Tan caprichoso es el baloncesto que el destino del Baskonia ayer en Santa Cruz de Tenerife acabó en las manos de uno de sus hijos pródigos. Marcelinho Huertas destapó el tarro de las esencias durante gran parte del duelo y tuvo la posibilidad de convertirse en el verdugo azulgrana sobre la bocina con el clásico tiro a una pierna que ha embocado en infinidad de ocasiones durante su carrera. Agobiado por el bocinazo final y tras una enrevesada posesión local, su tiro fue repelido por el aro. Frustración en el Santiago Martín y suspiro de alivio en un Baskonia que, tras moverse en el alambre a lo largo de la velada, consiguió una angustiosa victoria que le permite coger más oxígeno en la clasificación.

Tras un estrambótico epílogo en el que desperdició varias ocasiones para dar la puntilla con pérdidas absurdas, un tiro libre fallado por Henry y ataques mal gestionados, el Baskonia salió indemne a duras penas de la emboscada en una de las pistas más exigentes de la ACB. Y lo hizo con una pizca de fortuna tras resistir las embestidas de un Tenerife encomendado a la magia y al buen hacer de Huertas, cuya figura se agigantó a medida que pasaban los minutos. El veterano paulista ofreció todas las virtudes que le vendrían de perlas al equipo vitoriano: pausa, saber estar, juego cerebral y una excelente conexión con Shermadini en el bloqueo y continuación.

El azulgrana fue un ejercicio de supervivencia en las más adversas circunstancias. Empezando por la famélica rotación que Perasovic acortó hasta límites insospechados, el nulo protagonismo de un puñado de jugadores con Stauskas, Shields, Polonara y Diop a la cabeza -Eric fue el sacrificado antes del salto inicial y Miguel González volvió a ser un espectador de lujo-, la exhibición de Huertas al timón y el golpe de Fall en la rodilla derecha que le retiró de la circulación a menos de dos minutos para la conclusión. Unos exprimidos Henry, Garino y Shengelia llevaron el peso de un partido repleto de alternativas que permite al Baskonia equilibrar su balance de victorias-derrotas en el frente doméstico.

Entre el americano, el argentino y el georgiano firmaron 65 de los 79 puntos del Kirolbet. Esfuerzo supremo y titánico el de un trío que se metió entre pecho y espalda una minutada de consecuencias imprevisibles ante un calendario tan comprimido. El resto, un solar absoluto. Aunque el conjunto vitoriano salvó los muebles, la deserción de tantos integrantes puede ser mortal de necesidad en una carrera de fondo donde quedan tantos desafíos a la vuelta de la esquina.

La visita a la Isla requería bajar al barro para evitar otro fatídico desenlace en La Laguna y en esta ocasión el Baskonia pareció llegar con la lección aprendida. Mostró su perfil más destajista y rocoso, enarbolando gracias a Henry y Garino la bandera de un baloncesto físico que se le atraganta a la mayoría de los modestos en la ACB. Hasta la posterior irrupción de Shengelia, ambos fueron los grandes artífices a la hora de forjar las primeras ventajas en el siempre bullicioso Santiago Martín. Letales a campo abierto y haciendo gala de una notable explosividad, Vidorreta no encontró nunca la fórmula para reducirles.

el jardín de huertas El Iberostar metió una marcha más y buscó con más ahínco el triple tras el intermedio. Fueron minutos en los que el exbaskonista volvió a evidenciar que el paso de los años no ha minado ni un ápice su capacidad para leer el juego de forma magistral. Tanto Marcelinho como Lundberg pusieron en serios problemas a un Baskonia que vio cómo varios jugadores pasaban completamente desapercibidos en Tenerife.

Ni los dos tiradores (Janning y Stauskas) ni Shields, todos ellos relegados al ostracismo, brindaron algo positivo a un equipo ya corto de por sí que se sostuvo a duras penas gracias al enorme despliegue de una reducida guardia pretoriana. Hasta la tempranera cuarta falta de Henry, Perasovic se jugó durante muchos minutos la baza de dos bases y Garino para conformar la cuerda exterior. Solo en la recta final el técnico croata retiró la confianza a Vildoza ante su manifiesta incapacidad para frenar la hemorragia de Huertas, letal no solo a la hora de facturar canastas sino también de alimentar a Shermadini.

Como no podía ser de otra manera, el partido desembocó en una final taquicárdico. El balón empezó a quemar en las manos de todos los protagonistas. Nadie parecía querer llevarse el gato al agua. Arreciaron los errores en uno y otro bando hasta que la imprecisión de Huertas, demasiado forzado en la última suspensión, dinamitó los sueños del Tenerife. El Baskonia salvó esta vez el pellejo, pero aún está muy verde para aspirar a grandes gestas.

UN TRÍO DE ASES Henry, Garino y Shengelia abanderaron el empuje de un Baskonia con una famélica rotación en el Santiago Martín de Tenerife. Su despliegue en todas las facetas evitó un nuevo descalabro ante un Iberostar que dispuso de un último balón para haberse llevado el gato al agua. Sin embargo, Huertas no pudo vestirse de héroe.

DEMASIADO INTERMITENTE El Baskonia mostró su perfil más guerrillero y rocoso en la primera mitad, pero tras el descanso se vio desbordado por la exhibición de Huertas en el timón insular. El paulista desplegó toda su magia a la hora de facturar canastas y alimentar a sus compañeros, pero su incansable trabajo careció de recompensa.

Vive su momento más dulce en sus tres años como baskonista. Brillante despliegue físico al que sumó una notable actuación en el plano ofensivo. Letal en el juego de transición.