Pamplona, 13 ene (EFE).- El 15 de enero de 1994, una cordada de ocho personas, encabezadas por el navarro Mari Abrego, hacían cima en el Aconcagua, la montaña más alta del continente americano, pero aquella misión, de la que ahora se cumplen 25 años, fue muy especial por un motivo: tres de los montañeros eran ciegos.

Aquella expedición, patrocinada por la ONCE, estuvo compuesta por Mari Abrego, Oscar Lizoain, Carmelo Larumbe, Josema Casimiro y Javier Garayoa (médico), que guiaron hasta la cima a tres montañeros ciegos: Serafín Zubiri, Javier Sáinz de Murieta y Alfonso Fidalgo.

La ascensión se inició el 27 de diciembre de 1993 y el 15 de enero de 1994 alcanzó la cumbre del Aconcagua (6.959 metros), en la frontera de Argentina con Chile.

Josema Casimiro nunca olvidará aquella ascensión. "Los recuerdos son bonitos e interesantes, porque fue una experiencia enriquecedora para todos", ha comentado a Efe.

"Son de estas aventuras que, si no es por ese espíritu que tenía Mari de hacer cosas nuevas y diferentes, seguramente no se habría llevado a cabo. Esas eran las ocurrencias de Mari, de llevar ese tipo de locuras a buen término", ha afirmado Casimiro, que fue, junto a Abrego, el primer español en coronar el K2, en 1986.

Los tres ciegos "tenían una forma física espectacular, eran unos fenómenos", ha destacado.

Y no exagera. El cantante navarro Serafín Zubiri es famoso por haber participado en el festival de Eurovisión de 1992, pero menos conocida es su faceta de deportista. En atletismo, fue récord de España en 1.500 metros y campeón en 800 metros en los campeonatos para ciegos organizados por la ONCE, y ha corrido numerosos maratones, entre ellos los de Madrid, Nueva York y La Habana.

En ciclismo en tándem, ha participado en varias de las pruebas populares más importantes: Irati Xtrem, Quebrantahuesos, La Indurain, Larra-Larrau, Pamplona-Pamplona y Treparriscos. También consiguió terminar en dos ocasiones la Titan Desert, un rally de ciclismo de montaña que está considerado como una de las cinco pruebas más duras del mundo.

Sus dos compañeros de ascensión no le iban a la zaga. Sáinz de Murieta fue subcampeón del mundo de judo en Ámsterdam en 1989, y Fidalgo es un lanzador de disco, peso y jabalina que ganó seis medallas en los Juegos Paralímpicos de Verano entre los años 1992 y 2000, además de varios campeonatos de Europa.

Esa buena forma física, asegura Casimiro, fue fundamental para el éxito de la misión: "El Aconcagua nunca es fácil, primero porque tiene casi 7.000 metros, las condiciones de frío son muy extremas y, aunque la ascensión no es técnicamente difícil, esa pequeña dificultad que tiene hace que mucha gente se estrelle allí, porque suben muy rápido y el mal de altura al final les pasa factura".

Durante la ascensión, los guías se colocaron en los tobillos aparatos que producían sonido para orientar a los montañeros ciegos, y el material de escalada también estaba adaptado a estas circunstancias.

Aquella experiencia espoleó el amor por la montaña de Zubiri, Sáenz de Murieta y Fidalgo, que también ascendieron al Mont Blanc (4.087 metros) el 2 de julio de 1994 y el Kilimanjaro (5.895) el 14 de julio de ese mismo año. Así, coronaron los montes más altos de América, Europa y África.

Serafín tiene unos recuerdos "inmejorables, maravillosos" de la ascensión al Aconcagua: "La verdad es que fue una experiencia impresionante, que además marcó bastante mi vida en un sentido muy positivo".

"Yo siempre digo que hay un antes y un después de mi ascensión al Aconcagua, pero no solamente en el aspecto deportivo, sino en el aspecto humano y de crecimiento interior y personal. Es una de las cosas más importantes que he hecho en mi vida y de las que más orgulloso me siento", ha explicado a Efe. EFE