piezas remen en la misma dirección.

apagón mortal A la hora de la verdad, Perasovic se sostuvo con la raza de Shengelia, el colmillo de Shields y la energía de Henry, un base tan físico y vertical como desconcertante e inoperante desde la larga distancia. Sus pares le flotaron de manera descarada sin que esgrimiera algo de acierto exterior. En el lado negativo de la balanza, aún se sigue esperando la mejor versión de Janning -el georgiano maquilló su estadística con todo perdido- y Stauskas, completamente fuera de ritmo tras una lesión de la que nadie sabe con certeza si está restablecido. Para colmo de males, el discreto rendimiento de Vildoza estuvo condicionado por sus molestias en el hombro.

El Fenerbahce apretó en el momento justo para marcar la diferencia. Tampoco necesitó grandes alardes un anfitrión muy lejos de su mejor versión y que ha empezado la temporada al ralentí. Tras arrancar el último cuarto con un parcial de 0-4 como consecuencia de una canasta de Shengelia y dos tiros libres de Garino (63-62), el Baskonia se apagó por completo y se erigió en un hueso fácil de roer. En un abrir y cerrar de ojos, bajó los brazos, perdió la fe y sus desventajas crecieron como la espuma. Unos síntomas preocupantes que denotan la falta de confianza y los miedos de un equipo que encadena ya cuatro derrotas consecutivas entre los dos frentes.

El Baskonia sufrió la versión más salvaje de Nando de Colo en tierras turcas. El fino estilista galo quedó excluido del cinco titular de Obradovic, pero desde su ingreso en pista fue una verdadera pesadilla para la defensa azulgrana. Canastas de todos los colores para un elegante escolta que, hastiado del frío de Moscú, debió probar nuevos desafíos este verano a las órdenes del nueve veces ganador de la Euroliga. Los diferentes defensores que le encomendó Perasovic naufragaron con estrépito a la hora de reducir su álgida producción.

Si el ataque del Fenerbahce tuvo un nombre propio, la oportuna respuesta en las filas alavesas durante la primera mitad llegó a cargo de Shields, rebosante de confianza en sus tiros abiertos. Tras el intermedio, el conjunto turco subió varios enteros el listón físico pese al peaje de las faltas. Entonces el partido derivó en un mal trago hasta cierto punto esperado.

MAGIA FRANCESA Nando de Colo fue una pesadilla de principio a fin para un Baskonia que se apagó al inicio del último cuarto tras estrechar el marcador hasta un esperanzador 63-62. El fino estilista francés, desplegando la magia que le caracteriza desde tiempos inmemoriales, abusó del endeble equipo vitoriano con un asombroso concierto de canastas.

DEMASIADA VULNERABILIDAD Al menos soplido por parte de los turcos, el Kirolbet demostró un día más que es un equipo cogido con pinzas en el que el juego interior no ofrece ninguna garantía, los dos tiradores (Stauskas y Janning) carecen de munición y Vildoza acusa sus problemas físicos en el hombro. De nada sirvió, a la postre, la buena imagen durante muchos minutos en el Ulker Sports Arena.