Mientras en otras ciudades el dilema de estos días gira en torno a encontrar la prenda más elegante para lucir en el cotillón, en Pamplona la estampa es distinta. En la víspera de la última noche del año, las cuadrillas más previsoras ultiman los detalles de su disfraz. Por el contrario, las más perezosas comienzan su anual carrera contrarreloj en busca del atuendo más pintoresco posible para poner el broche de oro a 2025 y dar el pistoletazo de salida a 2026 entre risas y mofas.
Este año, las tiendas de disfraces predicen una Nochevieja repleta de vaqueros, vikingos, piratas, presos y charleston. “Parecido a lo de todos los años”, considera Sonia Barkos, propietaria de La Golosina, en la calle San Antón. Según cuenta, esta vez no ha destacado ninguna temática en especial. “Tenemos tantas plataformas y tantas series que ya no se pone de moda un único concepto. Cada uno va de lo que le gusta”, añade.
Otro clásico que se repite año tras año y que parece ser uno de los favoritos entre los jóvenes es el travestismo. Tal y como explica R. U., de la tienda Eregui Villava, “ya han venido varios amigos en busca de artículos para disfrazarse de mujer. Les hace mucha gracia vestirse así y, además, pasan un rato muy divertido enredando entre accesorios, imaginando cómo les van a quedar”.
Y es que la tradición de disfrazarse en Nochevieja ha consistido siempre precisamente en eso, en compartir risas con la gente más cercana y sin importar las apariencias. No obstante, Sonia Barkos identifica un cambio en esta costumbre tan arraigada. “Las generaciones que solían acercarse a comprar disfraces han crecido y ahora tienen responsabilidades que no les dejan salir por la noche”, apunta. Aun así, se trata de un día tan destacado en las Navidades de los pamploneses que muchos optan por disfrazarse, aunque sea, en casa, con sus familias.
“El otro día vino una señora que buscaba un traje de enfermera para celebrar con sus familiares”, cuenta la propietaria de La Golosina. De hecho, algunas familias se lo toman tan en serio que organizan verdaderas competiciones e involucran en los festejos a los más txikis, con el fin de que se aficionen y cojan el relevo de esta tradición. “Al inculcarles desde pequeños esta costumbre, cuando se hacen mayores son ellos mismos los que demandan disfrazarse y formar parte de ello”, añade la empleada de Eregui.
Descuentos, previsiones y última hora
La clientela de Party Land, el establecimiento del centro comercial La Morea, parece ser bastante previsora. Según Vanessa Zamora, “los disfraces se vendieron, sobre todo, la semana pasada, probablemente porque la gente quiso aprovechar los descuentos que teníamos”. Mientras, los clientes de La Golosina dejan el asunto del disfraz para el último momento.
“La mayoría solo tienen claro que quieren disfrazarse en Nochevieja, pero vienen sin saber de qué quieren ir”, relata Sonia. Generalmente, estas prisas les hacen elegir un disfraz completo, ya preparado, para no perder tiempo en detalles y complementos. “Vienen aquí, consultan el catálogo y se llevan el que más les gusta”, explica. De igual manera, “siempre hay alguno que no se conforma con nada –ni con las 400 opciones que alberga el muestrario– y nos pide consejos urgentes para armar un disfraz a base de accesorios”, bromea.
El auge de los bazares y las tiendas online
Desde los ochenta, el ritual de Pamplona posterior a comerse las uvas se distingue del resto de ciudades por parecerse más a unos carnavales que a una gala de fin de año. La Golosina acumula a sus espaldas 54 años de serpentinas, bromas y disfraces, y en ese tiempo ha visto evolucionar las tendencias de la ciudad para elegir la vestimenta de Nochevieja.
En los inicios, la gente prefería alquilar disfraces, “una opción que muchos jóvenes ni siquiera sabrán que existe”, bromea Sonia. Ahora, los clientes prefieren comprarlos para evitar disgustos. “Algunos atuendos cuestan solo seis euros y, por ese precio, te olvidas de preocuparte de no romperlo”, admite.
Aunque este local está consolidado como una de las tiendas referentes del sector en la ciudad, el volumen de ventas no es el mismo que hace años. Los bazares y las tiendas online son ahora las principales alternativas a las que acuden los clientes. De hecho, reconoce Sonia, “el problema es que las nuevas generaciones apenas compran en tiendas físicas”.
Para ella, algunas de estas nuevas opciones están llevando a cabo una competencia desleal. “Usan las mismas imágenes que tenemos nosotros, las ofrecen a un precio muy inferior y después, envían un producto diferente, de peor calidad o incompleto”, revela. “Se cumple, literalmente, el dicho ‘de lo que pides versus lo que te llega’”, lamenta.
Aun así, estos lugares albergan la más pura esencia de la peculiar Nochevieja de esta tierra; una tradición que, según Vanessa, “no se va a perder”. Terminar un año y empezar otro entre disfraces ocurrentes y carcajadas es, para ella, “una costumbre que gusta celebrar casi tanto como los Sanfermines”.