as restricciones de movilidad aprobadas en Navarra el pasado 21 de octubre, que suponen un confinamiento perimetral, tienen en el deporte las excepciones de los equipos profesionales o de los que militan en competiciones de primer o segundo nivel de ámbito nacional. También se han salvado de la prohibición las competiciones que no salen de las fronteras navarras, caso de la Tercera División.

Por ello, en la actualidad están compitiendo con normalidad fuera de Navarra -salvo que haya casos de coronavirus en sus plantillas o las de sus rivales-, entre otros: Osasuna, los cuatro equipos de Segunda B y de juveniles de División de Honor, en fútbol; los dos equipos de Primera masculina y los dos de Segunda femenina, en fútbol sala; el Waterpolo Navarra; los equipos de máxima categoría de béisbol; o el Osés Construcción (Liga Femenina 2) y el Basket Navarra (LEB Plata), en baloncesto.

Pero en este deporte, y pese a cumplir todas las medidas sanitarias, hay dos equipos a los que no se les permite competir: el Megacalzado Ardoi y el Valle de Egüés, de la LEB Plata.

"Es difícil, muy duro para los jugadores", confiesa Pope Urtasun, directivo de la Fundación Ardoi. "El ambiente es tristón, los chavales vienen a entrenar sabiendo que no van a tener la recompensa del fin de semana", asegura Alberto Sáenz, directivo del club Valle de Egüés. El dirigente del Ardoi se suma a este pensamiento añadiendo que los jugadores están haciendo un trabajo excepcional, tanto en el trabajo físico como en su comprensión y su paciencia por volver a la pista.

El Megacalzado Ardoi tan solo ha jugado un partido, contra el Goierri-Iparragirre 2020, mientras que el Valle de Egüés aún no se ha podido estrenar.

Urtasun y Sáenz entienden la situación, pero no comprenden que contrincantes de Euskadi y Cantabria estén compitiendo entre ellos con total normalidad mientras sus equipos lo ven desde casa. "Podrían tener un poco de manga ancha, solo somos dos equipos en Navarra", solicita Urtasun. Según Sáenz, la medida es incongruente, no tiene sentido que otros equipos en categorías inferiores sin tomar medidas estén jugando y ellos no. En otros deportes no se toman las medidas necesarias y se juega igual.

Lo único que les limita es la restricción geográfica, no pueden jugar contra otros equipos debido al confinamiento perimetral que afecta a Navarra. "Podríamos organizar un partido contra el Valle de Egüés si habláramos con ellos", plantea Urtasun, pero para Sáenz este encuentro no merecería la pena porque si se jugara, por ejemplo, en una jornada en la que deberían haber jugado contra cualquier otro equipo, el ritmo de la Liga se alteraría.

Además, Sáenz se queja de que en el momento en el que vuelvan a jugar se les acumularán todos los partidos que no han jugado hasta ahora. "No somos profesionales. Nuestros jugadores tienen sus trabajos o sus estudios y muchos no podrían desplazarse a otras ciudades dos o tres veces por semana para competir".

La Federación Española de Baloncesto envió un comunicado de unas cincuenta páginas informando sobre las medidas a seguir. Las pruebas PCR, la distancia de seguridad (siempre que se pueda), la toma de temperatura y la desinfección de manos, de material deportivo y de las instalaciones son normas establecidas ya en el día a día de los jugadores. Con todos los gastos que estas medidas conllevan, entre ellas la contratación de médicos especializados, equipos de limpieza muy superiores a los de antes, e incluso algunos entrenan con mascarilla y extreman la prudencia más allá de lo obligatorio en cada entrenamiento. El Ardoi no ha tenido ningún positivo hasta el momento y el Valle de Egüés solamente uno en lo que va de temporada.

"Únicamente tuvimos a principio de temporada un positivo y otro jugador que estuvo en contacto con un contagiado", aclara Sáenz. Cuando iba a empezar la Liga, hubo un caso en el equipo de Olaz en el que uno de los jugadores notó síntomas compatibles con el virus y lo informó, dando positivo más tarde. Poco después, otro de los jugadores dijo que había estado en contacto con un positivo y rápidamente se confinó.

