Los medicamentos que fabrica Cinfa, 90 millones de unidades en 2013, viajan del laboratorio de Huarte a las naves de empaquetado de Olloki y al estuche en que son vendidos en la farmacia sin que ninguna mano los haya siquiera rozado. Pero dan trabajo a más de 900 personas, 450 de ellas en el área industrial, en uno de los casos recientes de mayor éxito en la economía navarra. Una empresa con vocación internacional, cada vez más tecnificada, que desarrolla su propio producto, automatizada incluso en su almacén, que no ha dejado de crear empleo desde finales de los años 90 y muy distinta de las que en 1964 alumbró el Programa de Promoción Industrial de la Diputación Foral de Navarra.

Sin este hito, del que en 2014 se cumplen 50 años y puesto en marcha a los pocos días de que Félix Huarte se convirtiese en presidente de la Diputación Foral, resulta muy complicado entender la Navarra actual, la comunidad en la que mayor peso específico mantiene la industria, la que puede presumir de un saldo exportador más favorable y la tercera en renta por habitante. Pese al continuo descenso de los últimos años, todavía una cuarta parte del empleo y del PIB de la comunidad dependen directamente de un sector, eso sí, en continua transformación, con una única planta que supera el millar de empleados (Volkswagen), con buena parte de la propiedad en manos extranjeras y sometido en los últimos seis años a la crisis más profunda de su historia.

De hecho, solo 14 centros de producción superaban en 2013 las 500 personas en plantilla. Son ocho menos que en el año 2008 y prácticamente los mismos que en el año 1974, cuando el Programa de Promoción Industrial (PPI) cumplía su primera década. En aquellos diez años se había transformado por completo la faz de Navarra. De una región eminentemente agraria y exportadora de mano de obra (apenas el 7% de la población se dedicaba a la industria a comienzos de los años 50) se había pasado a otra mucho más diversa y compleja. La capital se había rodeado de un cinturón de fábricas y había recibido a miles de inmigrantes que crearon y poblaron los nuevos barrios de una ciudad que hasta entonces apenas rebosaba su meseta. Pero no fue solo Pamplona. Lesaka, Leitza, Estella, Irurtzun, Tafalla Sangüesa y Tudela se convirtieron en nicho de empresas con cientos de trabajadores. A comienzos de los años 70, siete fábricas (Laminaciones, Potasas, Authi, Sarrió Papel, Piher Nacesa, Super Ser e Imenasa) sobrepasaban el millar de personas en plantilla y otras tres (Torfinasa, Inasa y Agni) rebasan las 700. Más del 35% de la población activa navarra trabajaba en una fábrica.

El impulso industrial fue, en cualquier caso, previo al plan de 1964, y hay que buscarlo en las primeras empresas surgidas del grupo Huarte durante los años 50: Imenasa, hoy Liehberr; Perfil en Frío, hoy Condesa o Inasa, de la que Huarte poseía el 30% de la propiedad. Pero no es hasta el Plan de Estabilización económico de 1959 cuando una economía hasta entonces incapaz siquiera de dar de comer a la población comienza a remontar.

Laminaciones de Lesaka

Metal en Bidasoa

Un año antes, el 16 de junio de 1958, se funda con capital catalán y guipuzcoano la que llegó a ser la empresa más grande de Navarra: Laminaciones de Lesaca SA. "Nació para fabricar 70.000 toneladas y con 200 empleos, pero la capacidad de producción se llegó a situar en 800.000 toneladas y dio empleo a cerca de 2.500 trabajadores", explica Aurelio Gutiérrez Martín, miembro por el sindicato ELA del comité europeo de ArcelorMIttal, grupo propietario hoy de la empresa. Fue comprada en 1973 por Altos Hornos de Vizcaya y dio empleo no solo a la comarca del Bidasoa sino a cientos de personas que llegaban desde Irun, Baztan y de los valles próximos. Integrada posteriormente en Aceralia, Arcelor y Mittal, la vieja fábrica de transformación metálica ha padecido como pocas el desplome del sector constructor. Allí hoy apenas trabajan unas 280 personas, a las que es posible unir el casi centenar de Legasa. Aproximadamente el 50% llega desde Gipuzkoa. A medio plazo, sin embargo, las perspectivas pueden cambiar. "Yo soy optimista -dice Gutiérrez-, cuando todo esto pase creo que volverá a haber empleo para el valle".

De Leitza a Pamplona

Papel, aluminio, motor

A 25 kilómetros de Lesaka y solo unos meses después, en febrero de 1959, se puso en marcha en Leitza la papelera, motor del desarrollo no solo de una localidad hasta entonces absolutamente agrícola y ganadera, sino también de Larraun y Malerreka. Cientos de jóvenes que de lo contrario hubiesen tenido que abandonar la zona y buscar trabajo en Pamplona o San Sebastián pudieron quedarse. Porque lo que arrancó con apenas 60 trabajadores de la mano del industrial catalán Lorenzo Marco Sarrió muy pronto se convirtió en una de las fábricas más grandes de Navarra. "Hacia el año 1972 -recuerda Félix Roda, responsable durante años de la línea de papel pintado- estuvimos cerca de los 1.500 trabajadores". Todos los días, y sin que la autovía ni siquiera fuera un proyecto, circulaban autobuses procedentes de Ezkurra, Eratsun, Doneztebe, Tolosa y otras localidades llevando a la planta a los trabajadores. Eran jornadas largas. Seis días a la semana, 48 horas, "Sarrió creció muy rápido y los bancos se le echaron al final encima", explica Roda, quien recuerda con tristeza el 27 de septiembre de 1978, fecha en que la papelera presentó suspensión de pagos. "Fueron años duros y tristes", dice. Pese a todo, la papelera sobrevivió y allí todavía trabajan unas 450 personas. Eso sí, hoy es propiedad del grupo italiano Torras.

