quizá el cambio más drástico que ha sufrido el mundo del tenis en ciento y pico años, es la invención del tie break, ese desempate a siete puntos que deshacía la igualdad en el final del set y que evitaba los partidos maratonianos y, en ocasiones, infumables. Lo que ahora es normal, tuvo en los inicios sus más y sus menos, sus partidarios y sus detractores, aquellos que lo defendían como un invento que daba soluciones a varios problemas y los románticos, que abogaban por el tenis “de toda la vida”. Eran los años 70. El tie break, aunque le costó lo suyo, pasó el test.

Ahora estamos ante un cambio, no ya de reglamentación, sino de competición: la nueva Copa Davis. Y aquí sí que hay románticos defensores del torneo por equipos más importante del año como algo intocable. Frente a ellos, los que desean algo nuevo, más fresco, con un ritmo más vivo. Y es que hasta ahora, las eliminatorias se jugaban en febrero, abril, septiembre y noviembre, en un cuadro por eliminatoria, en sede a sortear (o tirando de archivo histórico), en la superficie elegida por el anfitrión (generalmente la que más perjudicaba al visitante), en fin de semana y a cinco sets.

Dentro de pocos días vamos a asistir a una primera edición que se va a jugar en una sola sede (Madrid, Caja Mágica), en una superficie rápida (GreenSet, superficie habitual en los Masters desde 1990), al mejor de tres sets (no cinco como hasta ahora) y con una primera ronda que tendrá 6 grupos de 3 equipos (en cada grupo juegan liga). Así pues, de cada grupo se clasificará el mejor equipo y para completar los cuartos de final pasarán los dos mejores segundos. De esta forma, estos ocho equipos disputarán los cuartos de final el viernes, para jugar semifinales el sábado y la última ronda el domingo.

Al margen del formato de competición, lo que está claro es que el espectáculo es de lo mejor que se puede ver en el panorama polideportivo mundial y, además, todo concentrado en una semana y en una ciudad, algo que hace que se viva con más intensidad y, seguramente, forofismo.

El 18 de noviembre se abrirá el telón. Y el domingo 24 podremos valorar si la nueva Davis ha pasado el test, si han ganado los progresistas, los que miran hacia delante intentando cambiar, o los románticos, los del tenis “de toda la vida”. Vamos, como las elecciones pero con raqueta.

El autor es entrenador nacional de tenis