- La crisis sanitaria se ha convertido ya en una recesión económica de consecuencias impredecibles. Al peor dato de los últimos 80 años, con la mayor caída en el PIB desde la Guerra Civil, le seguirá un segundo trimestre todavía más duro, con desplomes que podrían rondar el 15% o el 20%. Un cuadro desconocido que todavía se puede agravar -si la crisis impacta de verdad en la banca y dispara las primas de riesgo- y que ya se ha llevado por delante todas las previsiones de los gobiernos para los próximos años. No solo las de crecimiento. La capacidad recaudatoria de las administraciones públicas va a sufrir seguramente la mayor caída de su historia reciente, lo que volverá a disparar la deuda y hará reaparecer los viejos fantasmas del rescate, la austeridad y los recortes.

Nadie habla todavía de ellos. Son casi un tabú. Pero el escenario de los próximos meses es claro, aunque el Gobierno de Navarra no haya publicado todavía una revisión en sus previsiones, que en los Presupuestos de 2020 contemplaban unos ingresos tributarios de 4.012,7 millones de euros. "El impacto negativo en los ingresos va a ser muy importante", admitió el jueves la consejera de Economía y Hacienda, Elma Saiz, que rechazó en cualquier caso realizar una estimación más precisa. De hecho, el Gobierno de Navarra trabaja con una horquilla amplísima en relación al comportamiento del PIB, con caídas entre el 6,4% y el 9%. En función de ello, el agujero económico en Hacienda, que se prepara ya para afrontar una caída muy severa en la recaudación, de al menos 200 millones de euros, alcanzará una u otra magnitud.

Los datos históricos de crecimiento de PIB y de recaudación dan alguna pista de cómo va a impactar la crisis en los ingresos de Hacienda, así como las previsiones que ya se manejan para el conjunto del Estado. Pero tampoco aquí hay unanimidad. En el Plan de Estabilidad remitido a Bruselas, el Gobierno de España estima una caída en sus ingresos de unos 25.700 millones de euros, lo que supondría poco más de un 5%. La cifra, con ser elevada, es inferior a la que hace solo unos días apuntaba el Consejo de Economistas, que elevaba la merma en la recaudación a unos 40.000 millones, y supondría que, por primera vez en los últimos 15 años, los ingresos fiscales caen menos que el PIB durante una recesión. María Jesús Montero, ministra de Hacienda, explicaba el viernes que, a diferencia de otras ocasiones, la actual crisis se afronta con una protección "alta" de las rentas, especialmente de los asalariados públicos, pero también las del resto de trabajadores. A su juicio, medidas como la flexibilidad en los ERTE o la prestación para los autónomos, con un "alto coste económico", deberían servir para mitigar la caída de los ingresos, que de lo contrario resultaría mucho más elevada. Hacienda también cuenta con una recuperación del consumo en la segunda mitad del año. De cumplirse estas previsiones para el caso de Navarra, la caída en los ingresos sería alta (unos 200 millones de euros), pero manejable y pasajera.

Pero existe otra posibilidad: que la recaudación tributaria se comporte en 2020 como lo hizo durante otras crisis. Y basta echar un vistazo a las dos últimas recesiones (la de 2008-2009 y la de 2012-2013) para comprobar que "los ingresos siempre reaccionan con más intensidad que el PIB", explica Juan Carlos Longas, profesor de Economía de la Universidad Pública de Navarra. La anterior crisis, por su duración y capacidad para mutar, resultó especialmente dañina para la capacidad recaudatoria de Hacienda, que llegaba además hinchada como consecuencia del boom inmobiliario. "El desplome ahora no debería ser tan elevado", añade. En aquella ocasión, Navarra perdió el 20% de sus ingresos entre 2007 y 2010, cuando la caída acumulada del PIB apenas llegó al 5%. Y volvió a dejarse otro 7% de recaudación en el siguiente embate de la crisis, con una caída del PIB también sensiblemente inferior. "Por un lado vamos a asistir a una caída de los impuestos progresivos, todo lo que tiene que ver con los IRPF, pero también el consumo se va a desplomar. Primero por la actual situación y además por los menores ingresos", señala Longas. En ese caso, si la recaudación baja con más intensidad que el PIB, la merma recaudatoria podría alcanzar en Navarra los 400 millones de euros.

