pamplona - Con los tipos a cero y en un entorno legal que todavía puede deparar disgustos para la banca, Caja Rural de Navarra cerró el primer semestre de 2019 con un beneficio después de impuestos de 47,59 millones de euros, prácticamente calcado al de 2018 (47,53) y al mismo tiempo el más elevado de su historia. La cooperativa encarrila así un año no exento de dificultades, en el que los ingresos por intereses siguieron cayendo (-1,1%), pero el que la entidad logró hacer crecer sus márgenes.

Solo la mayor carga fiscal -el bocado impositivo pasa de 2,48 millones a 5,96 en el último año- impide que la única entidad financiera con sede en Navarra supere los 50 millones de beneficio neto entre enero y junio de 2019. Caja Rural firmó así un resultado antes de impuestos de 53,55 millones de euros, frente a los 50,02 de hace un año y los 45,14 de 2017. Su margen bruto crece hasta los 109 millones de euros, frente a los 99 del año pasado y los 106 del año 2017, pese a que los ingresos por intereses hayan caído más de un 10% en este bienio y en unos 49 millones brutos (de 129 a 80 millones) en el último lustro. Solo el recorte en los gastos en este mismo capítulo -la remuneración por el ahorro es ya inexistente- ha permitido sostener este indicador básico de la rentabilidad de Caja Rural.

El secreto sigue estando en la eficiencia, un indicador interno de las entidades que mide los gastos de administración (personal y otras gastos) respecto a los ingresos totales o al margen bruto. En el caso de Caja Rural de Navarra, los gastos de administración se sitúan en 45,6 millones de euros, que puestos en relación al margen bruto, dejan un indicador del 41,6%. Este guarismo, que viene a medir el dinero que necesita invertir el banco para lograr su resultado, es mejor cuanto más bajo. Santander, con un 47,6%, posee el mejor indicador de la gran banca española, lo que ofrece una idea de la capacidad de la entidad que dirige Ignacio Arrieta para firmar año tras año resultados crecientes y engordar unos fondos propios que superan ya los 1.171 millones de euros.

Con su modesto tamaño, Caja Rural sorteó el periodo más duro de la crisis financiera gracias a su bajo perfil de riesgo, con una de las tasas de morosidad más reducidas del sector y una elevada tasa de solvencia. Ahora afronta ahora en solitario un entorno de bajos tipos que ha ido sorteando incrementando los ingresos por otras vías, como las comisiones: en los dos últimos años han crecido en torno a un 8%. En el último año, el crédito a la cliente crece un 4,6%, mientras que el ahorro en forma de depósitos sigue cubriendo los préstamos con un incremento cercano al 8,9%.

De hecho, el desempeño de la entidad ha sido algo mejor en el segundo trimestre del año que en el primero, con una mejoría tanto en el margen bruto (pasa de 50 a 59 millones de euros) como en el del intereses, que pasa de 35,1 millones a 36,5 millones de euros. El resultado antes de impuestos trimestral pasa de 24 millones a 29,5. En total, 53,5 millones que tienen como destino principal engordar unas reservas que alcanzan ya los 924,1 millones.