PAMPLONA - Cuando se anunció la incorporación de Jorge Lorenzo al equipo Repsol Honda, Marc Márquez celebró la noticia porque temía el potencial que llegó a alcanzar el mallorquín en el equipo oficial de Ducati. “Prefiero a mis principales rivales con mis mismas armas que con otra moto”, expresó el catalán. Y es que Lorenzo, aunque tardó, terminó infundiendo temor en la parrilla con solventes victorias durante su última etapa con la moto italiana. Las sensaciones del binomio Lorenzo-Ducati al alcanzar el punto álgido llegaron a ser más que positivas desde meses antes de que se oficializase el desenlace. Para entonces, el matrimonio estaba condenado. Piloto y equipo vivieron demasiados desencuentros en esa búsqueda del nivel, y cuando llegó, la situación estaba enquistada. Se había tornado irreversible. No había marcha atrás. Seguramente hoy las decisiones serían otras, pero esta es otra historia.

Este año, Ducati ha estado más lejos del campeón que los dos anteriores. Las opciones de disputar la corona de MotoGP han menguado. Andrea Dovizioso, líder del proyecto italiano, ha firmado hasta la fecha dos victorias, mientras que en 2017 y 2018 fueron seis y cuatro, respectivamente.

En relación a Lorenzo, el presente no es que sea peor que el de Ducati, es que es un desastre. El Repsol Honda es el equipo más laureado de la historia, con quince títulos de pilotos en la categoría reina, y la marca japonesa es la más exitosa de todos los tiempos, con 64 cetros mundiales, 21 de ellos en la máxima cilindrada. O sea, recalar donde está Lorenzo en 2019 es cumplir el sueño de cualquiera. Sin embargo, el pentacampeón afronta el peor momento de su trayectoria.

En el reciente Gran Premio de Australia, Lorenzo ejecutó la carrera más discreta de su vida. Terminó en decimosexta posición, pero último, a 1:06 de la cabeza de carrera, de su compañero Márquez, y a 21 segundos del penúltimo clasificado. Perdió 2,4 segundos por vuelta. Una aberración. En Phillip Island se dio la circunstancia de que Johann Zarco debutó con Honda, en el equipo satélite LCR, como sustituto del intervenido quirúrgicamente Takaaki Nakagami. El francés fue decimotercero, a 26 segundos del ganador, con una máquina inferior en prestaciones.

Justo es decir que Lorenzo arrastra un calvario de lesiones: en enero de 2019 fue operado del escafoides de la mano derecha, lo que le impidió arrancar la temporada en plenas facultades; en el estreno en Catar, durante los entrenamientos, sufrió una fisura de costilla y fuertes contusiones en las muñecas y la espalda; en Catalunya se cayó en carrera y en el test de la jornada posterior, provocándose dolores de pecho y espalda; solo diez después, en los Países Bajos, se fracturó una vértebra torácica y padeció una grieta capilar en otra. Pero el tiempo no se detiene. La paciencia y la fe se consumen, tanto a título personal como de equipo. Ha sumado 23 puntos, con la undécima posición como resultado más destacado y es decimonoveno en el campeonato. Mientras, el campeón Márquez aglutina 375 puntos, con once victorias y dieciséis podios en diecisiete carreras. La imagen es hiriente. Lorenzo está dañando al concepto de piloto que se ha forjado. Está sumido en un punto de inflexión que le obliga a reflexionar sobre su futuro, a decidir.

una relación “degradada” Mientras Honda y el equipo Repsol han tratado hasta ahora de ratificarle como alguien que cumplirá su contrato, que expira al concluir 2020, Lucio Cecchinello, director del equipo LCR, el filial de Honda, es la primera voz que presenta un discurso discordante con el de los responsables de Honda Racing Corporation (HRC), el departamento de competición de la fábrica japonesa. El italiano siembra dudas sobre la continuidad de Lorenzo. “En realidad, no son cosas que me preocupen y no pido información ni a Kuwata (dirigente de HRC) ni a otro; no me permito preguntar cuáles son sus intenciones. Lo que puedo decir claramente es que hay una degradación en la relación entre Jorge y su equipo, pero esto es normal, porque ver a un cinco veces campeón del mundo que acaba último, a un minuto, me parece una cosa deprimente para él y su imagen”, manifestó en declaraciones concedidas a PGOne.com.

Cecchinello profundizó más sobre la situación. Incluso consideró plazos. “A Jorge no le gusta esta moto. Esperará a ver cómo se encuentra con el prototipo de 2020. Luego espero que continúe o que antes de que empiece la temporada pueda decir: Mirad, no me encuentro con vuestras motos, dejo de correr. Esta es mi lectura, porque no quiero imaginar que Jorge esté dispuesto a hacer un año entero, que son 20 carreras, para hacer siempre el último. No creo que sea su interés, ni tampoco el de HRC”, valoró.

A juicio del expiloto transalpino, el problema que atenaza a Lorenzo es la “falta de confianza”. “Si miramos los tiempos que hizo en Jerez con la moto de 2018, estaba a alguna décimas de Marc, cerca. La de 2019 da menos confianza y sensibilidad a los pilotos en la parte delantera. Analizando las prestaciones de Jorge, un 70 o quizá un 80% dependen de la falta de confianza, y la parte restante de su estilo de pilotaje sobre esta moto. Es bastante evidente que no tiene confianza”, aseguró.