La camiseta de la navarra Naiara Díez (Alsasua, 29.01.1987) y su número 6 vigilan ya desde una de las paredes de Maloste a quienes fueron sus compañeras y a todas esas niñas que han hecho del baloncesto una razón de ser en Gernika y que siguen dando alegrías al pueblo y al club. La altsatsuarra más gernikarra, o la gernikarra más altsatsuarra, recibió el domingo el homenaje que se le debía después de que dejara el baloncesto la pasada temporada y que, dentro de los actos del 25º aniversario, se había hecho de rogar por culpa de la pandemia y de sucesivos aplazamientos. Ya es la capitana para siempre.

Acompañada por su padre y su madre, rodeada de muchas de las compañeras a las que lideró y guió, del entrenador que siempre la dirigió en el Loitek Gernika y de esa afición a la que dio todo durante ocho temporadas “en un proyecto que hicimos crecer poco a poco”, Naiara Díez dijo que es “la persona más afortunada del mundo, porque ni en mis mejores sueños pensé que esto iba a ser posible”. El presidente Gerardo Candina le entregó una réplica de la escultura que representa el aniversario que celebra el club, y Judith Monasterio, la capitana que le precedió, y Belén Arrojo, quien le sucedió, descubrieron la camiseta que defendió en 235 partidos, con la que anotó 1.137 puntos y 273 triples, su gran especialidad.

Mikel Retozala, una de las personas multitarea del Gernika KESB, le dedicó un bertso y después se proyectaron mensajes de Juana Molina, la estadounidense Blake Dietrick, compañeras en sus últimas temporadas, Nogaye Lo, que también lo fue y estaba ayer en el equipo de enfrente, y Julene Olaberria, rival durante muchos años en el IDK Euskotren, compañera unos cuantos veranos en la selección de Euskadi, y “socias en la línea de tres”, como dijo la guipuzcoana. Ese es el espíritu aglutinador que siempre representó Naiara Díez en el vestuario de Maloste. El cariño que dio durante ocho temporadas le fue devuelto ayer con creces en un acto que resumió todo lo que supone el Lointek Gernika y que hizo justicia a una de esas jugadoras cuyo valor va más allá de las estadísticas.

Naiara, Nai, se emocionó, pero disfrutó de un momento que llevaba tiempo esperando y lo hizo como deseaba: con Maloste repleto y ante, probablemente, el mejor rival posible. Las jugadoras del Perfumerías Avenida se quedaron para seguir el acto y de capitana a capitana, el abrazo que le dio Silvia Domínguez, ya una leyenda, mostró todo el respeto que no tuvo su entrenador, que abandonó la cancha. Sus razones tendría, pero hay cosas que tienen difícil justificación, más aún en la victoria.

Naiara Díez representó en Gernika esos valores que tanto se proclaman y que ella quiso y supo transmitir a todas las niñas que quisieron hacerse fotos con ella. Esa camiseta vigilante al lado de uno de los marcadores de Maloste recordará a todos los que pisen esa cancha que hay cosas mucho más importantes que ganar o perder partidos: la humildad, el compromiso, el esfuerzo, el ejemplo.