Los jugadores ya saben que en cuanto notan cualquier síntoma (tos, sensación de ahogo en los entrenamientos, fiebre, dolor de cabeza o de articulaciones) tienen que avisar a sus entrenadores para que éstos informen al equipo correspondiente de esa semana de que no podrán acudir al encuentro. "Por suerte, los chavales no son unos descerebrados", dice Sáenz, "y conocen las normas al dedillo". Así lo hacen también aquellas promesas que suben a jugar a EBA.

El Valle de Egüés tuvo la oportunidad de jugar la Copa de Aragón, que duraba dos fines de semana. Pero en cuanto se disputó la primera jornada apareció un positivo de coronavirus y no pudo continuar con la competición. Fue la única oportunidad en la que el Valle de Egüés pudo demostrar todo lo que llevaba entrenado durante semanas.

"Como en otros deportes hay menos ligas y en baloncesto hay liga EBA, LEB, Primera y Segunda, estamos desatendidos, no tenemos las mismas facilidades que otros deportes", se lamenta Urtasun.

Con respecto a los entrenamientos, los dos equipos empezaron la pretemporada dispuestos a jugar. Sabían que esta campaña no iba a ser igual que las anteriores y que tendrían que depender cada semana de las circunstancias. Los jugadores se entrenan tres veces a la semana y esperan que entrenando tan duro y con tantas restricciones por lo menos jueguen lo máximo posible.

Según Sáenz, llevan en pretemporada desde agosto. Primero entrenaban sin contacto y, más tarde, cuando tuvieron noticias de que la liga empezaba, con contacto. "Pero estamos en noviembre y todavía los chavales no han rascado bola", comenta Sáenz.

El directivo del Valle de Egüés sostiene que en esta categoría los entrenamientos son muy destinados al partido de cada semana y que cuando no saben contra quien compiten, es muy difícil. "En los entrenamientos utilizamos mucho vídeo, requieren más preparación que en categorías inferiores", asegura.

Los dos directivos coinciden en que "la temporada va a ir sobre la marcha, sabíamos que este año sería así y nos hemos amoldado". Sáenz recuerda cuando el segundo entrenador, Jonathan Segur, les informó de que se aplazaba el primer partido y todos aceptaron. Conforme llegaba el segundo encuentro, tuvieron otra mala noticia y así consecutivamente hasta ahora. "Los jugadores se han cansado de esperar, van sobre la marcha y como ven que la cosa no mejora, se van desanimando".

El directivo del Valle de Egüés dice que no son profesionales, que lo hacen por amor al arte, pero que merecen las condiciones que les prometieron a principio de temporada. Lo que no ven lógico es que tengan que seguir gastando todo ese dinero en pruebas si no van a competir.

Otro de los aspectos que afecta indirectamente a estos aplazamientos de partidos son la gestión que ello conlleva. Los encargados del transporte tienen que cancelar los viajes contratados para, mínimo, dos semanas, lo que duran las restricciones.

Los jugadores de este nivel se entrenan normalmente a las 20.30 horas, pero como ahora las nuevas medidas obligan a cerrar las instalaciones a las 21.00 horas, por lo que los dos equipos han tenido que reorganizar los entrenamientos de todas las categorías e incluso reducir o eliminar horas para que los de EBA puedan entrenar las horas necesarias.

"Si se aplazan los partidos de otras categorías inferiores, tendrán que jugarse en los tres módulos. Eso implica seis equipos en una pista de baloncesto cubierta, con más probabilidades de contagio. Por no hablar de los vestuarios y la dificultad para desinfectar todo eso", manifestó Sáez.

Los dos entrenadores concluyen que en cuanto puedan volver a viajar lo harán con muchas ganas, y esperan que sea pronto.

"Los chavales vienen a entrenar sabiendo que no van a tener la recompensa del fin de semana"

Directivo del Valle de Egüés

"Podían tener un poco de manga ancha con nosotros. Solo somos dos equipos y esto es muy duro"

Directivo del Megacalzado Ardoi