Barda Forcada es de Fitero, tiene 59 años, trabaja para Correos desde hace 12 y sigue siendo eventual. Y ahora teme que los nuevos criterios de la empresa pública para contratar le impidan seguir trabajando. Como ella, miles de personas en toda España y más de un centenar en Navarra sigue dependiendo de una llamada de teléfono de la empresa pública para poder tener una nómina. Y son las mujeres, especialmente las mayores y las que tienen un menor nivel de estudios, las que hoy se ven más amenazadas.
“Llevo 12 años pasando seis meses al año pendiente del teléfono. Si dejas de responder dos llamadas, pierdes tu puesto en la bolsa de trabajo”, explica Forcada, que junto a otras compañeras -la mayor parte de las afectadas son mujeres- impulsó desde el sur de Navarra la plataforma de eventuales de la empresa, que busca un acceso al empleo “más justo”. Y quieren hacer valer la antigüedad como criterio esencial a la hora de ser llamado a trabajar y lograr también que la bolsa de trabajadores eventuales sea transparente, de tal manera que se sepa quién es contratado.
Con una temporalidad que ronda el 25%, Correos tiene, según UGT, más de 12.000 trabajadores eventuales, si bien hay quien cree que esta cifra es mayor. “En Navarra -explica Barda Forcada- hay 114 trabajadores funcionarios y otros 332 son fijos. Por lo que estaríamos hablando de más de 130 eventuales, aunque yo creo que son más. Estamos muchísima gente con contratos de cuatro horas o de 20 horas a la semana”, dice la trabajadora de Correos, que atiende municipios como Cabanillas o Ribaforada, donde por ejemplo trabajó ayer. “Era mi último día de contrato, el lunes no tengo que volver”, explicaba en conversación telefónica.
Aunque el origen de las movilizaciones es anterior, el actual malestar de cientos de trabajadores de la empresa tiene que ver con la bolsa de empleo negociada el pasado otoño entre la empresa y cuatro sindicatos: CCOO, UGT, CSIF y Sindicato Libre. Con los nuevos criterios solo se tienen en cuenta los último cinco años de trabajo y para aquellos que trabajan a pie se tienen en cuenta también el nivel de estudios. No así en el caso de quienes reparten de manera motorizada, como Forcada. “Lo que sucede es que la mayor parte de quienes trabajan motorizados son hombres, por lo que las más perjudicadas son mujeres”, explica.
Detrás de esta polémica se encuentra la decisión de Correos de rejuvenecer su plantilla y convertirse en una gran empresa logística, adaptándose a un mercado en transformación, gobernado en mayor medida por Amazon y otros gigantes del comercio on line que han disparado el volumen de paquetería que se reparte cada día. Los trabajadores denuncian de este modo la precarización continua de las condiciones de trabajo, la exigencia de una cualificación “que no es necesaria” para cumplir con el trabajo. Estos requisitos suponen levantar una barrera de entrada para cientos de trabajadores que tuvieron más dificultades para estudiar hace 25 ó 30 años y que encontraron en Correos un empleo, más o menos estable, aunque fuera precario. “Yo -dice Forcada no me he ido de vacaciones en 12 años para seguir trabajando”.