"la huelga de Panrico debe ser contagiosa, que tenga efecto Gamonal, ya que lo que nos está sucediendo a nosotros, les ocurre a plantillas de otras empresas", explica Antonio García, de 50 años, trabajador de la planta de esta firma especializada en pan de molde y bollería, en Santa Perpetua de Mogoda -Barcelona-.
La sociedad de capital riesgo Oaktree, propietaria de Panrico, rebajó en 2013 un 25% de media el salario a los 345 trabajadores de esta factoría; posteriormente anunció en septiembre falta de liquidez para pagar las nóminas y después, presentó preconcurso. El 13 de octubre, los 215 empleados de producción se plantaron ante "una patronal sin escrúpulos", define García.
Pero durante estos cuatro meses de huelga, Oaktree propuso un plan de viabilidad -acordado con UGT y CCOO, pero no refrendado por los trabajadores-, que está aplicando, consistente en una nueva reducción de salarios del 18% de media y un ERE para despedir a 235 en Barcelona, de los que ya ha ejecutado 31 en diciembre. Carlos Gila Lorenzo está siendo el responsable de estos ajustes, "es el Robin Hood del siglo XII: pero este roba a los pobres para dárselo a los ricos", coinciden los trabajadores de esta planta.
Antonio García, que lleva desde 1988 en la sección de logística, viajó hasta Pamplona el lunes con sus compañeros de departamento Sergio Contreras y Manuel Montesinos y con Emilio Morales, que desempeña su tarea en amasado. Con su ponencia, Nuevas formas de lucha sindical, la experiencia de Panrico, abrieron las jornadas de la Quincena Libertaria, organizadas por CGT y la Asociación Ideia. "Sin lucha no hay victoria", remarca García, casado con una de las afectadas por las extinciones, y con dos hijos pequeños.
"Mi pareja está despedida, pero aun así, creemos que hay que seguir. No podemos ceder ni un centímetro y si hay que morir en el ruedo, y eso que yo no soy taurino, se morirá, con toda la angustia que eso pueda generar", manifiesta García.
Él y sus tres compañeros se están encargando de difundir su conflicto laboral por el resto de comunidades. Llevan cuatro meses sin cobrar y viven gracias a una caja de resistencia. "Esta es la primera charla a la que acudimos los cuatro. Tenemos previsto ir a Gijón -el día 4-, Madrid y Córdoba", recuerda Emilio Morales, de 53 años, casado, con dos hijos. Este empleado ha cumplido las bodas de plata en esta empresa en un periodo muy convulso. "Ya llevamos 114 días de huelga indefinida", decía Emilio el pasado lunes.
"La primera semana empezamos con un piquete informativo para impedir la entrada y salida de camiones y también de personas de oficinas; y ahora tenemos un campamento en la puerta de la fábrica. Nos hemos repartido para informar sobre la huelga fuera de Catalunya; y otros compañeros visitan comités de empresa para comunicarles lo que estamos haciendo", detalla Sergio Contreras, de 34 años, que entró en Panrico en 1999, y que ahora su pareja, profesora, se encuentra en paro.
"La unidad nos hace fuertes y nos hace superar los altibajos que podemos tener", confiesa Manuel, de 49 años, con pareja, y dos hijas, que entró en la fábrica en 1987.
Estos cuatro trabajadores de Panrico y el resto de compañeros esperan que la justicia reconozca que la empresa está vulnerando el derecho a la huelga, porque "Inspección así lo ha confirmado", dicen, y que los políticos se involucren. "Vamos a seguir luchando por nuestro pan. No vamos a ceder porque la solución no es entrar a trabajar con el rabo entre las piernas", concluye Contreras.