Carretera abajo, Inasa y el aluminio también habían transformado Irurtzun desde su apertura en 1956. Y en Pamplona comenzaban a tomar forma los proyectos que a partir de 1964 comenzaron a disfrutar de las ventajas fiscales y económicas preparadas desde Diputación. "Desde un punto de vista cuantitativo -explica Joseba de la Torre, catedrático de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad Pública de Navarra, un una de sus investigaciones- dio prioridad a las empresas del metal y de la automoción y sus auxiliares. Nada menos que un 70 por 100 del capital público inyectado en el programa fue absorbido por esos dos sectores, con las empresas del motor en cabeza".

Estas ayudas lograron su objetivo y desarrollaron un sector que hoy ocupa a unas 11.500 personas y que es responsable de casi la mitad de las exportaciones de la Comunidad Foral. Y consiguieron asimismo revertir el flujo migratorio. Navarra, cuya población crecía mucho menos que la española hasta 1968, comenzó a avanzar con más rapidez. Las conserveras crecían en la Ribera y en la Zona Media, donde Luzuriaga de Tafalla llegó a rondar el millar de trabajadores a finales de los 70 y donde Industrias Armendáriz, dedicada al calzado, daba empleo a unas 500 personas. En Estella había textil, artes gráficas y una planta de pequeños electrodomésticos (Agni) con más de 700 empleados. Y en Tudela, además del sector agroalimentario, Piher, Sanyo y SKF ocupaban a unas 2.000 personas.

Potasas

Una mina de solidaridad

"Vino gente de León, de Asturias, incluso de Almería", recuerda José Luis Díaz Monreal, que trabajó en Potasas desde su fundación, en el año 1962 y que ha relatado en sendos libros tanto las huelgas de la mina como las que, casi dos décadas antes, habían sacudido Pamplona en el año 1951. "Cuando comencé ni siquiera habían comenzado las perforaciones", recuerda ahora casi 17 años después de jubilarse y con la perspectiva de quien fue trabajador raso y ocupó también puestos de encargado.

"Trabajábamos seis días a la semana, sábados incluidos. La gente salía por los bares el domingos y el lunes faltaba al trabajo el 20% o el 30% de la gente", cuenta. Eran años en los que la propiedad "pensaba que había encontrado la minas del Rey Salomón", pero pronto se vio que aquello no iba a ser así. Las inversiones -explica Díaz- se habían hecho pensando en que el rendimiento alcanzaría el 20% pero no pasó del 13%. "Para el año 1965 ó 1966 se vio que aquello no funcionaba, así que se dio un salto hacia adelante con otra explotación y una nueva fábrica. Siempre tuvimos la espada de Damocles del cierre".

A los pocos años de su apertura, Potasas ya rivalizaba con Laminaciones por el título de mayor empresa navarra. Y resultó incomparable en su impacto social y político. Bajo su influjo nació un pueblo, con sus casas, su iglesia, su colegio de monjas, su cine y su bar, al que llamaban casino. "Al párroco le pagaba la empresa -explica Díaz Monreal- y tenía categoría de ingeniero, como la superiora del colegio. Las monjas eran mandos medios". Pero, sobre todo, Potasas contribuyó a conformar la conciencia obrera de los trabajadores navarros, vinculados muchos a organizaciones religiosas. Los conflictos y las huelgas prendían de empresa en empresa a comienzos de los años 70. Y algunos de los más importantes surgieron de la mina, donde el trabajo era especialmente "tenso y duro", y en la que Díaz Monreal contabilizó 47 accidentes mortales: "En Navarra, el movimiento obrero surgió desde la iglesia, de la HOAC, las JOC y de los jesuitas. En Potasas, en aquellos años conocí solo a un comunista y a un socialista. El resto venía de movimientos cristianos. Y si algo caracterizó aquellos años fue la solidaridad".

Los objetivos del plan. Nació para impulsar el sector industrial, que entonces comenzaba a desarrollarse. Buscaba retener a la población que expulsaba el campo y que, de lo contrario, hubiese tenido que emigrar. Trató asimismo de fomentar el desarrollo industrial en polos alejados de Pamplona, con siete cabeceras industriales distintas.

Cómo se articuló. Se crearon incentivos fiscales muy superiores a los del resto de España: 95% del gasto financiero de la compra de maquinaria, exenciones del impuesto de sociedades durante 15 años y subvenciones a fondo perdido a partir del 10%.

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Empresas industriales Se beneficiaron de este programa y de su prolongación (1979) entre 1964 y 1982. La mitad se concentró en la Merindad de Pamplona. 75 eran de nueva creación y 72 de ellas en la zona de Pamplona. Sakana (19 proyectos), Leitza (cuatro) fueron otras zonas beneficiadas. También Estella (34), Sangüesa (17 proyectos) Tudela (38) y Olite (23).

Infografía: Itxaso Mitxitorena. Fuentes: 'Movimiento obrero en Navarra' (José Vicente Areso), 'Ela en Nafarroa, 100 años de transformación y lucha (Iván Giménez) y elaboración propia.

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