Hacienda ya dispone de los primeros datos más o menos comparables (el mes y medio que ha pasado desde el inicio del estado de alarma), pero solo ha hecho públicos los correspondientes al primer trimestre, que reflejaban un 3,7% de incremento en la recaudación procedente de la gestión directa. El aumento era así superior al crecimiento de la economía, que avanzaba a un ritmo del 2% aproximado, pero a estas alturas ese escenario es historia. Si desde finales de febrero se apreciaba ya una cierta desaceleración, lo que ha seguido es una parálisis absoluta con un horizonte donde solo es segura la incertidumbre. Nadie sabe cuándo habrá una vacuna y cuándo será posible hacer una vida ya no igual, sino similar a la de hace apenas dos meses. "Entiendo que desde el Gobierno sean prudentes haciendo previsiones", dice Longas, quien cree que es conveniente esperar a disponer de un trimestre entero para hacer cálculos más precisos.

Lo único seguro es que Navarra saldrá de esta crisis más endeudada. Para cubrir los gastos de un Presupuesto diseñado además al alza, con un techo de gasto que superaba en más de 200 millones el del año anterior y que fue elevado todavía más en el último momento, Navarra ya ha comenzado a emitir deuda. Hace unos días anunció que había suscrito 75 millones de euros en bonos sostenibles y 150 millones de euros en préstamo; y la consejera señalaba que de momento se trabaja con la posibilidad de emitir hasta 900 millones de euros a corto plazo y 300 a largo. Además, explicó Saiz en el Parlamento de Navarra, la Comunidad Foral ha entrado en la crisis con dinero en la hucha. "Había 140 millones de remanente de tesorería y ya preveíamos un déficit del 0%, lo que da margen, a lo que se puede sumar una relajación de las reglas fiscales".

"Habrá que ver qué sucede con la regla de gasto y el déficit, cómo se distribuye", apunta Longas, quien coincide con Geroa Bai en que era el momento de emitir deuda, pero reclama un acuerdo político que dé valor al autogobierno y sirva para encontrar "mecanismos de colaboración que permitan a las haciendas forales participar en las subastas del Estado", aprovechando su buena calificación crediticia y logrando de este modo unas mejores condiciones en la financiación. Con el Banco Central Europeo comprando deuda en los mercados secundarios y evitando que las primas de riesgo se disparen, la deuda sería por tanto el mecanismo que permitiría sortear sin recortes una crisis de corta duración. "Tenemos el espejo de la Reserva Federal de Estados Unidos. Con un impulso fiscal potente, algo que no parece fácil en la Unión Europea, sí sería factible una recuperación en forma de V", añade.

Los problemas verdaderamente serios con la deuda llegarán si la crisis se alarga. Navarra, como el resto de comunidades y como el conjunto del Estado, llega a esta crisis mucho más endeudada que a la anterior. A cierre de año, la deuda total alcanzaba los 3.297 millones de euros, cinco veces más que en 2007, cuando se encontraba en mínimos. 2020 y seguramente 2021 -las previsiones apuntan a un crecimiento algo inferior a la caída previa- registrarán incrementos sensibles y elevarán el peso de las deudas respecto al PIB. "En los últimos años la gestión ha sido rigurosa", señala Longas, quien recuerda que a veces desde el ámbito de la izquierda "se pide gastar más cuando las cosas van mal", lo cual suele ser necesario, "pero también gastar más cuando las cosas van bien", lo que puede resultar imprudente y restar margen para afrontar una crisis. Alemania, la hormiga de esta fábula, va a movilizar en torno al 7% de su PIB para impulsar su economía. España, cuyo déficit se acercó al 2,8% en un año de crecimiento económico como 2019, apenas dispone de margen para gastar el equivalente al 1% de su riqueza total.

Sistema fiscal poco eficiente. La Hacienda Foral apenas recauda el 19% de su PIB. Es la misma cantidad que hace más de dos décadas. Junto a las tasas municipales, el resto de tributos y las cotizaciones, los ingresos públicos suponen el 35% del PIB, muy por debajo de Alemania o Francia. "Hay un raquitismo fiscal y una carga mal repartida", dice Longas, quien llama a revisar beneficios fiscales como el de la I+D o el de los gastos financieros, poco eficaces o con efectos distorsionadores.

¿Qué tipo de sociedad se quiere? En una conferencia reciente, Mikel Aranburu, exconsejero de Hacienda, admitía la escasa capacidad recaudatoria del sistema fiscal y recordaba que se trata de decidir qué clase de sociedad se quiere: "Lo que no se puede es tener servicios nórdicos e impuestos africanos".

"Las haciendas forales deberían poder financiarse como lo hace el Estado"

Profesor de Economía de la UPNA